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Bitcoin, ¿mucho ruido y pocas nueces?
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Javier Molina

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Bitcoin, ¿mucho ruido y pocas nueces?

Pese a existir gran bullicio y alboroto en un momento determinado, resulta que al final nada de lo que se preveía o esperaba termina generando desenlace significativo alguno

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Traducida del inglés “much ado about nothing”, hace referencia a la situación donde pese a existir gran bullicio y alboroto en un momento determinado, resulta que al final nada de lo que se preveía o esperaba termina generando desenlace significativo alguno. Vamos, que las expectativas creadas no se cumplen. Si esto lo pasamos a lo vivido por los criptoactivos (el bitcoin como su máximo exponente), se podría pensar que, efectivamente, mucho ruido y pocas nueces pues, como tantos otros fenómenos que se decían iban a cambiar el mundo, terminan por desaparecer del mapa en poco tiempo.

Una de las medidas al respecto fáciles de observar, puede apreciarse en las búsquedas del término “bitcoin” en Google. El auge experimentado hace casi 2 años, con más de 45 millones de búsquedas en un solo mes, dio paso a una caída drástica que, a día de hoy, no superan los 10 millones en todo el mundo. Según datos de Semrush, la correlación entre el precio del bitcoin (BTC) y esas búsquedas ha sido del 80% hasta la fecha.

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Sin embargo, bajo el poco ruido superficial que esa medida pudiera representar, sí se está produciendo una verdadera revolución en la industria que se está creando alrededor de esos nuevos activos y que no puede dejarse de analizar.

Bitcoin pretende ser el primer activo monetario real que no depende de ninguna entidad central, de funcionamiento únicamente digital, que permite realizar intercambios de valor entre pares y funciona sobre la tecnología Blockchain. A partir de éste, empieza a crearse un ecosistema tanto a nivel de infraestructura como de aplicaciones que, a finales de 2017, consigue alcanzar los 500.000 millones de capitalización teórica. Englobado por muchos dentro de una nueva burbuja de consecuencias nefastas, lo cierto es que el bitcoin lleva superadas varias de aquellas en sus diez años de existencia sin que, de momento, se intuya el fin de sus días.

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Es más, la industria que va añadiendo capas de valor en base a estos nuevos “asset classes” no deja de crecer y avanzar. Y no me refiero ni a la criptomoneda que JP Morgan puso en marcha hace un tiempo, ni al proyecto de pagos que Facebook intentará poner en funcionamiento pues, ese tipo de inventos, poco tienen que ver con el funcionamiento y objetivos propios del bitcoin y resto de criptoactivos.

Por avances se entiende que compañías como Fidelity, que cuenta con activos bajo gestión superiores a los 7 billones de USD, lance su propia división de activos digitales facilitando a inversores institucionales, la custodia, ejecución y demás servicios relacionados con los criptoactivos.

O que esta misma semana, se haya producido la puesta en funcionamiento de Bakkt, la primera plataforma de contratación de futuros sobre bitcoin que, estando completamente regulada federalmente en Estados Unidos, permite liquidación física del BTC (el CME, mercado igualmente regulado, liquida sus futuros por diferencias). Bakkt es filial del International Exchange (IE) que cuenta con ICE Futures, el NYSE, la bolsa de valores de Nueva York y Arca. Lo verdaderamente interesante de este lanzamiento radica en el impulso dado al ecosistema digital, pues añade credibilidad y seguridad a los inversores institucionales.

Foto: Monedas de Bitcoin. (Reuters)

Así mismo y en esta misma línea, la segunda bolsa más grande de Alemania, la de Stuttgart, acaba de abrir una plataforma regulada (BSDEX) para negociar activos digitales (BTC de momento). Esto abre un escenario totalmente novedoso y revolucionario, pues en la hoja de ruta del BSDEX, se plantea la posibilidad de incorporar activos tokenizados en 2020. En este proyecto se cuenta con el banco SolarisBank, que se encarga de procesar los pagos y custodiar los fondos en euros. Es otra puerta que se abre para facilitar, de forma flexible, regulada y a bajo coste, el acceso a todo tipo de activos digitales. Hace unos meses, la misma bolsa de Stuttgart lanzó la operativa de ETNs (notas cotizadas) sobre XRP y LTC, siguiendo la línea iniciada por la Bolsa Suiza SIX que tiene listados varios de estos vehículos sobre BTC, ETH o XRP.

¿Y qué ha pasado con las cotizaciones?

