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De Vuelta
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¿Invertir en empresas de vicio?
Ciertos sectores y actores denostados por aquella industria sostenible, van igualmente adaptándose a los nuevos tiempos
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En los últimos tiempos, a la hora de decidir cómo y dónde asignar nuestros ahorros, una parte cada vez mayor de las propuestas que desde la industria de inversión se ofrecen, pasan de una u otra forma, por la integración en aquellas de los factores ESG (medioambientales, sociales y de gobierno corporativo). Bajo la idea de que las empresas tendrán mayor éxito y serán capaces de generar mayores utilidades presentes y futuras, si crean valor para todos los grupos de interés (trabajadores, clientes, accionistas, etc.), se han venido añadiendo estos factores en las decisiones de inversión. Inversión ética o basada en valores, la inversión sostenible o de impacto y aquellas que integran los criterios ESG son las formas generales de enfrentar tal acometido.
En este sentido y si atendemos a cuáles son ahora los factores globales que un inversor debe analizar, al clásico binomio de rentabilidad-riesgo, se le ha añadido el elemento ESG y, cada vez más de moda, todo el tema social. Este “cuadrilátero de la inversión” va ganando cada vez más importancia y, a la vista del cambio generacional y trasvase de riqueza que viene, con unos millennials cada vez más sensibles a todo el tema medioambiental y social, la inversión responsable y sostenible no hará más que crecer en el futuro.
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Sin embargo y aunque cada vez con menor peso relativo, ciertos sectores y actores denostados por aquella industria sostenible, van igualmente adaptándose a los nuevos tiempos. Por ejemplo, a aquellas compañías centradas en el negocio del tabaco, el alcohol, el juego, las armas y demás vicios cotizados, se han ido sumando algunas tendencias observadas en cuanto a los productos que se consumen en el tiempo libre de las personas. La marihuana o el juego online son unos de los más recientes casos de esta adaptación al medio, e incorporación en los fondos y vehículos de inversión. Para la primera y hasta 2026, se estima una tasa de crecimiento anual compuesto (CAGR) del 32%. En el caso del “Gaming”, entre 2021 y 2026 se espera que esa CAGR sea del 11%. Así y mediante una asignación oportunista e inteligente de los recursos, se viene potenciando esta otra parte de la industria mal vista desde un punto de vista de ese bien general.
En función de la “shunned-stock hypothesis” se vendría a poner de manifiesto que esas acciones que se evitan terminan por cotizar a ratios mucho menores y, en consecuencia, ofrecen rentabilidades esperadas mayores que podrían llegar a compensar el coste emocional de invertir en ellas. Distintos documentos y estudios realizados al respecto sobre este grupo llamado “Sin stocks” sacan algunos puntos interesantes a considerar. De un lado, resulta que esas compañías del vicio son capaces de generar “alpha” frente a las compañías que toman criterios ESG. Por lo visto, y siempre según esos reportes mencionados, esta situación se da por la mayor rentabilidad generada y la optimización de sus recursos frente a la corporación media. Además, las acciones del vicio presentarían una menor beta y estadísticamente, se comportan mejor que un portfolio de factor BAB. Por último y echando un vistazo a las IPOs, resulta que estas “Sin Stocks” presentan valoraciones medias muy por debajo del resto de acciones de fuera del sector.
Vamos hacía un entorno donde esos criterios ESG deben y van a prevalecer sobre el resto
Otro estudio realizado entre 1980 y hasta 2019, pone de manifiesto ese carácter defensivo de las acciones del vicio debido a la naturaleza anti cíclica de las mismas, donde se observa que son menos dependientes de los ajustes y vaivenes económicos. Así mismo se obtienen rentabilidades por encima del índice de referencia (S&P500), una ratio de Sharpe mayor y un menor riesgo sistemático. No obstante, y con respecto a este último punto hay que añadir que, de prolongar el estudio en estos últimos dos años, la diferencia de rentabilidad no se ha seguido generando en el tiempo y tendrá que ser matizado.
Así las cosas y desde un punto de vista de inversión, si bien es cierto que vamos hacía un entorno donde esos criterios ESG deben y van a prevalecer sobre el resto, para aquellos que piensen que nos dirigimos hacía un marco de menor crecimiento económico y menor confianza del consumidor, este tipo de “Sin stocks” por su naturaleza más defensiva, podría ayudar a reducir el riesgo global de inversión. Otra cosa es que una inversión así nos deje dormir por la noche o que, como dicen algunos, veamos como esas acciones del vicio reciben algún sello de sostenibilidad y pierden parte de sus virtudes. De todo hemos visto en el mundo del dinero.
En los últimos tiempos, a la hora de decidir cómo y dónde asignar nuestros ahorros, una parte cada vez mayor de las propuestas que desde la industria de inversión se ofrecen, pasan de una u otra forma, por la integración en aquellas de los factores ESG (medioambientales, sociales y de gobierno corporativo). Bajo la idea de que las empresas tendrán mayor éxito y serán capaces de generar mayores utilidades presentes y futuras, si crean valor para todos los grupos de interés (trabajadores, clientes, accionistas, etc.), se han venido añadiendo estos factores en las decisiones de inversión. Inversión ética o basada en valores, la inversión sostenible o de impacto y aquellas que integran los criterios ESG son las formas generales de enfrentar tal acometido.