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Alberto Roldán

El Inversor Inteligente

Por
Alberto Roldán

¿Está preparado para soportar el dolor? Entonces no lea esto

Hay un proverbio atribuido a Buda que dice "el dolor es inevitable, el sufrimiento es opcional", que es perfecto para describir lo que bien podría ocurrir

Hay un proverbio atribuido a Buda que dice "el dolor es inevitable, el sufrimiento es opcional", que es perfecto para describir lo que bien podría ocurrir a partir de ahora. El dolor vendría generado por las estrategias de abandono de las ultralaxas políticas monetarias, pero que irónicamente resulta inevitable por la dependencia que ha generado esa masiva impresión de dinero realizada en los últimos cinco años. El sufrimiento generado por la potencial depreciación de activos expuestos a esas mismas políticas 'burbujeantes' es lo que quizás pueda ser opcional, si bien el problema es que se ha establecido un nexo tan íntimo con esas políticas que, mucho me temo, deja poca discrecionalidad.

La estrategia de salida por parte de la Reserva Federal es un hecho más o menos inminente, lo cual tampoco significa que sea nada nuevo (las minutas de la Fed de junio de 2011 ya lo anticipaban). Igualmente, desde hace tiempo existe una pública división en el seno de las votaciones de la Fed, por lo cual es poco creíble decir que el discurso del presidente de la Fed ha cogido al mercado con el pie cambiado. Quizás adoleciera de la contundencia del mensaje del BIS, lo cual para mí sí fue sorprendente por tratarse de un actor secundario.

El caso es que el bueno de Ben Bernanke acaba mandato en enero de 2014, salvo sorprendente petición y aceptación de renovación, y ante la inminencia de la fecha parece evidente que el presidente prepara su particular estrategia de salida, algo que más o menos cualquier gestor debería tener monitorizado, pero que en la práctica no está tan claro a la vista de las reacciones de nerviosismo que he observado.

¿Qué significa eso? Sabiendo ya que antes del fin de su mandato la economía americana no va a alcanzar los objetivos de crecimiento y desempleo, aunque sí una inflación adormecida, Bernanke prepara el camino para ser recordado más por la contundente intervención al principio de su ciclo, pleno de turbulencias y medidas desesperadas aunque bastante efectivas algunas de ellas, que por el tramo final de tipos ultrabajos y exagerado crecimiento del balance de la Reserva (ver gráfico), que mal gestionados bien podrían ser la antesala de la eclosión de una gran burbuja que le equipararía sin duda con la criticada última etapa de Alan Greenspan. Muchas veces los matices de cómo pasa un personaje relevante a la historia esconden más cosas de lo que uno cree a primera vista.

 

Eso le lleva necesariamente a provocar un dolor inminente en los mercados. El efecto de lo anterior llevado a las curvas resulta de lo más esclarecedor. Así, los plazos más largos alcanzaron en pocos días niveles que no se observaban desde el tercer trimestre de 2011. Y aquí va mi mensaje: ¿qué ocurrió por aquel entonces? Caída de las commodities, aunque con cierto retardo en el oro, y un espectacular rally del equity y la deuda, cuya tradicional correlación inversa por momentos se rompió, alineándose ambos en universos paralelos. Eso último, señores, fue una inflación de activos en toda regla que ahora toca depurar.

 

 

Esa retrospectiva me hace creer que es muy probable que se invierta la situación con una corrección más o menos severa en los activos que precisamente han estado más sustentados por la política ultraexpansiva de Bernanke. Con esto no quiero decir que tengan necesariamente que caer a plomo y de manera inmediata hasta niveles de hace dos años, sino que en lógica deberían de corregir. Pero afirmar eso y pensar que se va acertar plenamente en la predicción, aunque todo indique que es lo correcto, es ciencia ficción pues al enfermo con dolor agudo hay que seguir aplicándole su morfina. Así que lo que expreso no es más que una opinión de lo que, en lógica, debería pasar, que es muy diferente que afirmar que realmente va a pasar. Los matices, señores.

Sin embargo, en ese análisis que hago hay algunas cuestiones que sí parecen alcanzar una certeza clara. De entrada, la vuelta del Treasury lo que nos dice es que estamos en un tránsito desde un entorno de tipos mínimos a uno de tipos bajos, lo cual no es lo mismo. La Fed ha logrado calmar los mercados en estos dos últimos años e incendiarlos en apenas unos días: eso es el dolor. El sufrimiento sería una búsqueda de la normalización de los tipos a medio plazo demasiado rápida. ¿Se imaginan el impacto en todos los que han gestionado en modo automático la curva? No lo piensen, aterra.

Lo que tiene que estar claro en la mente de todos es que la política de salida debe hacerse sin mostrar una excesiva preocupación por los mercados. Eso es lo que acarrearía una mayor incertidumbre porque entonces  se buscaría contentar a todas las partes y eso ya sabemos que es imposible. El problema al que se enfrenta la Fed no es tanto sentar las bases para una política monetaria que evite una inflación desbocada a futuro como consecuencia de que la economía real esté inundada de liquidez. No. Lo que busca es corregir la inflación -lo que algunos llaman reflación- de los activos financieros, los mismos que sustentan parte del ahorro y la riqueza de los norteamericanos. De ahí lo difícil de cuadrar la ecuación.

Yo sí creo que debemos estar ante el cierre de las famosas QE de Bernanke y de que se dé un paso adelante en la estrategia de apoyo que la política monetaria debería ejercer sobre la economía, que no, insisto, sobre los mercados. Asumiendo dolor, el que sea necesario, peor el que evite un largo y prolongado sufrimiento. 

Hay un proverbio atribuido a Buda que dice "el dolor es inevitable, el sufrimiento es opcional", que es perfecto para describir lo que bien podría ocurrir a partir de ahora. El dolor vendría generado por las estrategias de abandono de las ultralaxas políticas monetarias, pero que irónicamente resulta inevitable por la dependencia que ha generado esa masiva impresión de dinero realizada en los últimos cinco años. El sufrimiento generado por la potencial depreciación de activos expuestos a esas mismas políticas 'burbujeantes' es lo que quizás pueda ser opcional, si bien el problema es que se ha establecido un nexo tan íntimo con esas políticas que, mucho me temo, deja poca discrecionalidad.