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Tu decisión más importante: quién construye a tu lado

El último informe del World Economic Forum revela que la igualdad de género global no se alcanzará hasta 2148, subrayando la urgencia de elegir bien con quién construimos nuestro futuro

Foto: Grupo de trabajadores de una empresa. (iStock)
Grupo de trabajadores de una empresa. (iStock)

Faltan 123 años para cerrar la brecha global de género. Sí, lo has leído bien. Si seguimos al ritmo actual, una niña que nace hoy no vivirá la igualdad real ni en su vida personal ni profesional. Lo afirma el último Global Gender Gap Report 2025 del World Economic Forum, quien advierte que, a pesar de ciertos avances, el ritmo es tan lento que la paridad global no se alcanzará hasta el año 2148.

Y esto no es solo una cifra. Es un espejo. Una pregunta abierta a todas las mujeres que hoy lideran, crean, emprenden o simplemente intentan construir con sentido su vida profesional y personal.

Porque si la igualdad aún está tan lejos, la libertad de elegir con quién compartes tu camino —en la vida, en el trabajo, en los equipos— se vuelve aún más valiosa. Más estratégica. Más urgente.

La cifra, mirada con frialdad, es demoledora. Pero leída desde la conciencia, como mujer, una vez más, es una llamada a actuar. A cambiar. A elegir con valía y criterio quién merece estar a tu lado en la construcción de tu vida, tus proyectos y tu historia.

Foto: Trabajo en equipo. (iStock) Opinión
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Liderar empieza en tu centro

Hay una decisión que lo cambia todo. No requiere permiso, ni validación. Empieza en el silencio de tu conciencia: decidir quién construye contigo.

Lo que toleras, lo que normalizas, lo que permites cerca... define tu energía, tu enfoque y el tipo de equipo que crearás a tu alrededor.

Liderar no es mandar. Es elegir bien

En tiempos de urgencia, ruido y exhibicionismo, liderar desde lo humano es una revolución. Y elegir bien a tu gente es liderazgo en estado puro. Rodearte de quienes suman, de quienes celebran tu voz, tu luz y tu autonomía, es una decisión estratégica. Es liderar con propósito, desde el cuidado y la verdad.

Y eso implica cerrar la puerta, sin culpa, a quienes solo vienen a consumir, a competir o a apagar. Porque no estás aquí para convencer a nadie. Estás aquí para construir con quienes te ven, te valoran, te impulsan. No con los que compiten contigo. Ni con los que te quieren pequeña para no sentirse incómodos. Tú no estás hecha para encajar en lo que no te respeta. Estás hecha para liderar. Para crear. Para brillar. Recuerda: liderar es sostenerse en la coherencia cuando otros se rinden al oportunismo.

Foto: Foto: iStock Opinión
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Por esto, debemos elegir bien a quién dejamos entrar. Y no desde el miedo, sino desde el amor a ti. Desde la consciencia de que lo que construyas a tu alrededor moldeará el resto de tu vida.

Hay personas que te permiten crecer. Otras solo vienen a cobrar peaje por tu luz. Rodéate de quienes se alegran cuando te va bien. De quienes no se achican ante tu grandeza. De quienes no compiten con tu sueldo, ni con tu voz, ni con tu estilo. De quienes te abrazan sin miedo y te impulsan sin condiciones.

No se puede construir con cualquiera. Ni se debe

Sostengo, y lo veo cada día entrevistando a líderes empresariales en todo tipo de sectores, que un equipo de alto rendimiento no se improvisa. Se construye con disciplina, con valores compartidos, con personas sanas emocionalmente.

Como los cormoranes kawau que describe Daniel Coyle —en su libro "Cuando las arañas tejen juntas pueden atar a un león"—: vuelan en perfecta formación en V, cambiando de líder con fluidez, compartiendo el esfuerzo. Si uno se rezaga, los demás lo esperan. Si otro toma el frente, el resto le cubre. No dejan a nadie atrás.

Esa cooperación instintiva los hace un 70% más eficientes que si volaran solos. Así funcionan también los equipos de alto rendimiento: sincronizados, solidarios, sin ego. Porque entienden que el éxito no es de uno, es del vuelo compartido.

Foto: Nacho Cardero, director de El Confidencial (i), junto a representantes de CEOE, Fundación CEOE y El Arte de Crear.

Y si algo tengo claro es esto: igual que hay intolerantes a la lactosa, yo soy intolerante a los narcisistas, a los tóxicos y a los mediocres. Porque los equipos extraordinarios no se construyen desde el talento individual desbocado, sino desde la humildad, el apoyo mutuo y el respeto.

El virus silencioso del ego

Una organización puede tener recursos, estrategia, talento. Pero si el ego campa a sus anchas, la excelencia no es posible. Los comportamientos individualistas, oportunistas, egocéntricos, sin capacidad de asumir la responsabilidad del grupo, son como virus. Invisibles al principio, letales a medio plazo.

Cuando el YO está por encima del NOSOTROS, la canoa se hunde. Y se hunde más rápido de lo que parece.

Lo que no nombras, se perpetúa

El informe del World Economic Forum también revela que solo el 10% de las empresas del Fortune 500 están lideradas por mujeres, a pesar de que cada vez más estudios constatan que lideran con más inteligencia emocional, más compromiso y mejores resultados organizacionales.

Además, las mujeres representan solo el 41,2% de la fuerza laboral global y ocupan apenas el 28,1% de los puestos directivos. La pregunta es: ¿cómo van a avanzar si compiten no solo con el mercado, sino con entornos que las boicotean?

