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Los ocho pilares de la confianza
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Sonia Pardo

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Los ocho pilares de la confianza

La confianza, eje central en tiempos de transformación, se construye sobre ocho pilares esenciales que fortalecen relaciones y liderazgos auténticos, según expertos en el ámbito empresarial

Foto: Trabajo en equipo. (iStock)
Trabajo en equipo. (iStock)

"Nos podemos equivocar, pero no podemos fallar a la confianza. No podemos fallar a la responsabilidad". Así me lo dijo, mirándome a los ojos, sentado en el sofá de El Arte de Crear, José Armando Tellado, CEO de CAPSA, más conocida por su marca Central Lechera Asturiana. Uno de los líderes empresariales más respetados, de esos que no improvisan los valores, los viven.

Esta frase lo resume todo. Porque en un mundo donde las apariencias sustituyen a la profundidad y el ego tapa la coherencia, la confianza no es solo un valor: es una revolución. Y también, una posibilidad. Una decisión. Un camino.

Vivimos tiempos de transformación, plagados de inteligencia artificial, pero de una inteligencia emocional en crisis. Conexiones digitales y desconexiones humanas. Palabras huecas, promesas que se evaporan. Y entre tanta prisa, tanto humo, tanto storytelling sin alma, hay algo invisible que lo sostiene todo: la confianza.

La confianza es oxígeno. Es cimiento. Es la base de todo lo que importa. Sin confianza no puedes construir nada que dure. Nada que inspire. Nada que importe.

Foto: Las empresas. (iStock) Opinión

Y lo más frágil: puedes tardar años en ganarla… y resquebrajarla en un suspiro. Pero también se puede reconstruir. Desde la verdad. Desde la coherencia. Desde el trabajo personal de cada día.

El espejo de los ocho pilares

David Horsager, uno de los grandes expertos internacionales, lo sintetiza con claridad: la confianza se construye sobre ocho pilares. No es teoría. Es práctica. Son decisiones diarias. Hábitos. Gestos que marcan la diferencia entre lo creíble y lo olvidable. Entre lo que deja huella y lo que se esfuma.

1. Claridad

"Las personas confían en quienes son claros y desconfían de lo ambiguo."

Ser claro es respetar al otro. Es decir: "Esto soy. Esto pienso. Esto defiendo." En un mundo de mensajes calculados, ser claro es ser valiente. Es hablar sin trampa. Actuar sin doble fondo. Y eso se agradece. Se nota. Se confía.

2. Compasión

"Las personas depositan su fe en quienes se preocupan más allá de sí mismos."

Foto: Si quieres fortalecer tu relación de pareja quizás esto pueda ayudarte. (iStock)

La confianza nace donde hay humanidad. Escuchar. Cuidar. Preocuparse genuinamente. Ser generoso emocionalmente. La compasión no es debilidad, es un acto de fortaleza ética. Y en un entorno plagado de narcisismos funcionales, es también una forma de liderazgo.

3. Carácter

"La gente valora a quienes hacen lo correcto antes que lo fácil."

El carácter se demuestra cuando podrías mentir y no lo haces. Cuando podrías salir corriendo y eliges quedarte. El carácter es lo que haces cuando nadie te ve. Y eso… es lo que marca la diferencia. Y lo que deja siembra una semilla de confianza en los demás.

4. Competencia

"Las personas confían en quienes están preparados y se mantienen capaces."

Foto: Adria Sola (Youtube)

Ser buena persona no basta. Hay que estar a la altura. Hay que saber. Hay que ganarse la confianza con hechos. Con consistencia. Con capacidad. Con humildad para seguir aprendiendo y con coraje para mejorar cada día.

5. Compromiso

"La gente cree en quienes permanecen firmes en la adversidad."

La confianza florece cuando te quedas incluso cuando todo tiembla. Cuando eres constante. Firme. Leal. Cuando cumples lo que prometiste, incluso cuando es incómodo. La confianza necesita compromiso visible, sostenido y coherente.

6. Conexión

"Las personas siguen, compran y se rodean de quienes saben conectar desde la autenticidad."

Foto: Foto: iStock.

No confiamos en personajes. Confiamos en personas. Confiamos en quienes nos ven. Nos escuchan. Nos miran sin juicio. Conectar es mirar a los ojos sin máscaras. Y ese tipo de conexión transforma entornos, empresas, relaciones y liderazgos.

7. Contribución

"Nada genera más confianza que los resultados reales".

Cumplir. Entregar. Aportar. Ser útil. No prometer por inercia. No inflar logros. No vender humo. Las acciones, más que las palabras, son las que construyen la credibilidad. Y cuando contribuyes de forma honesta, inspiras a los demás a hacer lo mismo.

Foto: Debemos aceptar nuestras emociones y hablar con ellas. (Pexels)

8. Consistencia

"Son las pequeñas cosas, hechas de manera constante, las que generan el mayor impacto."

No confiamos en quien hoy brilla y mañana desaparece. En quien hoy promete y mañana no contesta. Confiamos en quien está. Siempre. En quien repite su compromiso cada día con gestos pequeños, constantes, invisibles. La confianza no necesita espectáculo, necesita presencia.

Estos ocho pilares no son solo una lista para inspirarte. Son un espejo. Uno donde todos —sin excepción— podemos mirarnos. Porque todos tenemos la capacidad de fortalecer la confianza que generamos. Todos podemos elegir ser más confiables. Más coherentes. Más humanos.

