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Ya lo pensaré mañana y mañana será otro día
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Santiago Satrústegui

Desnudo de certezas

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Ya lo pensaré mañana y mañana será otro día

Necesitamos datos relevantes y con una buena teoría, pero desgraciadamente tenemos demasiados datos de muy mala calidad y una proliferación exponencial de teorías inútiles

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(EFE)

Metidos de lleno en los días de la canícula, que es la parte más verano del verano, nuestros pensamientos están entre no pensar en nada y descansar, probablemente lo más productivo y deseable que podemos hacer, o empezar a preparar las decisiones que tendremos que tomar a la vuelta a la actividad en función de las circunstancias con las que nos encontremos.

Para afrontar lo segundo, cosa que no recomiendo especialmente, sería conveniente contar con algunos datos relevantes y con una buena teoría, pero desgraciadamente tenemos demasiados datos de muy mala calidad y una proliferación exponencial de teorías inútiles. No porque no puedan resultar interesantes, sino porque no cuentan, ni siquiera se preocupan, con un mínimo nivel de validación. Me refiero, por supuesto, a la pandemia de Covid-19 que es la gran incógnita que deberá despejarse antes de que podamos enfrentarnos a todas las que vienen después.

En relación con los datos, sabemos positivamente que los que tenemos más cerca, los que se refieren a España, están mal y que en algún momento se reconocerán unas cifras oficiales distintas, pero los asumimos y los comentamos como si fueran un buen reflejo de la realidad. Pensando en otros países con menos medios o con sociedades menos estructuradas, resulta difícil creer que la información que nos llega tenga una gran calidad.

Foto: Enrique Ruiz Escudero, consejero de Sanidad de la Comunidad de Madrid. (EFE)

Otra cuestión relevante tiene que ver con los criterios que se aplican a los datos o la relevancia que se den a algunas variables buscando movilizar a la población o responsabilizar a determinados colectivos o administraciones de los brotes que se van produciendo. La utilización ideológica del dato pervierte cualquier comparación y ensucia la información, impidiendo la formación de un criterio razonable.

Respecto a las teorías, como con las opiniones, todo el mundo tiene una. Cuando esto pasa, la estrategia natural es recurrir a los expertos, pero ya sabemos también el mal momento por el que estos están pasando y cuánto les está dejando en evidencia su maridaje con los políticos y sus decisiones. Sabemos muy poco todavía respecto a la enfermedad que provoca el virus, a cómo se contagia e, incluso, sigue sin estar claro cómo funciona la inmunidad una vez superada.

Muy al principio de la crisis, el profesor de Stanford, John Ioannidis ya advirtió de que se estaban tomando decisiones sin suficientes datos y de que era muy difícil que con la poca información que se tenía se pudiera construir una buena teoría. Él ya lo había estudiado antes. En el año 2005, había publicado un trabajo que se ha vuelto muy actual que tituló “Why most published research findings are false”. La explicación es que todos los científicos, de cualquier campo, tratan de llegar a conclusiones demasiado pronto y esta impaciencia por llegar a alguna conjetura, hace que se dejen fuera información relevante o que, demasiado emocionados por sus conclusiones iniciales, sean reacios a autocuestionarse o a esperar a tener una confirmación suficiente.

Seis meses de virus puede ser muy poco tiempo y el porcentaje de la población que no ha estado en contacto con él puede ser todavía muy grande

Es probable que sea demasiado pronto. Seis meses de convivencia con el virus puede ser muy poco tiempo y el porcentaje de la población que no ha estado en contacto con él puede ser todavía muy grande. El virus también muta, las sociedades cambian sus hábitos, aparecen nuevas medicinas y tratamientos. Realmente es mucho lo que no sabemos, pero saber que no sabemos muchas cosas nos sitúa en una posición muchísimo mejor que la del mes de marzo.

Mi opinión, también tengo derecho a tener una, es que habría que volver a los básicos iniciales y de una forma desideologizada (un imposible) incorporar las experiencias más radicales que se han producido. Sigo insistiendo que el caso de Suecia es muy significativo y habría que tratar de entender muy bien qué está pasando en España, donde después de un impacto inicial brutal nos estamos distanciando de nuestros vecinos europeos en la segunda ola. Estados Unidos, con su gran diversidad entre estados, es otra buena experiencia a tener en cuenta.

Foto: EC.

Si de lo que se trataba era de achatar la curva y hacer sostenibles los sistemas sanitarios, para bien o para mal esa fase ya está superada. Las curvas son mucho menos pronunciadas, los casos graves se han reducido mucho y la letalidad ha bajado sustancialmente. California, Florida y Texas ya han superado por mucho en número de casos al estado de Nueva York, pero al haberlo diferido en el tiempo sus sistemas sanitarios han podido luchas mejor con los casos graves y el nivel de mortalidad que presentan es mucho más bajo. En España ha podido pasar algo parecido. Hemos tenido un impacto inicial muy grande en las grandes ciudades, agravado por la incidencia en los colectivos más vulnerables que habitaban en las residencias de ancianos, pero ahora que se están contagiando en poblaciones más pequeñas donde el virus no había llegado, la capacidad de respuesta sanitaria es mucho mayor.

Tenemos por delante incógnitas relevantes, como la de la estacionalidad o la de la inmunidad de grupo. Si el virus es estacional ¿es que está haciendo poco calor en España y mucho en el norte de Europa? O ¿por qué en un matrimonio un cónyuge tiene anticuerpos y el otro no?

Lo veremos pronto. Mientras tanto sigo recomendando volver a la primera opción que proponía. Descansar y tomar fuerzas, que luego ya veremos. Como decía Escarlata O´Hara al final de esa película maligna que es “Lo que el viento se llevó”, ya lo pensaremos mañana. Les recomiendo volver a ver la escena, esta vez con el morbo de hacer lo prohibido. “Tara, es lo que te da la fuerza”, le dicen a Escarlata, en una aparición, Gerald O´Hara, su padre, y Rhett Butler, su ya exmarido, y mucha fuerza vamos a necesitar para la vuelta de estas vacaciones.

Metidos de lleno en los días de la canícula, que es la parte más verano del verano, nuestros pensamientos están entre no pensar en nada y descansar, probablemente lo más productivo y deseable que podemos hacer, o empezar a preparar las decisiones que tendremos que tomar a la vuelta a la actividad en función de las circunstancias con las que nos encontremos.

Texas
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