Si la energía de una mujer se va en justificar su autoridad, suavizar su voz o soportar comentarios sobre su cuerpo o edad, no queda espacio para crecer ni crear. Por ello, elegir con quién construyes es una estrategia vital.

Foto: Mel Robbins explica la importancia de decir 'no'. (YouTube)

Los equipos de alto rendimiento son organismos vivos

Y no nacen por casualidad. Están formados por personas con una actitud generosa, que piensan más allá del beneficio propio. Como explica Adam Grant en su libro Dar y Recibir, existen tres perfiles que conviven en las organizaciones: los donantes, los receptores y los equilibradores.

Los donantes son quienes ayudan, comparten, apoyan y construyen relaciones sin llevar la cuenta. Dan porque creen en la colaboración y en la confianza como aceleradores del éxito colectivo. No lo hacen por quedar bien ni por estrategia: lo hacen porque entienden que cuando uno gana, todos ganan.

Foto: Segunda edición del Foro 'Talento, el valor de nuestro país'.

Los receptores solo actúan si hay ganancia personal. Su lógica es el cálculo. Los equilibradores dan lo justo para no deber nada y esperan recibir lo justo para no quedar en desventaja. Viven con una Excel emocional activada.

Grant demuestra que, aunque los donantes a veces tardan más en destacar, son quienes más éxito alcanzan a largo plazo. Porque construyen entornos de confianza, aprendizaje, respeto y seguridad psicológica.

Los mejores equipos no se forman con los currículos más brillantes, sino con personas que se cuidan entre sí. Que se alegran por el éxito ajeno. Que comparten. Que elevan al grupo. Y que entienden que el talento sin relación, sin propósito común, se convierte en ruido.

Foto: Imagen: Pixabay/Gerd Altmann. Opinión
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Mediocridad cero. Tolerancia cero

Por esta razón, es importante entender que se necesita muy poco tiempo para destruir un jarrón de porcelana o la confianza de un grupo; y mucho tiempo, mimo y cuidado para construirlo. De ahí la tolerancia cero a los agujeros que pueden abrir los mediocres.

No por arrogancia, sino por responsabilidad. No se puede mantener la excelencia si normalizas la dejadez, la crítica destructiva, la envidia o el sabotaje pasivo.

No se puede construir con quien te resta

No se construye con quien te ve como amenaza. Ni con quien necesita que te encojas para sentirse bien. Ni con quienes disfrazan su mediocridad de brillantez o su inseguridad de liderazgo.

Se construye con quienes se alegran de tu vuelo. Con quienes suman cuando brillas y te sostienen cuando caes. Con quienes celebran tu fuerza, en lugar de temerla.

Y sí: el viaje es la recompensa

Cuando haces las cosas con amor, pensando en el bien del otro, aunque te falle… tú no pierdes. Te quedas con la paz. Con la dignidad. Con el aprendizaje.

Esa paz no se compra. No se improvisa. Se gana, paso a paso, cuando eliges bien. Cuando pones en pie la vida que quieres vivir. Cuando decides, con firmeza, con ternura y con coraje.

Crear una vida con sentido también es estrategia

Me gusta resaltar que mi enfoque es construir la vida que quiero para mí. Esa frase no es egoísmo. Es liderazgo. Es autocuidado. Es madurez. Porque no puedes liderar a otros si no sabes liderarte. No puedes levantar a un equipo si estás rota por dentro.

Liderar es proteger tu energía

No regales tu paz a quien no sabe qué hacer con ella. No acomodes tu luz para que otros no se incomoden. Rodéate de personas que te eleven, no de las que te frenan. Que te abracen sin condiciones, que te impulsen sin temor.

No caben los mediocres con disfraz de brillantez

No caben los que se alimentan de tu energía para proyectarse sin mover un dedo. No caben los mentirosos, los parásitos emocionales, los que no pueden verte crecer sin intentar frenar tu vuelo.

Y no. No es arrogancia. Es higiene emocional. Es respeto. Es liderazgo con alma.

Porque un equipo (profesional y personal) de alto rendimiento, no se forma solo con talento. Se forma con calidad humana. Con confianza radical. Con generosidad. Con escucha activa. Con mujeres líderes que ya no piden permiso para ocupar su espacio.

Cierro con una certeza:

No puedes construir una vida plena sin personas que también quieran construir. No puedes crecer si tu energía se va en sobrevivir a vínculos que restan. Por eso, elijo quién construye o no a mi lado.

Porque elijo paz. Porque elijo verdad. Porque elijo coherencia. Porque elijo liderazgo real, profundo, consciente.

Y porque —mientras el mundo aún calcula en décadas el tiempo que falta para que las mujeres ocupen el lugar que merecen en el liderazgo global— no podemos seguir esperando. No cuando estamos preparadas para ello. No cuando cada paso ha costado tanto. No cuando el mundo necesita más que nunca liderazgos con alma, con coraje, con verdad. Es ahora. Es juntas. Es con voz propia y eligiendo bien cada decisión, y la más importante es saber quién merece estar en tu mesa. Y tener el coraje de no dejar una silla libre a quien no sabe construir.

Faltan 123 años para cerrar la brecha global de género. Sí, lo has leído bien. Si seguimos al ritmo actual, una niña que nace hoy no vivirá la igualdad real ni en su vida personal ni profesional. Lo afirma el último Global Gender Gap Report 2025 del World Economic Forum, quien advierte que, a pesar de ciertos avances, el ritmo es tan lento que la paridad global no se alcanzará hasta el año 2148.

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