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¡Menos acciones y más vino!
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Javier Molina

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¡Menos acciones y más vino!

Tal vez sea buen momento para re-balancear las carteras y aumentar la liquidez, plantear la inversión 'value' como una forma de disminuir el riesgo global y ser, en definitiva, mucho más selectivo que en el pasado

Foto: Barriles de vino.
Barriles de vino.

Me resulta siempre interesante, llegadas estas fechas de final de año, estudiar la secuencia de previsiones, niveles objetivos y razones subyacentes esgrimidas por Wall Street con respecto a lo que podemos esperar de los mercados en el ejercicio siguiente. Conocido el sesgo alcista de los mismos y la incapacidad de prever los fuertes ajustes que se han ido produciendo en el pasado, llama siempre la atención la predisposición a mantener el statu quo del movimiento en marcha.

En ese sentido y con respecto a 2022, pese a las dudas sobre la situación del ciclo actual, las altas valoraciones existentes en todos los activos, los cambios de política monetaria que vienen, o las consecuencias que la crisis sanitaria puede deparar en sus distintas variantes, la media del consenso de mercado a fecha de hoy, vuelve a situar la proyección del S&P500 un 5% por encima de los precios presentes. Si bien el rango del mercado muestra fuertes divergencias, entre el 4% negativo (Morgan Stanley) y hasta un 15% positivo (BMO), la mayoría sitúa el índice por encima de los 5000 puntos advirtiendo, eso sí, de que se producirán revisiones de esos objetivos.

Tras los leves ajustes de la semana pasada, los inversores han vuelto a aprovechar para abrir posiciones largas en renta variable

Entre las razones más comunes, muchas dentro de una misma visión de alza de tipos en un entorno inflacionario donde, no obstante, la liquidez sigue fluyendo (aunque a menor ritmo), encontramos la confianza en un mayor gasto de todos los agentes, la continuación de los buenos resultados empresariales (al menos de aquellas empresas cuyo peso en el índice es mayor), una continuidad del crecimiento del PIB mundial y la confianza en una Fed que no se equivocará esta vez al anunciar y ejecutar sus próximos movimientos.

Y mientras toda esa narrativa se va creando y lanzando hacía el público inversor, tras los leves ajustes de cotizaciones de la semana pasada, la realidad muestra que los inversores han vuelto a aprovechar para abrir posiciones largas en renta variable. Es decir, la entrada de flujos en riesgo sigue siendo la tónica a destacar en 2021, cuando, a punto de cerrar el año, ha entrado más dinero en renta variable global en un año que en los últimos veinte (superando los 900.000 millones de USD). Para ver hasta dónde llega esta ansia por estar invertido, hasta el ETF sobre el Nasdaq100 apalancado 3 veces (TQQQ), experimentó la mayor entrada diaria de dinero desde 2010, esta misma semana.

En ese contexto de complacencia y buenas previsiones, cuando el explorar alternativas que permitan diversificar un poco el riesgo, pueden llamar la atención de algunos inversores. Y es ahí que nos encontramos con el mercado global del vino, cuyo volumen de negocio se estima rondará los 500.000 millones de USD en 2027, con una tasa anual de crecimiento (CAGR) esperada del 5%.

Sin embargo, no son esas proyecciones las que pueden atraer desde un punto de vista de inversión, sino la capacidad de resiliencia mostrada en momentos de crisis y caídas de cotizaciones, donde se han dado ajustes mucho menores y se ha mostrado una capacidad de recuperación más rápida.

Centrados en el nicho de mercado formado por el 'fine wine market', este es el que presenta mayor interés dado el aumento del volumen experimentado, la rentabilidad generada, la baja volatilidad y correlación observada y la muy limitada oferta de ese tipo de vino premium. Este mercado secundario ha marcado récord de negociación en 2021, ha visto entrar a nuevos inversores, y a las zonas geográficas clásicas (Bordeaux, Burgundy o Tuscany) se han añadido otras como la de Rhône o California. Durante la pandemia, el impulso de este tipo de inversión se ha visto reforzada, y factores como la eliminación de las tarifas sobre el vino europeo impuestas por Estados Unidos o la llegada de coleccionistas y entusiastas, ha abierto las puertas a un número mayor de público interesado en este tipo de vino de alta calidad.

Uno de los índices que recogen este movimiento es el “Liv-ex Fine Wine”, que sirve de activo de referencia en el sector y se centra en la evolución de 50, 100 o 1000 referencias de vino premium. Si tomamos el que incluye 100 referencias (LIVX100), las añadas seleccionadas empiezan desde el año 2000 y llegan hasta 2016, siendo Francia el país de mayor peso relativo, seguido de Italia y Estados Unidos. Muy extraño me resulta encontrar solo una referencia española (el Vega Sicilia Único de 2009) dentro de esta selecta lista de componentes, dada la calidad y variedad de nuestro mercado.

Lo interesante radica en el gran y rápido desarrollo que está experimentando el nicho de mercado del vino premium

Lo interesante, más allá del momento de máximos históricos que se está disfrutando, radica en el gran y rápido desarrollo que está experimentando este nicho de mercado. Es decir, se está produciendo una profesionalización del mismo, una facilidad de acceso a más inversores y apasionados del vino, cada vez existe un número mayor de vinos en secundario (se han negociado más de 11450 referencias con un alza del 10% frente al 2020), el número de productores ha subido casi un 8% en un año hasta alcanzar los 4400 y se está saliendo de las zonas clásicas como la de Burdeos, al tiempo que se va abriendo el camino a nuevas referencias que van desde los de Mallorca (sin duda un tesoro por descubrir) hasta los de la Aconcagua en Chile.

Así las cosas y en estos momentos de previsiones y ficciones varias, tal vez sea buen momento para re-balancear las carteras y aumentar la liquidez, plantear la inversión 'value' como una forma de disminuir el riesgo global y ser, en definitiva, mucho más selectivo que en el pasado. Cuando expectativas y realidad no coinciden, el mercado nos sorprende con volatilidad, mucha volatilidad. En ese sentido y llegado el caso, mejor que nos pillen con mucho vino y con menos acciones.

Me resulta siempre interesante, llegadas estas fechas de final de año, estudiar la secuencia de previsiones, niveles objetivos y razones subyacentes esgrimidas por Wall Street con respecto a lo que podemos esperar de los mercados en el ejercicio siguiente. Conocido el sesgo alcista de los mismos y la incapacidad de prever los fuertes ajustes que se han ido produciendo en el pasado, llama siempre la atención la predisposición a mantener el statu quo del movimiento en marcha.

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