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Bitcoin, 'halving' y el impacto del covid-19
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Javier Molina

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Bitcoin, 'halving' y el impacto del covid-19

Con el transcurso del tiempo, la propiedad de funcionar como una posible reserva de valor a modo de oro digital, es la apuesta que muchos inversores están haciendo

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El bitcoin (BTC) pretende ser una forma eficiente de intercambiar valor en cualquier parte de mundo a través de internet, siendo accesible por cualquier persona y a cualquier hora, los 365 días del año. Al ser un activo global, descentralizado (en la medida que no depende de una entidad central), fungible, escaso (dada su oferta monetaria finita), divisible y que cuenta con la mayor demanda y liquidez del “cripto-sistema” tras sus 11 años de existencia, se posiciona como el mejor activo de referencia para ser así utilizado. La gran seguridad de su red (conseguida gracias a los principios aplicados de criptoeconomia), la transparencia y capacidad de verificación, así como la irreversibilidad de las transacciones ejecutadas, le confieren una serie de ventajas únicas. De otro lado, el grado de adopción aún presenta retos importantes y necesita incrementarse, la volatilidad sigue siendo muy elevada y su verdadero potencial está todavía en pleno desarrollo.

Con el transcurso del tiempo, la propiedad de funcionar como una posible reserva de valor a modo de oro digital, es la apuesta que muchos inversores están haciendo. En este sentido y en la capacidad de que eso pueda realmente ocurrir a escala global, este año marcará a mi juicio, el test definitivo para ver si esa transición se culmina y si el bitcoin pasa o no, a ser percibido y asimilado como divisa con propiedades similares o superiores al oro.

Foto: Fotografía de archivo del inversor Warren Buffet. (Reuters) Opinión
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La primera de esas variables objeto de análisis viene del lado de la escasez que el bitcoin presenta. Estando limitada la emisión a 21 millones de BTC, y teniendo un modelo de incentivos establecido para garantizar la seguridad de la red (es lo que hacen en los mineros), el impacto que el próximo “halving” o reducción de aquellas recompensas tendrá en los precios, será clave en ese sentido. Si bien este hecho puede estar ya incluido parcialmente en el precio, y gran parte de los mineros han ajustado sus modelos de negocio (los que puedan mantener la actividad gracias a su mayor eficiencia), todo el ruido que se generó en el pasado acabó por incidir positivamente en la cotización y en el número de direcciones creadas. Pasado un periodo de unos 15 meses desde ese “halving”, el precio del BTC alcanzó un nuevo máximo histórico.

(Gráfico: halving en tendencias de Google).

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La situación y desarrollo del mercado no tiene nada que ver con las anteriores fechas de reducción de recompensas pues, por ejemplo, no existía un mercado de derivados tan desarrollado como el actual donde poder cubrir posiciones. Esto puede permitir no sufrir tanta volatilidad tras esas fechas mientras que, se digiere la desconexión de aquellos mineros menos eficientes y el grado de complejidad se ajusta hasta llegar a un nuevo equilibrio.

El modelo de la escasez “stock to flow” adquiere aquí cierta relevancia y el comportamiento respecto al mismo marcará una de esas primeras pruebas a superar. La idea subyacente es que, a mayor escasez mayor precio pues, los agentes en su afán por diversificar carteras o buscar esa reserva de valor, terminarán incorporando una pequeña porción del activo digital en sus portfolios. Incremento de demanda ante un bien con oferta limitada. El modelo va ajustando el flujo de BTC minados e incorporados al mercado, proyectándolos contra un posible precio correspondiente. Al final lo que realmente importa es el impacto que estos eventos van provocando sobre el grado de adopción y mayor desarrollo del ecosistema, junto con la convicción de poder estar ante una reserva de valor futura.

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Una de la tesis que se argumenta con respecto a la capacidad de funcionar como activo refugio, tiene que ver con la poca correlación del BTC con los activos clásicos como los índices de acciones, bonos o materias primas. Sin embargo, en la actual crisis provocada con el covid-19, el bitcoin experimentó el 12 de marzo una caída del 50% frente al 10% que perdió el S&P 500. En esa situación, muchos inversores se sorprendieron de esta fuerte correlación en la caída, y del no funcionamiento como refugio del BTC. Sin embargo, la dimensión de la pandemia, las implicaciones de sus efectos económicos y la búsqueda de liquidez en todo tipo de instrumentos, oro incluido, provocaron esa sincronía en las caídas.

