De Vuelta
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Cierra los ojos y ni se te ocurra vender
No hay que tomar riesgos innecesarios, criptos que no se entienden entre ellos, y al final se trata de no olvidar nunca que el riesgo existe y que uno debe estar preparado para surfearlo
Podría darles miles de razones por las que, a estas alturas de los mercados, uno podría deducir que pasar a una cartera más defensiva, de liquidez, o de exposición mínima con respecto a su posicionamiento en acciones o criptoactivos, resultase ser la mejor estrategia posible a desarrollar. No le negaré que la lógica de lo que viene llamándose la “burbuja de todo” apunta hacía ese lado. Altas valoraciones globales, deuda disparada, balances de los bancos centrales en record históricos, tensiones inflacionarias, situación de pandemia no resuelta o dudas sobre la capacidad de generar mayores beneficios de las empresas son, a buen seguro, algunas de las causas de esos temores.
Sumidos en un entorno donde los últimos datos de inflación (CPI) en USA muestran incrementos del 7% (YoY), en lo que supone el mayor dato desde 1982, y un cambio de política monetaria de la FED donde el peligro reside en el drenaje de liquidez de los mercados, nos viene a la cabeza aquello de “Don’t fight the Fed” que tantas veces leímos y escuchamos en el inicio de ciclo. Por resumir y como decía de forma muy correcta Hugo Ferrer el otro día, “a vista de águila, tendría cuidado con este mercado”.
Nuevo en mi blog:
— Hugo Ferrer (@ContraInvest) January 3, 2022
A vista de águila, un águila tendría cuidado con este mercado.
En qué se parece este mercado de 2022 al de 1973 (Nifty Fifty) y al de 2000 (burbuja tecnológica) https://t.co/U73EXsqf0t pic.twitter.com/qBi8Ezigua
En ese sentido y tras las fuertes rentabilidades del año pasado generadas por los índices directores, una de las operaciones que siempre conviene realizar de cara al nuevo ejercicio, consiste en regresar al riesgo inicial que se está realmente dispuesto a asumir. El famoso “re-balanceo” que muchas veces comento en el entorno de los criptoactivos es, sin duda alguna, de igual aplicación en el resto de cartera. Eso ayuda a que cada inversor lleve a cabo una mínima tarea de análisis del riesgo aceptable, intentando dejar el lado más emocional del mismo. Fíjese que un inversor con posiciones en un ETF del S&P500 ha generado un 28% de rentabilidad anual en 2021 con lo que, si el resto de su cartera permanece estable, su exposición relativa en ese índice ha aumentado de forma notable. No hacer nada es asumir un riesgo superior de cara al futuro que, a priori y en caso de querer aplicar un mínimo de estrategia, no se corresponde con la realidad.
Otra de las decisiones que uno puede tomar consiste en intentar adelantarse al mercado y vender. Sin embargo, la historia nos ha demostrado en reiteradas ocasiones, que no existe peor estrategia que la de estar fuera del mercado. Ni buscar suelos, ni buscar techos (en lo que viene siendo el “market timing”), ha resultado ser una tarea fácil para los inversores, por muchas aptitudes que éstos tuvieran. La estadística dice que perderse los 10 mejores días de bolsa ha sido nefasto en términos de rentabilidad.
Así las cosas y en ese contexto, cerrar los ojos y mantener el nivel de riesgo real de cada uno parece el mejor plan posible que debiéramos llevar a cabo. La idea consiste justo en eso, en tener una estrategia de actuación clara, definir los objetivos perseguidos al invertir y actuar en consecuencia. No hay que tomar riesgos innecesarios, criptoactivos que no se entienden entre ellos, y al final se trata de no olvidar nunca que el riesgo existe y que uno debe estar preparado para surfearlo.
Podría darles miles de razones por las que, a estas alturas de los mercados, uno podría deducir que pasar a una cartera más defensiva, de liquidez, o de exposición mínima con respecto a su posicionamiento en acciones o criptoactivos, resultase ser la mejor estrategia posible a desarrollar. No le negaré que la lógica de lo que viene llamándose la “burbuja de todo” apunta hacía ese lado. Altas valoraciones globales, deuda disparada, balances de los bancos centrales en record históricos, tensiones inflacionarias, situación de pandemia no resuelta o dudas sobre la capacidad de generar mayores beneficios de las empresas son, a buen seguro, algunas de las causas de esos temores.