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Los infiernos fiscales y la tortura de la Ley
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Santiago Satrústegui

Desnudo de certezas

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Los infiernos fiscales y la tortura de la Ley

Estamos asistiendo en paralelo a varios procesos, de naturaleza muy diversa, donde se evidencia claramente la pretensión de retorcimiento de la ley en función de objetivos políticos

Foto: La ministra de Hacienda, María Jesús Montero. (EFE/Mariscal)
La ministra de Hacienda, María Jesús Montero. (EFE/Mariscal)

La división de poderes, que se pensó como uno de los elementos fundamentales de las democracias, está pasando por momentos difíciles. Y el enemigo no está fuera. El enemigo es la propia democracia, que pervertida por la radicalización, fuerza y retuerce sus propios mecanismos.

El bien que está en juego es la seguridad jurídica y, con ella, el respeto a la ley y las reglas del juego. Si los gobiernos utilizan de una forma obscena sus propias leyes para defraudarlas, van a tener luego muy difícil instar a su cumplimiento y el resultado final será la pérdida de confianza y el deterioro de la sociedad.

Foto: María Jesús Montero, ministra de Hacienda. (EFE/Mariscal)

Estamos asistiendo en paralelo a varios procesos, de naturaleza muy diversa, donde se evidencia claramente la pretensión de retorcimiento de la ley en función de objetivos políticos.

La reforma del código penal para cambiar el delito de sedición que, después de ser largamente macerada y preparada por los medios de comunicación, anunció el Gobierno la semana pasada, nos vuelve a enfrentar con la misma argumentación capciosa y el mismo modus operandi de otras veces.

Es tan burdo e infantil que parece difícil que se pueda seguir engañando a alguien, pero si lo hacen es porque saben que existe una ecuación política coste/beneficio que les funciona, al menos en el corto plazo. Desde el punto de vista de rigor intelectual sería más fácil de aceptar que lo que estamos eligiendo cuando votamos son dictaduras de cuatro años.

Foto: Isabel Díaz Ayuso, durante el Pleno de la Asamblea. (EFE/Fernando Villar)

Como ya puso Lewis Carroll en boca de Humpty Dumpty en “A través del espejo”, los que mandan piensan que pueden hacer que las palabras signifiquen lo que ellos quieran, sea esto un “desorden público agravado” o un “impuesto temporal de solidaridad” y que las relaciones entre las cosas sean también las que ellos decidan.

Respecto al Impuesto Temporal de Solidaridad de las Grandes Fortunas, del que ya se ha podido conocer el borrador de la enmienda que pretende llevarlo a trámite al Parlamento, lo que parece es que se ha optado por el camino más directo y más burdo, sin preocuparse lo más mínimo por camuflar el fraude que se hace la ley de la propia ley.

La duda que podía existir respecto a la recurribilidad por inconstitucionalidad de este impuesto, que pretende evitar la posibilidad de decisión que tienen las comunidades autónomas sobre la aplicación del Impuesto sobre el Patrimonio, es que, al menos en apariencia, presentara alguna diferencia, aunque fuera mínima. Pero no.

Foto: La ministra de Hacienda, María Jesús Montero (d), y la vicepresidenta Nadia Calviño (i). (EFE/Juan Carlos Hidalgo)

Anda como un pato, tiene el pico como un pato y canta como un pato. Que es lo mismo que decir que tiene los mismos sujetos pasivos, las mismas reglas de titularidad y las mismas exenciones y bonificaciones. Si anda, canta y tiene el pico como un Impuesto sobre el Patrimonio, parece que no les va a resultar muy difícil su labor a los magistrados del Tribunal Constitucional.

Lo que se habrá conseguido, mientras tanto, es montar un lío tremendo obligando, no a las grandes fortunas, sino a muchos profesionales y empresarios que, afortunadamente y por el bien de todos, han sido exitosos, a protegerse de una norma tremendamente injusta. Y que, además, si usamos el argumento de la europeización válido para otras cosas, ya es un planteamiento caduco en toda Europa.

Existe una larga discusión moral y filosófica respecto a la necesidad y el deber de cumplir una ley injusta. Y la perversión y el retorcimiento de la ley para evitar lo que hubiera sido el camino directo y transparente de la armonización fiscal, van a situar este nuevo impuesto sospechosamente “transitorio y solidario” en una decisión perversa para la economía y, por confiscatorio, perniciosa para la solidaridad que pretende provocar.

Foto: El consejero de Hacienda de la Comunidad de Madrid, Javier Fernández-Lasquetty. (EFE/Zipi)

Desde el punto de vista de las personas que pudieran resultar afectadas, conviene mantener la tranquilidad, a pesar de la lógica indignación que produce una exacción prácticamente retroactiva a las puertas de final de año. Se pueden hacer todavía bastantes cosas. Pero, como siempre, es importante pensar más en las consecuencias en el largo plazo que en el corto y nunca vamos a contar con toda la información.

En una de sus frases más lapidarias ya nos dijo Kant que “la inteligencia de un individuo se mide por la cantidad de incertidumbre que puede soportar”, pero llegando ya casi al final de este año tan antipático que estamos viviendo es posible que la última rajada que Joaquín Sabina dedica al siglo XXI sea hoy más adecuada como cierre de estas líneas.

La división de poderes, que se pensó como uno de los elementos fundamentales de las democracias, está pasando por momentos difíciles. Y el enemigo no está fuera. El enemigo es la propia democracia, que pervertida por la radicalización, fuerza y retuerce sus propios mecanismos.

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