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¿Hay que gestionar el riesgo al invertir en bitcoin?
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Javier Molina

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¿Hay que gestionar el riesgo al invertir en bitcoin?

El juego de las emociones termina por normalizar aquello que no lo es, incorporándolo el inversor como parte de la realidad irreal

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Bitcoin (Reuters)

En un contexto donde los principales índices mundiales están en zona de máximos históricos, con precios del sector inmobiliario US superando todos los records previos, donde los diferenciales de los bonos de alto riesgo vuelven a zona de mínimos, donde los precios de las materias primas agrícolas están en máximos de 7 años y con los criptoactivos superando una capitalización de 2 billones de USD (dato que hay que depurar), la noción del riesgo llega un momento que, por arte de magia, desaparece de la operativa de muchos inversores.

Y es que cuando se lleva acumulada una rentabilidad media anual compuesta (CAGR) del 163% en 10 años, o del 78% si la observas a 3 ejercicios en el caso del bitcoin (BTC), o del 12% y del 17% para el S&P500 y en esos mismos plazos, el juego de las emociones termina por normalizar aquello que no lo es, incorporándolo el inversor como parte de la realidad irreal.

Es por eso que he venido criticando (especialmente) desde hace mucho tiempo, la falta de control de riesgo y la especulación sin conocimiento al operar con criptoactivos. Especial mención merece uno de los fenómenos más absurdos observados bajo lo que se ha venido en llamar “el dilema del prisionero en bitcoin (BTC)”. Según esto, los “bitcoiners” deben cooperar y ganar (manteniendo sus posiciones a largo plazo) y no traicionar a esa comunidad vendiendo sus posiciones. Así todos ganarían al producirse un alza de precio al aumentar la demanda, con independencia de la utilidad que verdaderamente se estaría aportando. De este modo existe una especie de “obligación moral” que se va adquiriendo a medida que uno se auto convence de tal dilema.

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Todo esto está muy bien, pero al margen de que seamos o no creyentes, y que tengamos o no capacidad para intuir los nuevos negocios que la tecnología y los activos digitales aportan, el control y gestión del riesgo nunca puede dejarse de lado. Un activo que tiene una volatilidad anualizada del 80% es una bomba de relojería para quien no lo entiende, éste ha generado “drawdowns” del 75% en menos de 13 meses y termina impulsando al cierre en pérdidas a aquellos jugadores que, abducidos por el anterior dilema, se dan cuenta de repente que Elon Musk, último influencer del entorno cripto, vende una pequeña parte de sus posiciones que se pensaba era para la tesorería de largo plazo, generando importantes beneficios que no entienden de moralina alguna.

La principal herramienta con la que se cuenta, una vez comprendida la utilidad que cada proyecto plantea, pasa por la correcta asignación de recursos. Es decir, dentro de un portfolio global, la parte destinada a criptoactivos debe estar totalmente limitada. Casi diría que, con independencia del perfil de riesgo de cada uno, el máximo invertido no debiera de superar el 5%. Eso permite controlar la volatilidad global de su cartera y limitar el riesgo. En segundo lugar, deben realizarse los ajustes periódicos de esas ponderaciones pues, de no hacerlo y sin darse uno cuenta por el estado emocional generado, se termina por asumir un mayor riesgo del previsto. Esto es especialmente importante tras alzas de cotizaciones como las experimentadas en el último año. Suponiendo que el resto de la cartera no ha variado, el que bitcoin (BTC) suba en el último año un 500%, supone que aquel porcentaje inicial es ahora superior al 20%. Es decir, está asumiendo un riesgo mucho mayor del inicialmente establecido. A eso me refiero con re-balancear la cartera hasta regresar al nivel deseado de riesgo global.

Uno debe estar dispuesto a participar en este nuevo paradigma, pero en ningún caso, caer en el olvido de la gestión del riesgo

Otra de las formas que tiene para controlar el riesgo pasa por aplicar sistemas de control de volatilidad. Al producirse aumentos, se reduce la posición con el objetivo de bajar ese nivel de exposición. Así mismo, el tomar posiciones a nivel de infraestructura (Blockchain) y no de las aplicaciones que se van generando en capas superiores, consigue disminuir el riesgo. Todo esto, obviamente, bajo la idea de que el inversor lleva a cabo sus estudios y entiende perfectamente lo que cada proyecto incorpora.

Así las cosas y existiendo multitud de herramientas fácilmente aplicables, en estos tiempos donde lo irracional es visto como racional en todos los activos y especialmente en el de los digitales, uno debe estar dispuesto a participar en este nuevo paradigma, pero en ningún caso, caer en el olvido de la gestión del riesgo pues, como en todos los activos, es una pieza clave para garantizar el futuro y no terminar atrapado.

En un contexto donde los principales índices mundiales están en zona de máximos históricos, con precios del sector inmobiliario US superando todos los records previos, donde los diferenciales de los bonos de alto riesgo vuelven a zona de mínimos, donde los precios de las materias primas agrícolas están en máximos de 7 años y con los criptoactivos superando una capitalización de 2 billones de USD (dato que hay que depurar), la noción del riesgo llega un momento que, por arte de magia, desaparece de la operativa de muchos inversores.

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