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La razón pertenece a ACS frente a la demanda de Iberdrola (I)
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Tomás Iglesias

El Detective Contable

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La razón pertenece a ACS frente a la demanda de Iberdrola (I)

Uno de los culebrones que tenemos montado actualmente en el panorama empresarial español es la lucha a muerte entre ACS e Iberdrola o, más bien, entre

Uno de los culebrones que tenemos montado actualmente en el panorama empresarial español es la lucha a muerte entre ACS e Iberdrola o, más bien, entre dos personas con nombres y apellidos, Florentino PérezIgnacio Sánchez Galán, que están utilizando ambas empresas como armas arrojadizas contra el otro. El origen de esta guerra está en el interés de ACS de entrar en el consejo de Iberdrola, al tener ya el 12% de la eléctrica, y en la negativa del consejo de la última a esta pretensión.

En este contexto Iberdrola ha presentado una demanda contra ACS basada en que los estados financieros de la constructora no reflejan la imagen fiel de su patrimonio. Sus alegaciones se centran en que la cuenta de resultados de ACS no muestra el deterioro de determinadas empresas en las que participa. Conclusión: los beneficios de 988 millones de euros presentados para el ejercicio 2009, en realidad deberían ser pérdidas de 405 millones.

Concretamente, Iberdrola manifiesta que ACS no ha recogido quebrantos por importe de casi 1.400 millones de euros, de acuerdo con el siguiente desglose:

  1. Cerca de 900 millones correspondientes a la depreciación continuada de su participación en Iberdrola.
  2. 437 millones debidos al deterioro de Hochtief.
  3. 93 millones derivados de la merma en varias participadas no sujetas a cotización, (Xfera Móviles, Madrid Calle 30, Accesos de Madrid Concesionaria Española e Inversora de la Autovía de la Mancha).

Para entender si tal reclamación es o no legítima, el primer paso consiste en entender los matices y diferencias que existen entre los distintos casos.

  1. En el caso de los 93 millones de las empresas no cotizadas, no existe un precio oficial para las participaciones en dichas empresas siendo el  problema, según la denuncia, que sus pérdidas no son reconocidas por ACS en ningún momento. 
  2. En el caso de Iberdrola y Hochtief, las acciones de estas empresas cotizan en mercados secundarios de tal forma que, en los dos casos, ACS reconoce en las cuentas que el precio que ha pagado por ellas es superior a las respectivas cotizaciones, por lo que existe un elemento claro para determinar que existe una pérdida.

ACS reconoce estas pérdidas pero no las traslada a la cuenta de resultados sino que las remite directamente a patrimonio, ya que considera las participaciones como “activos financieros disponibles para la venta”. Tal asignación es correcta. Es conveniente aclarar que el nombre de esta cuenta no es demasiado apropiado porque sugiere que en ella se incluyen activos declarados en venta, cuando realmente su definición contable se refiere a “aquellos valores representativos de deuda e instrumentos de patrimonio de otras empresas que no sean del grupo, multigrupo o asociadas”, como es el caso.

Estas participaciones han de estar contabilizadas por el valor razonable. El problema nace cuando el valor razonable en cada momento es inferior al coste de adquisición. En este momento, la empresa ha de determinar si existe un deterioro del valor o no. La explicación es muy sencilla: el hecho de que un valor cotice a un precio inferior al precio de adquisición no significa necesariamente la existencia de una pérdida efectiva, sino que puede ser una situación temporal o debida a una determinada coyuntura. Pensemos en el caso de una empresa que adquiera participaciones de otra con una perspectiva de revalorización a largo plazo; es fácil entender que, aunque su cotización caiga, es posible que no tenga pérdidas reales al final del trayecto.

Por tanto, cuando el valor razonable de unas acciones sea inferior al valor de adquisición, la empresa debe verificar si ha existido deterioro o no de este valor. En caso de que exista deterioro del valor de la empresa en la que se invierte, la pérdida ha de ir a la cuenta de resultados; por el contrario, en caso de que a pesar de que la cotización baje, no se observe una pérdida de valor de la participación, puede proceder simplemente ajustando el patrimonio a la baja y usando la cuenta de ajustes por valoración.

En este sentido ACS manifiesta entre las páginas 193 y 194 del documento de resultados depositado en la CNMV que, efectivamente, la participación de Hochtief consta en el balance por importe de 1.560 millones, a pesar de ser su valor de mercado de 1.124 millones, lo cual implica un desfase de 436 millones. En este sentido comunica que, en 2008, realizó una estimación del valor de la acción teniendo en cuenta la valoración de los negocios y no sólo no ha detectado deterioro sino que ha subido el fondo de comercio y por tanto el valor de la empresa en 13,5 millones. Iberdrola puede tener motivos suficientes para dudar de esta valoración ya que no constan ni tan siquiera las hipótesis en las que se basa ACS para unas conclusiones que, como poco, podemos calificar de aventuradas pero es lo que hay.

Uno de los culebrones que tenemos montado actualmente en el panorama empresarial español es la lucha a muerte entre ACS e Iberdrola o, más bien, entre dos personas con nombres y apellidos, Florentino PérezIgnacio Sánchez Galán, que están utilizando ambas empresas como armas arrojadizas contra el otro. El origen de esta guerra está en el interés de ACS de entrar en el consejo de Iberdrola, al tener ya el 12% de la eléctrica, y en la negativa del consejo de la última a esta pretensión.