Mientras unos piensan que se trata de una característica excepcional que no volverá a repetirse, lo cierto es que la criptomoneda sufrió como lo hicieron los productos clásicos, por la existencia de apalancamiento en multitud de estrategias. Según datos de Coinbase, unos días antes del crash existía un monto cercano a los 4.000 millones de USD colocados en productos apalancados en Exchanges (destacando especialmente BitMEX). El tener que cerrar esas posiciones, bien por llegar a límites de garantías, bien por cierre de operaciones de todo tipo, terminó por afectar al precio y se generó un efecto cascada. Esto ha vuelto a poner de manifiesto la poca madurez del mercado y la necesidad de mayores controles en esas Exchanges.

A cierre del mes de abril, sin embargo, el BTC vuelve a recuperar su poca correlación con los activos clásicos y deja ciertas conclusiones que considerar. Siguiendo con datos de Coinbase y con respecto a sus clientes, en este periodo de depresión de 48 horas, se vieron depósitos totales 5 veces superiores a la media de los 12 últimos meses, se doblaron las aperturas de nuevas cuentas y el volumen total se multiplicó por 6. Además, el bitcoin sale fortalecido como activo de referencia y lo vuelve a colocar como el preferido por los inversores.

Otra de las variables a contemplar pasa por la capacidad del BTC por reducir su volatilidad. Si comparamos la anualizada contra el S&P500, y pese a que la del BTC es 5 veces superior, la tendencia de largo plazo es bajista e, incorporando la rentabilidad en la ecuación, empezamos a ver una mayor fortaleza del bitcoin. El mes de abril termina con una rentabilidad negativa anual del 10% para el S&P500 frente a un alza del BTC cercana al 25%.

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tro de los datos fundamentales objeto de análisis que viene a reforzar la conclusión anterior, es el número de direcciones que se van creando y su tendencia, así como la magnitud de aquellas que tienen más de 0,1 BTC en balance. Respecto a las primeras y tras la caída experimentada hasta mediados de 2018, se ha ganado cierta tendencia positiva mantenida hasta la fecha (grafico vía Intotheblock.com).

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Con respecto al número de direcciones con posición mayor a 0,1BTC, el total aproximado es de 3 millones, que supone un aumento acumulado en lo que va de 2020 de cerca del 8%.

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En línea con estos datos, es de importancia relevante el tiempo que se mantienen los bitcoin en cartera. A cierre de abril y para unos 19 millones de direcciones (63% del total), el periodo medio ponderado de permanencia de un BTC en cartera es de 4,7 años. Solo un 8% de los inversores los mantiene menos de un mes. (Gráfico vía Intotheblock.com)

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A modo de anécdota, hace unas semanas y coincidiendo con el pago del cheque de estímulo por el covid-19 en Estados Unidos, sucedió un hecho curioso. Los días en los que se procedió al pago de esta ayuda, el operador Coinbase vio como crecía el número de depósitos en sus cuentas de clientes justo por ese monto. Este operador regulado solo ofrece servicios con criptomonedas.

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Por último, otra de las variables que deberán continuar con su evolución, cae sobre el mercado de futuros y el interés abierto (OI). Un crecimiento sostenido de estas posiciones, llevan implícito un aumento de la adopción y una reducción de la volatilidad. El aumento en el mercado de futuros regulado (CME) de este primer trimestre de 2020 contra el mismo del año anterior, es del 120% en términos de volumen. Esto debería repercutir en la mayor asunción del BTC como un oro digital en el futuro.

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Así las cosas y mientras el precio parece querer romper al alza la zona de los 9500 USD, el BTC ha recuperado todo lo perdido en los días de pánico provocados por la pandemia. Como ya sucediera en el caso del oro en la crisis financiera de 2008, donde perdió cerca de un 30%, éste sigue siendo un activo no correlacionado, cuya función de activo refugio se ha mantenido en el largo plazo. En el caso del BTC y en su camino hacia la transformación en reserva de valor digital, pese a pasar por episodios como el vivido en marzo, el resto de variables parecen indicar que el camino que se va trazando es sólido y que, a fin de cuentas, la adopción pese a ser lenta, es firme y sostenible.

El bitcoin (BTC) pretende ser una forma eficiente de intercambiar valor en cualquier parte de mundo a través de internet, siendo accesible por cualquier persona y a cualquier hora, los 365 días del año. Al ser un activo global, descentralizado (en la medida que no depende de una entidad central), fungible, escaso (dada su oferta monetaria finita), divisible y que cuenta con la mayor demanda y liquidez del “cripto-sistema” tras sus 11 años de existencia, se posiciona como el mejor activo de referencia para ser así utilizado. La gran seguridad de su red (conseguida gracias a los principios aplicados de criptoeconomia), la transparencia y capacidad de verificación, así como la irreversibilidad de las transacciones ejecutadas, le confieren una serie de ventajas únicas. De otro lado, el grado de adopción aún presenta retos importantes y necesita incrementarse, la volatilidad sigue siendo muy elevada y su verdadero potencial está todavía en pleno desarrollo.

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