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Real Decreto: los ricos deben pagar más impuestos... y ser reconocidos por ello
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Rubén J. Lapetra

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Real Decreto: los ricos deben pagar más impuestos... y ser reconocidos por ello

"Una gran fortuna, a poco que esté bien asesorada, paga un volumen de impuestos bajo o cercano a cero. Por ejemplo, los dividendos los cobra una sociedad

"Una gran fortuna, a poco que esté bien asesorada, paga un volumen de impuestos bajo o cercano a cero. Por ejemplo, los dividendos los cobra una sociedad patrimonial interpuesta. Las plusvalías, también. Sólo cuando alguna de la dos partidas sube al individuo en lugar de a la sociedad es cuando se aplican", explica cualquier fiscalista al que se le pregunte. Además, las grandes fortunas pueden no sacar ese dinero y pueden estar traspasándolo continuamente entre fondos evitando pasar por el filtro fiscal. 

La amenaza que circula habitualmente en este tipo de debates señala que si se suben los impuestos a los ricos se retrae su inversión productiva y de sus empresas. O bien, como en el escatergoris, sacan su capital y se van a otra parte, por ejemplo, a un paraíso fiscal legal y cercano como Andorra o Suiza. Sin embargo, los ricos -según la definición de Barclays Wealth AM, a partir de un millón de euros sin contar inmuebles- se han sofisticado mucho para poder evitar al fisco. Es lo habitual. Y lo que hay que regular. Tan habitual como retirar el capital desembolsado en una sicav, manteniendo las plusvalías dentro, para evitar pagar más impuestos. Es lo que hicieron algunas sicavs de Amancio Ortega o la familia Del Pino el año pasado.

Sólo cuando la plusvalía llega a la persona física final, entonces, se produce el peaje fiscal, que se sitúa en el 19% y en el caso de las rentas del trabajo, el tramo más alto del IRPF, del 43%. Entre sicavs, fundaciones, sociedades interpuestas y demás parafernalia, los ricos evitan pagar al fisco lo que deberían. Trucos, triquiñuelas y bugs en las leyes que permiten la práctica inmunidad fiscal para unos pocos, que sin embargo, siguen representando más del 7% de la recaudación de la Hacienda española. 

Dicho esto, vamos a lo complementario. Pagar impuestos debe ser reconocido socialmente en este país. No debe estar mal visto como ahora. ¿Han escuchado alguna vez a alguien enorgullecerse de pagar mucho a Hacienda? Probablemente no, pero sí de lo contrario. Pagar poco al fisco es poco menos que un triunfo social. Así, encontrar la última moda de deducción o desgravación es comparable a meter un gol... Un gol a todos, claro. Si mañana usted conociese a la persona que más impuestos paga, ¿le estrecharía la mano con admiración o le daría una palmadita en la espalda transmitiéndole sus solidarias condolencias?

Instituir un respaldo de la sociedad en este sentido es difícil, pero quizá con la gigantesca crisis actual en España se puedan conseguir milagros como éste y otros. La próxima proposición de ley debería prohibir que el excelentísimo, majestuoso o ilustre político de turno se apropie indebidamente del mérito de construir una infraestructura, dotación o edificio financiado con dinero público. La siguiente placa conmemorativa debería rezar en agradecimiento a los 10 contribuyentes del año en representación de todos. De esta manera, quizá, se empezase a tomar conciencia de que un déficit fiscal implica que alguien se ha apropiado de más méritos de los debidos y, por consiguiente, ha gestionado mal el dinero de nuestros impuestos.

 

Los resucitados: patrimonio y progresivo del ahorro

Dicen que las segundas partes nunca fueron buenas. Hace algo más de dos años, el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero comenzó su segunda legislatura con su plan de políticas económicas y fiscales desconcertantes de las que ahora mismo están arrepentidos al 100% en Moncloa. No se trata del cheque bebé (2.500 euros), a la prestación especial por desempleo (426 euros), ni siquiera de los míticos 400 euros de deducción en el IRPF...

Entre Sebastián y Taguas, los dos anteriores asesores económicos del Presidente, pergeñaron en su inicio buena parte de las medidas de las que ahora se debe dar marcha atrás. Entre ellas se encuentra la exención (que no derogación) del Impuesto de Patrimonio de diciembre de 2008 o la aplicación del tipo único a las rentas del ahorro y plusvalías del 18% a finales de 2007. Ambas medidas dieron un bocado innecesario a la capacidad recaudatoria del Estado en un momento en el que el maná inmobiliario lo cubría todo. Y ahora no.

Los ingresos públicos vinculados al ladrillo y la parálisis de este mercado han desatado la crisis fiscal actual, acelerada por las políticas de incremento del gasto público. El resultado es un déficit fiscal del orden del 10%-12%, según diferentes estimaciones, o cerca de 100.000 millones de euros. Pero esos casi 5.000 millones de euros anuales que se perdieron ahora se echan en falta. Y no queda más remedio que restaurarlos. El Gobierno podrá hacer uso del RD (Real Decreto) para resucitarlo y aliviar la situación financiera de las Comunidades Autónomas -que tienen traspasada esta competencia-.

Pero de forma inmediata, el Ejecutivo deberá dar marcha atrás en el tipo único sobre las rentas del ahorro (18%), que grava por igual el ahorro de corto plazo que una inversión a largo. Hasta 2007, las plusvalías con un plazo de maceración superior a 12 meses tributaban a tipo reducido, mientras que las registradas en plazo interior iban contra el tramo de IRPF del inversor. Casualidades de la vida, desde 2008 se ha producido el mayor volumen de intermediación y operaciones de corto plazo de toda la historia, así como el periodo financiero más turbulento. Otra idea del ideario de Miguel Sebastián, un rico defensor a ultranza de los tipos únicos también en las rentas del trabajo en el IRPF. Claro que también es el fundador del plan bombilla con el que se ha llenado las manos la multinacional Phillips. ¿Se acuerdan?

"Una gran fortuna, a poco que esté bien asesorada, paga un volumen de impuestos bajo o cercano a cero. Por ejemplo, los dividendos los cobra una sociedad patrimonial interpuesta. Las plusvalías, también. Sólo cuando alguna de la dos partidas sube al individuo en lugar de a la sociedad es cuando se aplican", explica cualquier fiscalista al que se le pregunte. Además, las grandes fortunas pueden no sacar ese dinero y pueden estar traspasándolo continuamente entre fondos evitando pasar por el filtro fiscal. 

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