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Javier Molina

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¿Qué hago ahora con mi dinero?

Venimos de una racha de demasiada euforia. No se trata de vender todas las acciones, pero aún no es demasiado tarde para que cada inversor se replante su propensión al riesgo

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Mucho tiempo antes de entrar en modo pánico por las implicaciones económicas del coronavirus, las posibilidades de entrar en un mercado bajista normal y necesario, no eran menores. Otra cosa es que, dada la tendencia dominante, un inversor debía estar pegado a la misma pues, quedarse fuera de un mercado como el que hemos tenido hasta hace unas semanas era, bajo todo punto de vista, un error flagrante. Llegado el caso, el momento de abandonar el tren es cosa de cada inversor, debiendo responder esa decisión a la estrategia desarrollada por cada uno.

Si observamos lo sucedido en el S&P500 en los últimos días, con sesiones donde se han dado caídas y recuperaciones del 4%, llama la atención que este tipo de comportamientos tiende a concentrarse en momentos de recesión económica. Partiendo de 1928 en ese índice y hasta ayer, los datos así lo demuestran. Hay que remontarse hasta la crisis financiera de 2008 para obtener variaciones absolutas de esas magnitudes y, anteriormente, a los años 2000 y 1987. Del mismo modo, la última semana de febrero quedará, de momento, como la cuarta peor en términos de rentabilidad, desde 1950.

Si seguimos tirando de datos históricos y tomamos las 11 peores semanas de los últimos 90 años, resulta que en un 81% de los casos, la rentabilidad siguiente generada fue positiva. Desde el punto de vista de volatilidad, se triplicaron los niveles medios de toda la serie.

Así mismo y como decía al principio, la probabilidad de entrar en un mercado bajista es cada vez más alta en base a varios factores. En primer lugar, el “Conference Board LEI” o índice económico líder (que se calcula en base a 10 variables clave) configurado para dar pistas sobre la actividad económica futura, está dando señales de agotamiento y giro. En segundo lugar, las previsiones (MacroBond & Nordea) sobre desempleo en US apuntan a incrementos en los próximos 7-10 meses, situación que no suele darse fuera de un deterioro de las condiciones económicas. En tercer lugar, las altas valoraciones en las que se encuentra el mercado y la inversión de la curva de tipos, señalan igualmente ese riesgo.

En este entorno, el coronavirus ha venido a adelantar los temores y riesgos para la economía. Pese a que nadie sabe ni puede modelizar cuánto y cómo impactará, en el mejor de los casos las implicaciones negativas pueden extenderse varios meses. Dado el momento final del ciclo económico y el mínimo margen de error sobre unas acciones, hasta la semana pasada en máximos históricos, entrar en recesión global es el miedo que domina actualmente al mercado.

Si añadimos la entrada indiscriminada, durante más de una década, de flujos en fondos de gestión pasiva que no atienden a estrategia alguna ni donde el precio pagado es importante, el mismo movimiento, pero de signo contrario, se ha empezado a ver en estas últimas sesiones y puede continuar en los próximos meses. El inversor está descubriendo que también puede perder en la misma magnitud que lo hace el mercado y, al no contar con gestor alguno, nada le permitirá escaparse de la quema si está continua.

Así las cosas, e intentando responder a la pregunta planteada, aún no es demasiado tarde para que cada inversor se replante su propensión al riesgo. Venimos de muchos años de tendencia alcista clara, donde la euforia ha dominado el proceso de asignación de recursos y donde se han dado pocos sobresaltos, recuperados, además, de forma muy rápida. Pero una vuelta en “V” de las bolsas como algunos plantean, no es típica en estas condiciones de mercado. Tampoco se trata de vender todo y salir en modo pánico, sino de adaptarse al plazo y riesgo que se está dispuesto a asumir. Tal vez sea buen momento para pasar a una gestión más activa, donde el descubrimiento del valor sí importe y nos permita, a pesar de todo, nadar y guardar la ropa.

Mucho tiempo antes de entrar en modo pánico por las implicaciones económicas del coronavirus, las posibilidades de entrar en un mercado bajista normal y necesario, no eran menores. Otra cosa es que, dada la tendencia dominante, un inversor debía estar pegado a la misma pues, quedarse fuera de un mercado como el que hemos tenido hasta hace unas semanas era, bajo todo punto de vista, un error flagrante. Llegado el caso, el momento de abandonar el tren es cosa de cada inversor, debiendo responder esa decisión a la estrategia desarrollada por cada uno.

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