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¿En qué se parece bitcoin al S&P 500?
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Javier Molina

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¿En qué se parece bitcoin al S&P 500?

Resulta que toca admitir en base a los datos acumulados hasta hoy, que la operativa en el S&P 500 y la realizada en bitcoin tienen una característica común: el “comprar y mantener”

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Siempre he sido un defensor de la gestión del riesgo a la hora de invertir, tanto en mercados tradicionales como en los activos digitales representativos de la criptoeconomia. La fuerte volatilidad existente en estos últimos, fruto de estar ante una generación de protocolos totalmente disruptivos, muchos de ellos descentralizados y generadores de nuevos modelos de negocio, cuya valoración resulta hoy día aún compleja dada su corta historia y su continuo descubrimiento de valor y utilidad, me ha llevado a extremar la cautela al máximo. Del mismo modo y en el caso de los índices de renta variable como por ejemplo el S&P 500, imagino que el haber sufrido en carne propia las caídas de los años 2000 y 2008, le hacen a uno buscar estrategias donde la preservación de capital, sea una de las prioridades en todo proceso de asignación de ahorros.

Sin embargo y como decía en el titular, resulta que toca admitir en base a los datos acumulados hasta hoy, que la operativa en el S&P 500 y la realizada en bitcoin (BTC) tienen una característica común: el 'comprar y mantener' (Buy and Hold), evitando hacer 'market timing', ha resultado ser generadora de mayor rentabilidad en plazos de 3, 5 y 10 años. En la siguiente tabla (fuente NYDIG) se recoge la rentabilidad anual (dividendos incluidos) del S&P comparando cuatro situaciones diferentes. En primer lugar, observamos cuál hubiera sido la rentabilidad generada por el índice en esos plazos y en caso de mantener, sin movimiento alguno, la posición. Así y a 5 años, por ejemplo, se hubiera generado un 18% anual. En segundo lugar y en caso de perdernos el mejor año, en ese mismo plazo observamos una pérdida de un 2,7% anual, que sube hasta casi un 10% anual si nos perdemos, por estar fuera de mercado, los 5 mejores meses. Lo mismo sucede para el resto de periodos contemplados.

Si ahora realizamos el mismo cálculo para el caso del bitcoin (BTC) y pese a tener datos mucho más explosivos, la conclusión viene a ser similar. Perderse los mejores meses ha sido nefasto desde un punto de vista de rentabilidad. Si tomamos los resultados a 5 años, el mantener una posición sin moverse ha generado un 141,9% anual. Si nos hemos perdido el mejor mes, se baja hasta un 117,5% y, como en el caso anterior, perder los 5 mejores meses reduce la rentabilidad hasta el 51%. Lo mismo sucede para plazos mayores.

En el análisis realizado utilizando las mismas fuentes, se comprueba lo que hubiera sucedido en caso de perdernos el mejor mes de rentabilidad, pero evitando también el peor mes del periodo. Para ello y empezando por el caso de bitcoin (BTC), resulta que a 5 años el “comprar y mantener” también hubiera generado mejores resultados. En concreto ese 141,9% baja hasta un 138% en caso de perder el mejor mes y evitar el peor de cada ejercicio. Si lo vemos perdiendo los 5 mejores meses, pero evitando los 5 peores, aquella rentabilidad baja hasta un 120,3%. Lo mismo sucede a plazos mayores donde, pase lo que pase en ese contexto, siempre es mejor mantener la posición sin intentar hacer “market timing”. Ese mismo cálculo, sin embargo, para el caso del S&P500 no genera cambios significativos.

Así las cosas y desde un punto de vista de gestión, permanecer invertido a largo plazo una vez comprendida la estrategia que se desea acometer y siendo conscientes de la posición de valor perseguida, resulta ser más rentable que intentar hacer “timing” de mercado. Perderse los mejores meses, tanto en el caso del S&P 500 como en el caso de bitcoin, tiene un gran impacto en términos de rentabilidad. Otra cosa muy distinta es que, en el corto plazo asistamos a fuertes correcciones que no sean realmente asumibles por los inversores, en cuyo caso se trataría de identificar previamente el verdadero perfil de inversor que cada uno tiene pues, al final, resulta ser la verdadera clave que cierra estas observaciones.

Siempre he sido un defensor de la gestión del riesgo a la hora de invertir, tanto en mercados tradicionales como en los activos digitales representativos de la criptoeconomia. La fuerte volatilidad existente en estos últimos, fruto de estar ante una generación de protocolos totalmente disruptivos, muchos de ellos descentralizados y generadores de nuevos modelos de negocio, cuya valoración resulta hoy día aún compleja dada su corta historia y su continuo descubrimiento de valor y utilidad, me ha llevado a extremar la cautela al máximo. Del mismo modo y en el caso de los índices de renta variable como por ejemplo el S&P 500, imagino que el haber sufrido en carne propia las caídas de los años 2000 y 2008, le hacen a uno buscar estrategias donde la preservación de capital, sea una de las prioridades en todo proceso de asignación de ahorros.

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