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La clave para ganar dinero es... ¡No pensar!
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Javier Molina

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La clave para ganar dinero es... ¡No pensar!

Gráficamente se ha venido mostrando como el inversor, llevado por esos sentimientos, compra caro y vende barato por sistema y de forma reiterada. Entra en mercado tarde y mal

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Pensar mucho es malo, reduce la longevidad y, encima, te hace perder dinero en bolsa. Un estudio de un Instituto del Harvard Medical School (HMS) han llegado a las primeras evidencias de cómo, el nivel de acción del sistema nervioso, puede impactar en la esperanza de vida. Según ese informe, las personas que viven más tiempo (sobre los 85 años) tienen mayores niveles de una proteína llamada REST que, esencialmente y entre otras, puede alargar la vida al no someter a tanto trajín al cerebro. Es decir, a menor actividad neuronal, mayor longevidad.

Si tomamos como válido que todo pensamiento consciente o inconsciente, hace que generemos una evaluación y dependiendo de esta, se provoque un tipo de emoción u otra, el impacto en nuestras decisiones de inversión resulta evidente. Es mucha la narrativa existente sobre la psicología del inversor y el efecto en el movimiento de los precios de los activos cotizados, que al final termina concluyendo que las emociones se mueven en ciclos que van desde el miedo hasta la euforia para, seguidamente, volver a empezar. Gráficamente se ha venido mostrando como el inversor, llevado por esos sentimientos, compra caro y vende barato por sistema y de forma reiterada. Condicionado por la euforia y la avaricia entra en mercado tarde y mal. Posteriormente y coincidiendo con los primeros descensos de las cotizaciones, pasa por una etapa de negación, piensa que la recuperación está al caer y decide mantener sus posiciones a la espera de tiempos mejores (concepto equivocado de largo plazo). Finalmente, y cuando ya los precios están totalmente hundidos, el miedo y el pánico hacen acto de presencia y se termina la aventura vendiendo a mercado con grandes pérdidas.

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Es en este contexto cuando la idea de la gestión pasiva cobra sentido pues, diseñado un plan de inversión donde las emociones no impacten, se pueden llegar a obtener resultados a largo plazo teóricamente mucho mejores. Pegarse a un índice ha resultado en ese horizonte temporal, una de las mejores, sencillas y baratas estrategias de inversión. En este caso, poco trabajo se le da al cerebro pues se trata de comprar, mantener y realizar aquellas aportaciones periódicas que cada uno establezca, con independencia del momento de mercado en el que se esté.

Para ilustrar lo comentado, nada mejor que analizar lo que ha sucedido hasta hoy mismo. Tomamos 3 carteras distintas desde 2004, donde en la primera (portfolio 1) se invierte el 100% en el S&P500, en la segunda (portfolio 2) el 100% en el Ibex 35 y, una tercera (portfolio 3) donde se coloca el 60% en el S&P500 y el 40% en renta fija (AGG) y comprobamos ahora los resultados, inflación ajustada. Los instrumentos a utilizar, simples y de fácil comprensión, son los ETF o fondos cotizados existentes más populares. El SPY para el caso de replicar el S&P500, el EWP para reproducir el comportamiento del Ibex-35 y el AGG para calcar una cartera de bonos USA. Todos estos ETFs hacen distribución al partícipe de sus correspondientes dividendos, con lo que debería ser el propio inversor el que reinvirtiese esos pagos recibidos. A nuestros efectos de cálculo, no se contemplan en la rentabilidad final.

Partiendo de una colocación de 10.000 USD en cada una de las carteras, el cuadro siguiente muestra los resultados para los 3 casos.

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La inversión en puro S&P (sin dividendos) ha generado una rentabilidad anual compuesta de crecimiento del 8,58%. Si somos de los que prefieren el índice local, invertir en el Ibex-35 mediante ese ETF ha supuesto generar una rentabilidad anual del 3,96% (aunque con mayor volatilidad). Si le añadimos los dividendos, de los mayores de las bolsas desarrolladas, esa tasa puede acercarse mucho a la del SPY (que tampoco incluye los dividendos). En el caso de un inversor que diversifica entre renta variable y fija, éste obtiene el mejor retorno por unidad de riesgo asumido de los tres casos, y una rentabilidad anual del 7,16% desde 2004.

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Así las cosas, fíjese cómo sin hacer mucho más que tomar la decisión meditada de poner a trabajar sus ahorros, seguir la estrategia pasiva correspondiente y cumplir con los plazos de dicha inversión, y pese a los momentos de pánico que se producen en el mercado, los resultados a largo plazo han justificado hasta la fecha, la inversión en bolsa. Pese a que soy un seguidor de la inversión en valor, toca reconocer que para un inversor medio que no pueda destinar el tiempo correspondiente a gestionar sus posiciones, este tipo de soluciones han demostrado ser las más eficientes y generadoras de mayor rentabilidad. Y si encima nos supone menor desgaste neuronal, pues mucho mejor.

Pensar mucho es malo, reduce la longevidad y, encima, te hace perder dinero en bolsa. Un estudio de un Instituto del Harvard Medical School (HMS) han llegado a las primeras evidencias de cómo, el nivel de acción del sistema nervioso, puede impactar en la esperanza de vida. Según ese informe, las personas que viven más tiempo (sobre los 85 años) tienen mayores niveles de una proteína llamada REST que, esencialmente y entre otras, puede alargar la vida al no someter a tanto trajín al cerebro. Es decir, a menor actividad neuronal, mayor longevidad.

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