La confianza empieza por dentro

¿Quieres que confíen en ti? Empieza por confiar en ti mismo. Empieza por hacer las paces con tu verdad. Por alinear lo que piensas, lo que dices y lo que haces.

Porque la confianza se construye desde dentro cuando decides ser una persona íntegra, cuando eliges ser honesta, aunque nadie lo exija y cuando eres fiel a tu palabra, aunque no haya testigos.

Foto: Elizabeth Clapés ayuda a identificar el gaslighting. (Instagram / @esmipsicologa / Marta Claveria)

Cada acto de coherencia fortalece nuestra credibilidad. Cada decisión valiente nos convierte en alguien en quien otros pueden apoyarse. La confianza no se impone. Se inspira.

Autocuidado y confianza: una alianza sagrada

Si quieres construir confianza, el autocuidado es crítico. No es solo bienestar físico. Es salud emocional. Es rodearte de personas que suman. Es poner límites sanos. Es aprender a decir "no" sin culpa. Es dejar de justificar vínculos que te desgastan. Es dejar de traicionarte.

Cuando vives con verdad, duermes en paz. Cuando eres coherente, no necesitas recordar qué mentira dijiste. Cuando cuidas tu energía, proteges tu confianza interior. Y desde ahí, puedes construir vínculos verdaderos, sólidos y humanos.

La mentira: dinamita emocional

La mentira no es un simple error. Es una elección. Y cuando eliges mentirle a alguien que ha confiado en ti, estás destruyendo mucho más que una frase: estás rompiendo un pacto invisible que esa persona construyó desde el amor, el respeto y la entrega.

Foto: Los motivos que nos empujan a caer en relaciones tóxicas. (Pexels)

Hay mentiras que no solo engañan, sino que rompen. No todas. No esas pequeñas, torpes, sin intención de herir. No. Las que hacen daño de verdad son otras: las que se dicen sabiendo que van a doler, que van a destruir a quien escucha, que van a borrar para siempre un vínculo que alguna vez fue hogar.

Son mentiras que se lanzan con frialdad, con cálculo, con la esperanza de que no se descubran, pero con la certeza de que, si lo hacen, arrasarán con todo.

Mentiras que no son errores, sino traiciones. Que dejan al otro recogiendo los pedazos de una historia que ya no entiende, mirándose al espejo y preguntándose qué hizo mal.

Y lo más desgarrador es que quien miente así, ni siquiera se detiene a pensar en el daño que causa. No piensa que esté destruyendo a alguien por dentro. Que juega con su amor, con su entrega, con su verdad más desnuda. Solo piensan en sí mismos. En no perder. En salirse con la suya. En salvar su imagen.

Foto: Foto: iStock.

Mientras a ti te parten en dos (en una relación, en el trabajo, con una amistad) ellos siguen como si nada. Te pisan con la misma facilidad con la que un día te abrazaron.

Pueden mirar tu dolor sin pestañear. Pueden decir que te quieren… mientras te destrozan. Y eso no es amor. Eso es egoísmo vestido de afecto. Es crueldad con palabras bonitas. Es el acto más cobarde que puede cometer alguien que, alguna vez, dijo que te amaba.

Porque no todo vale. Porque una traición así no se corrige: se arrastra. Y quien la comete debería saber que, después de eso, ya no hay regreso. Solo queda el eco del daño. Y el silencio de quien ya no volverá a confiar igual. Nunca más.

Por todo ello... ¡volvamos a lo esencial!

Volvamos al valor de una palabra. A la coherencia de una vida. A la profundidad de una mirada que no necesita disfraz. A esa forma de estar que deja huella, no ruido.

Aunque no seamos perfectos. Aunque tropecemos. Pero sin traicionar. Sin justificar lo que daña. Sin permitir lo que nos desenfoca.

Foto: Paloma San Basilio, en una imagen de archivo. (Gtres)

Porque como dijo Tellado, y yo también lo creo: Podemos equivocarnos. Pero no podemos fallar a la confianza. No podemos fallar a la responsabilidad. Y eso, en un mundo ruidoso y lleno de filtros, sigue siendo una revolución silenciosa. Pero imparable.

Como recuerda Adam Grant en Dar y Recibir, las personas que siembran manipulación, mentira o egoísmo pueden ganar algo a corto plazo… pero más pronto que tarde, cosechan soledad, desconfianza y vacío. Porque quien juega con la bondad de los demás acaba por destruir también su propio valor.

En cambio, quien siembra confianza, respeto, generosidad, verdad, valentía —quien cultiva, en esencia, los ocho pilares de la confianza— se convierte en alguien extraordinario.

No perfecto, pero sí íntegro. No intocable, pero sí digno. Y esa clase de persona es la que necesitamos ahora, más que nunca, en un mundo que clama por coherencia, por humanidad y por líderes con alma.

Porque, al final, lo que damos —para bien o para mal— siempre vuelve. Y quien siembra lo esencial, termina dejando huella.

Esto es lo que me motiva cada día en mi proyecto, compartido con El Confidencial: El Arte de Crear. Construir confianza donde aún queda verdad, para hablar en primera persona, para recordar que el liderazgo no se ejerce con poder… sino con coherencia, compasión y autenticidad.

"Nos podemos equivocar, pero no podemos fallar a la confianza. No podemos fallar a la responsabilidad". Así me lo dijo, mirándome a los ojos, sentado en el sofá de El Arte de Crear, José Armando Tellado, CEO de CAPSA, más conocida por su marca Central Lechera Asturiana. Uno de los líderes empresariales más respetados, de esos que no improvisan los valores, los viven.

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