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¿Cuánto vas a perder (esta vez), con tus fondos de inversión?
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Javier Molina

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¿Cuánto vas a perder (esta vez), con tus fondos de inversión?

El impacto del coronavirus es la incógnita, especialmente cuando venimos de un 2019 donde el crecimiento global y el comercio mundial fueron los más débiles desde la crisis de 2008

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En diciembre de 2019 entraron en fondos de inversión más de 1300 millones de euros, terminando el acumulado del ejercicio con suscripciones netas positivas de unos 1690 millones. En enero de este año, otros 1500 millones de euros se captaron en fondos, casi lo mismo que en todo el año anterior. Es decir, en 2 meses más de 2800 millones se destinaron a riesgo, fundamentalmente a renta fija y bolsa europea. En este último caso, las compras se han realizado en zona de máximos históricos, tanto en el caso de índices europeos como de los americanos, rescatando la vieja (y cierta) idea de que el inversor final llega tarde, compra caro y, a buen seguro, terminará vendiendo con pérdidas fruto del pánico. Al mismo tiempo que esto sucedía, los principales indicadores de sentimiento mundiales marcaban lecturas de máxima complacencia tras un 2019 excepcional para los mercados. Hoy, desafortunadamente, la narrativa es distinta.

Para situarnos con cierta perspectiva, desde 1928 y hasta el miércoles, sólo se han dado 327 días con caídas iguales o superiores al 3% en el caso del S&P500. Es decir, sólo en un 1,4% de las sesiones de bolsa (23147 en total) se ha terminado perdiendo esas magnitudes. Si las rentabilidades estuvieran normalmente distribuidas, se podría esperar ese tipo de variaciones unas 3,5 veces al año. Curiosamente, esos días suelen concentrarse en entornos de recesión. Siguiendo con este mismo tipo de análisis estadístico y tras estos fuertes movimientos, la rentabilidad siguiente generada suele ser positiva, colocándose por encima de la media del resto de sesiones, pese a existir cierta amplitud de la misma.

Foto: Un 'trader', en la Bolsa de Nueva York. (Reuters)

Pero esta semana, y siguiendo con el S&P 500, resulta que se han producido 2 días consecutivos de caídas superiores al 3% (lunes y martes) pasando entonces a otro nivel. En concreto y para aquel mismo espacio temporal, esto sólo se ha visto en un 0,17% de las jornadas, es decir, unas 40 veces. Siguiendo con la idea de la distribución normal, cabe esperar tales movimientos cada 2,5 años. En este caso, el 62% de esos días se concentran entre 1929 y 1933. Otro 12,5% hay que ubicarlo en la crisis financiera de 2008. En agosto de 2015 se dieron dos sesiones consecutivas con caídas del 3%, estando China también involucrada, esta vez en relación a las dudas sobre el crecimiento de su economía. En todos los casos y a 12 meses vista, los mercados se recuperaron generando rentabilidades muy positivas (con una media del +20%). Con respecto a toda la serie semanal y hasta el jueves, no hay referencia histórica similar equivalente a la forma en que se ha generado esta caída superior al 10%.

El círculo vuelve a repetirse. Tras varios años de alzas marcando máximos históricos (Ibex con dividendos incluido), y cuando menos espera, el mercado se cae. Esta situación que es impredecible y complicada de evitar debería estar, sin embargo, contemplada en toda estrategia de inversión seria. Observar el pasado puede ayudar a entender por dónde puede ir el futuro. Scott Nations, revelaba que son varias las características similares observadas en los últimos 5 “crashes” de las bolsas. En primer lugar, existe un mercado sobrevalorado. Tener un CAPE ratio de 30 veces contra la media de 16,7 puede ser, hasta cierto punto, considerado como una muestra de ese mercado de excesos. Contar con acciones de crecimiento que han generado unas rentabilidades, frente a las consideradas como “Value” tan importantes, es otro ejemplo de esa situación (gráfico fuente Morningstar, Fernando Luque).

