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La Fed impulsa recortes de tipos en plena burbuja de activos y empleo débil en EE.UU.
El recorte de tasas en EEUU impulsa activos como oro y criptomonedas, mientras persisten dudas sobre empleo e inflación y crece el debate sobre una posible burbuja financiera
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No quería ser como el Guadiana: aparecer una semana después de mucho silencio y volver a desaparecer. Pero la inesperada —aunque perfecta— boda de mi amigo Miguel Ángel y su amada Pam complicó un poco la logística familiar.
Voy al grano. Mi impresión es clara: la Fed y el Gobierno americano han decidido inflar una burbuja de activos. Y aunque hoy no se ven señales de que vaya a estallar, todos sabemos que es como echar gasolina al fuego: ahora calienta, pero en algún momento puede desatar un incendio.
El mercado laboral confirma esa fragilidad. A comienzos de mes vimos unas cifras flojas, pero la revisión posterior fue aún peor: 900.000 empleos menos de lo estimado. En total, 2024 ha generado 1,7 millones de empleos menos de lo que creíamos, es decir, unos 140.000 menos al mes. Un desvío de esa magnitud debería preocuparnos mucho más de lo que parece.
La Reserva Federal lo ha entendido y ha optado por reaccionar: inicia recortes de tipos que, según su propia hoja de ruta, rondarán al menos 100 puntos básicos, quizá hasta 150 en los próximos doce meses. ¿La excusa? Que la inflación está "bajo control". Lo curioso es que sigue un punto por encima de su objetivo.
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Y aquí viene la pregunta clave: ¿qué pasaría si la inflación se desviara tanto como el empleo, pero al alza? ¿De verdad alguien cree que la inflación real es del 3%? Basta salir a hacer la compra, cenar fuera o tomarse un café para comprobar que el dato oficial se queda corto.
En mi opinión, la Fed está bajando tipos en una economía con inflación elevada, y eso alimenta una burbuja de activos sin precedentes. Oro, plata, criptomonedas y renta variable seguirán subiendo como cobertura natural frente a esa inflación.
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¿Hasta cuándo? Difícil saberlo. Pero, por ahora, lo sensato es no ponerse en contra de la ola.
Los recortes de tipos ya están descontados y las condiciones financieras son mucho más laxas de lo que eran. Si la desaceleración del empleo se produce de forma controlada, este rally aún tiene recorrido.
Algunos bancos de inversión se atreven a proyectar el S&P 500 en 7.000 puntos para finales de 2025 y hasta 9.000 en 2026. Sin embargo, si miramos el S&P en oro —no en dólares, que seguirán debilitándose— el resultado es menos espectacular, y eso aplaza el miedo a un estallido inmediato de la burbuja.
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Además, la adopción de la inteligencia artificial sigue en una fase temprana, el sentimiento de mercado es positivo pero no eufórico, el apalancamiento es bajo y las valoraciones, aunque exigentes, están lejos del exceso de la burbuja "dotcom". No descarto volatilidad ni un final complicado para este "experimento", pero hoy no parece que estemos en la antesala del colapso.
Lo que sí veo claro es que, en todos los escenarios, los metales preciosos siguen siendo la apuesta más segura.
No quería ser como el Guadiana: aparecer una semana después de mucho silencio y volver a desaparecer. Pero la inesperada —aunque perfecta— boda de mi amigo Miguel Ángel y su amada Pam complicó un poco la logística familiar.