Pues que entre las predicciones de algunos economistas como Roubini, que sitúan el precio del bitcoin (BTC) en 0 dólares en los próximos cinco años y, las de John McAfee (fundador de la compañía de software) que augura un precio de 1 millón de dólares a finales de 2020, existe una cotización de mercado que responde a la demanda y oferta existente y que, de momento, deja en evidencia ambas opiniones anteriores.

Tras un 2018 de constantes caídas de los principales criptoactivos, este año estamos asistiendo a una recuperación que ha llevado al BTC a pasar de los 3500 USD de enero a los actuales 8500 pasando, durante el mes de junio, por los 13.000. Tal variación de precios cae dentro del comportamiento “normal” de este activo como así demuestra su volatilidad anualizada del 50%.

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A la hora de intentar aplicar algún modelo de valoración para, dentro de lo posible, intuir por dónde van las cotizaciones, son muchas las formulas aportadas por la comunidad. Desde la Ley de Metcalfe hasta sistemas basados en análisis técnico, se han intentado dar soluciones aplicando sistemas tradicionales con reducido éxito.

Y es que los criptoactivos se configuran como un nuevo asset class y, como tales, necesitan un marco fundamental de valoración e interpretación distinto. Hay que entender que éstos tienen unas características propias que los diferencian del resto de instrumentos como pueden ser las acciones, los bonos o las materias primas y que, por tanto, necesitan de un acercamiento distinto. Partiendo de la idea de que estamos ante mercados irracionales y que no tienen correlación alguna con los clásicos, hay que destacar varios aspectos que los hace únicos para, posteriormente, poder aplicar sistemas de valoración adaptadas a su naturaleza.

En primer lugar, los tokens que aquellos representan pueden tener muy diferentes aplicaciones. Desde pretender ser una forma de intercambiar valor, como sería el caso de bitcoin, hasta la capacidad que tienen muchos de ellos para poder ser utilizados en el acceso y empleo de ciertas aplicaciones. Fíjese que esto nada tiene que ver con una acción y lo que aquella representa. En segundo lugar, nunca antes en toda la historia de los mercados financieros se había contado con la capacidad de poder grabar y consultar, el comportamiento del inversor en una base de datos pública y accesible a todos. Esto es de vital importancia y ha pasado desapercibido para muchos inversores de este ecosistema hasta hace poco tiempo.

Antes de entrar en este último punto, me parece interesante repasar algunos de los modelos propuestos desde varios puntos de vista. Uno de ellos parte de la teoría por la cual, los precios cotizados son más o menos consistentes con una distribución de ley potencial o de potencias (power law). En base a este modelo, la evolución del precio histórico del bitcoin (BTC) puede explicarse dentro de una especie de canal así marcado en función del tiempo. Esos rangos inferiores y superiores se trazan en base a los máximos y mínimos alcanzados desde su inicio (10 años), en escala logarítmica tanto para el precio como para el tiempo, obteniendo como resultado una curva con aspecto lineal. Aplicando líneas de regresión, se obtendría la fórmula en base a esa ley de potencias, para sacar una predicción en una fecha concreta.

Gráficamente y utilizando la información del autor, este sería el canal de precios posibles para el caso del BTC. Es decir, en un entorno de muy alta volatilidad y aplicando el modelo, el precio del BTC debería tocar los 100.000 USD no antes de 2021 y no más tarde de 2028. Tras ese año, el precio nunca debería caer de ese precio. Curioso cuando menos.

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Otra de las teorías que vienen utilizándose para intentar dar con un precio del bitcoin (BTC) versan sobre la escasez y su flujo de suministro, traducido del inglés “scarcity and stock to flow”. Asimilando el bitcoin a un metal precioso como pudieran ser la plata o el oro, modelizando la oferta (que es limitada y conocida de antemano) junto a la producción (minado) debería poder derivarse un precio del bitcoin. Aquí intervienen los procesos de ajuste de recompensas, conocidos como “halvings”, y se termina por llegar a un sistema que, como el anterior, indica una relación con la ley de potencias o “power law”. En cualquier caso, hay que notar que pese a que existe una correlación entre el aumento del precio (o capitalización del BTC) y la escasez así entendida, esto no implica una causalidad de la misma.

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Sin embargo y pese a lo interesante que pueden resultar estas teorías, sacar una proyección de precios me parece, sencillamente, imposible en un activo de estas características. Estos modelos son hipótesis de trabajo que así deben ser consideradas y nunca utilizadas como justificación en la toma de decisión de inversión alguna.