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En segundo lugar, se producen en un entorno donde han triunfado ciertos artilugios financieros de dudosa bondad. En 2008, los derivados creados al abrigo del mercado inmobiliario terminaron por explotar. En el 2000, la fiebre por las “puntocom” dieron lugar a situaciones absurdas. En los tiempos actuales, el trading algorítmico (que está detrás de gran parte de los movimientos de estos días) y la gestión pasiva (tanto del lado de iliquidez, como del hecho de estar todos posicionados en el mismo lado) podrían ser esos catalizadores. En tercer lugar, existe un factor externo que funciona a modo de interruptor, pasando de la complacencia al miedo en cuestión de días. En 2001 tuvimos los ataques del 11/9, produciendo la mayor caída en un día del S&P500. Ahora podemos tener el impacto de una pandemia con repercusión seria sobre el crecimiento económico mundial.

En este sentido y a medida que se sigue trabajando en modelizar el impacto económico mundial del coronavirus, el mercado descuenta un crecimiento medio del PIB norteamericano del 1,9%. Utilizando datos monitoreados por “The Capital Spectator” vemos esa disparidad de opiniones en función de 8 fuentes distintas en el gráfico inferior. Algunos más negativos, reducen hasta el 1,3% ese dato trimestral. En China, estos mismos datos periódicos se espera sean muy negativos y, descontado esto, la pregunta cae ya del lado de la cantidad de estímulos monetarios y fiscales que deberán ponerse en marcha (y de su efectividad) que sean capaces de revertir esta situación.

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El verdadero impacto del coronavirus es la incógnita a resolver, especialmente cuando venimos de un 2019 donde el crecimiento global y el comercio mundial fueron los más débiles desde la crisis de 2008. De momento, el impacto en los mercados está siendo muy fuerte y, alimentado por todo el trading sistemático, (con estrategias de volatilidad incluidas) los movimientos se exageran y autoalimentan. Por primera vez en mucho tiempo, “comprar la caída” no está siendo secundada esta semana.

Así las cosas y ante la pregunta de qué hacer ahora, es fácil caer en un estado de cierta disonancia cognitiva. De un lado, las fuertes correcciones han suavizado (en parte) la valoración de muchas compañías, pudiendo ser una buena oportunidad para tomar posiciones en ciertos valores. El mercado asume así mismo, la llegada de nuevos estímulos monetarios y descenso de tipos de interés por parte de la Fed y en este momento de la película, el sentimiento inversor presenta ahora lecturas de extremo miedo, invitando a establecer posiciones de signo contrario. De otro lado, sin embargo, una caída tan brusca como la vivida esta semana empuja cuando menos, a la reflexión y espera. El modo pánico en que se encuentran las bolsas, los distintos “revenue warnings” dados por compañías como Apple, Microsoft o HP, la caída del crudo y la incógnita sobre el desenlace final de las implicaciones económicas del coronavirus, parecen indicar que mantenerse en liquidez es, de momento, lo más inteligente. Esperemos que los inversores que entraron en zona de máximos históricos tengan, por lo menos, una estrategia clara de posicionamiento en bolsa y como decía Einstein sepan ver que, en medio de la dificultad, reside la oportunidad.

En diciembre de 2019 entraron en fondos de inversión más de 1300 millones de euros, terminando el acumulado del ejercicio con suscripciones netas positivas de unos 1690 millones. En enero de este año, otros 1500 millones de euros se captaron en fondos, casi lo mismo que en todo el año anterior. Es decir, en 2 meses más de 2800 millones se destinaron a riesgo, fundamentalmente a renta fija y bolsa europea. En este último caso, las compras se han realizado en zona de máximos históricos, tanto en el caso de índices europeos como de los americanos, rescatando la vieja (y cierta) idea de que el inversor final llega tarde, compra caro y, a buen seguro, terminará vendiendo con pérdidas fruto del pánico. Al mismo tiempo que esto sucedía, los principales indicadores de sentimiento mundiales marcaban lecturas de máxima complacencia tras un 2019 excepcional para los mercados. Hoy, desafortunadamente, la narrativa es distinta.

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