Otra cosa muy distinta es que seamos capaces de estudiar el sentimiento de mercado y poder intuir una tendencia u otra. Gracias a la transparencia que facilita Blockchaincon respecto a poder analizar el comportamiento del inversor (todo se queda grabado y es de acceso público), se pueden aplicar sistemas cuantitativos de análisis que van más allá del estudio del precio y el volumen. A este respecto, resulta muy interesante el trabajo realizado por Intotheblock, cuyas herramientas ofrecen indicadores a partir de modelos estadísticos y “machine learning” sobre factores financieros, de la red, sociales y de propiedad de los activos.

De este modo, si quiero saber si los inversores ganan o pierden dinero, el valor monetario de las operaciones y quién domina un activo determinado, estos indicadores financieros son observables gracias a la Blockchain de bitcoin si es éste el que analizo. De los más de 27 millones de billeteras digitales existentes que tienen BTC, resulta que puedo saber que a los precios de hoy (8400 USD), un 67,4% de las mismas están ganando dinero. Por el contrario, un 29,67% pierden dinero y el resto está en punto muerto. Además, como se ve en el gráfico siguiente, puedo ver por rango de precios la cantidad de inversores atrapados o dónde aquellos empiezan a perder dinero.

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Este gráfico sale de analizar cada una de las transacciones grabadas en la Blockchain de bitcoin y, de este análisis del dato, pueden observarse estos detalles. Fíjese la importancia de esta información si lo comparamos con el ether (ETH) donde, a los precios actuales, sólo el 15,49% de las direcciones están en positivo.

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Esto nos da pistas de dónde pueden estar los “tapones”, de si el dinero que entra es nuevo o no, de cuál es el sentimiento dominante del inversor o, si utilizo análisis técnico, puede ser una buena ayuda para establecer “stop de pérdidas” en base a datos objetivos.

Otro de los fenómenos que domina este criptomercado, es la existencia de las llamadas “ballenas” o direcciones que tienen una gran cantidad de tokens pues, en un entorno aún no muy líquido, su irrupción en una dirección u otra puede marcar grandes variaciones de precios. En rojo podemos ver el porcentaje de tokens en manos de esas ballenas para el caso del BCH (bitcoin cash) y de ETC (Ethereum classic). El resto es retail y otros inversores. Fíjese la importancia de conocer esta distribución en un caso y otro. Esta información permite, además, obtener el porcentaje de esos inversores que operan en mercado y no están quietos. Un token que está dominado por ballenas debe ser evitado por las implicaciones que su actuación incorpora a nivel de manipulación de precios.

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Otro de estos indicadores disponibles en la plataforma de Intotheblock hace referencia a los flujos que un determinado criptoactivo tiene. Además, analizando el número de direcciones que entran y salen (mantienen o no tokens) puede intuirse la salud de un determinado activo. Fíjese en el caso de BAT como el análisis de datos nos muestra un activo que cuenta con buen número de direcciones activas, que éstas crecen más que las que se dan de baja y que, por tanto, cuenta con interés de la comunidad (crece).

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Así las cosas, y dejando claro que esta no es una invitación alguna a la toma de posiciones de inversión, el refrán aquel de “mucho ruido y pocas nueces” no aplica en el caso de los criptoactivos. Pese a que no vemos tanta narrativa como hace 2 años, y que el “hype” generado ha pasado a otro nivel, un análisis en profundidad de la comunidad, de la infraestructura que se está creando, de los modelos específicos de análisis desarrollados y de los actores que están irrumpiendo en el ecosistema muestran, claramente, que existe un gran interés de viejos y nuevos actores (como bancos y bolsas), que no quieren quedarse atrás en todo este desarrollo. Pese a que no escuche mucho ruido, aquí hay muchas nueces.

Traducida del inglés “much ado about nothing”, hace referencia a la situación donde pese a existir gran bullicio y alboroto en un momento determinado, resulta que al final nada de lo que se preveía o esperaba termina generando desenlace significativo alguno. Vamos, que las expectativas creadas no se cumplen. Si esto lo pasamos a lo vivido por los criptoactivos (el bitcoin como su máximo exponente), se podría pensar que, efectivamente, mucho ruido y pocas nueces pues, como tantos otros fenómenos que se decían iban a cambiar el mundo, terminan por desaparecer del mapa en poco tiempo.

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