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A propósito de la actual inflación de fábulas sobre la inflación
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A propósito de la actual inflación de fábulas sobre la inflación

Después de un año del inicio de la pandemia, ¿quién nos hubiese dicho que un posible retorno de la inflación iba a ser el principal tema económico de actualidad?

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Fábula, definición RAE: f. Breve relato ficticio, en prosa o verso, con intención didáctica o crítica frecuentemente manifestada en una moraleja final, y en el que pueden intervenir personas, animales y otros seres animados o inanimados.

Después de un año del inicio de la pandemia, ¿quién nos hubiese dicho que un posible retorno de la inflación iba a ser el principal tema económico de actualidad? Y, sin embargo, aquí estamos, con fuertes incrementos en los precios de muchos bienes, tales como el cobre, el mineral de hierro, los productos agrícolas, los plásticos, los semiconductores, la carne de cerdo y la vivienda, por nombrar unos pocos.

Aunque muchos de estos incrementos van a ser puramente de corto plazo y la capacidad se ajustará relativamente rápido, ya que han sido el resultado de circunstancias meramente fortuitas (como en el caso de los precios del cerdo, debido al brote de Peste Porcina Africana de hace dos años, o en el caso del mineral de hierro, por los problemas en los activos de la empresa brasileña Vale), es cierto que dichos incrementos nos han obligado a replantearnos si dicha inflación será permanentes y, sobre todo, qué impacto tendrá sobre las economías actuales. En este corto ensayo intentaré responder brevemente a la segunda pregunta, y dejaré abierta la primera, aunque soy de la opinión de que la inflación no será permanente, ya que se necesitarían subidas generalizadas de salarios que, aunque no son imposibles, se antojan difíciles.

Foto: Reserva Federal de EEUU. (EFE)

El regreso de la inflación ha venido acompañado de una serie de análisis, o como les llamaremos aquí, “´fábulas”, que intentan explicar el fenómeno de la inflación y sus consecuencias. Como en toda buena fábula, dichas explicaciones buscan tener un carácter aleccionador – quizás destinado a las autoridades monetarias y fiscales competentes. Y como en todo buen relato que engancha, como explicaba McCloskey hace muchos años, siempre debe haber una “inversión de estado”, en el sentido de que el argumento debe dar un giro brusco en algún momento de la historia (ej. una historia que empieza mal tiene un final feliz).

En la mayoría de estas fábulas se hace uso de este truco literario, ya que se supone que hay una economía robusta (o en “equilibrio”, como dirían los economistas) que se ve impactada por la inflación hasta que alcanza un nuevo equilibrio. Las tres fábulas más comunes de hoy en día (aunque hay muchas más), y que mencionaremos brevemente aquí, son: la política monetaria como causante de la inflación, colapso del dólar (llamado también “debasement”) y la inflación siempre es un fenómeno negativo que hay que evitar. Debemos señalar que siempre estaremos hablando de las economías desarrolladas occidentales, ya que el fenómeno de la inflación no se desarrolla en todas las economías por igual.

La primera fábula es la más extendida, y la más fácil de desmontar, especialmente si tenemos en cuenta que estamos hablando de las economías occidentales. Esta afirma que las políticas monetarias expansivas siempre acaban generando inflación, tarde o temprano, con la idea básica de que habrá mucho dinero comprando pocos bienes. Se trata de una línea de argumentación de antiguo y distinguido linaje, remontándose a la Escuela de Salamanca y a los escritos de David Hume, pasando por la tradición monetarista.

Los experimentos monetarios de las tres últimas décadas, sin embargo, no han sido amables con las predicciones de esta fábula. Empezando por Japón en la década de 1990, siguiendo con Europa en 2010, y finalmente una nueva iteración en Japón con las políticas del primer ministro Abe en 2012, hemos presenciado como políticas ultra expansivas no han generado ni un ápice de inflación. Ha ocurrido más bien lo contrario: cuanto más denuedo han desplegado las autoridades monetarias en su lucha contra la deflación, más persistente se ha vuelto.

Aunque es verdad que Japón y la Eurozona se han enfrentado a causas deflacionarias para los que dichos remedios pueden no ser eficaces (tales como un perfil demográfico envejecido o un sistema bancario en quiebra), lo cierto es que, si uno revisa la hemeroteca, dichos factores no han impedido a los analistas económicos vaticinar una y otra vez que “la inflación ya está cerca”. Con el fin de salvar esta brecha entre análisis y hechos, varias líneas de pensamiento teóricas han cogido fuerza durante la última década, las cuales intentan explicar por qué las políticas de tipos bajos y dinero abundante son deflacionarias – de hecho, dichos argumentos están consiguiendo bastante crédito en el ámbito académico. En resumen, aunque las políticas monetarias expansivas puedan ser indeseables por una multitud de razones (como la creación de burbujas en los mercados financieros), la creación de inflación (en los mercados reales) no es una de ellas.

La segunda fábula es, para muchos, un corolario de la primera, en el sentido de que una inflación interna tendrá como contrapartida internacional una fuerte depreciación de los tipos de cambio de dicha moneda. El protagonista de la segunda fábula es invariablemente el dólar, que acabará sufriendo las consecuencias de la política de la Reserva Federal, depreciándose fuertemente y perdiendo el estatus de primera moneda refugio a nivel mundial. Hay varios problemas con la fábula número dos, tanto empíricos (siempre se mencionan casos de países emergentes con crisis cambiarias, o el desmantelamiento del Sistema de Bretton Woods, el cual presentaba una arquitectura financiera internacional muy diferente a la actual) como teóricos.

Respecto a estos últimos, se olvida que en un tipo de cambio siempre se compara una moneda contra otra. ¿Quién sustituirá al dólar como valor refugio? Los candidatos más obvios, que serían el euro y el yen, están también con políticas monetarias similares a las de la Fed (y sus economías se enfrentan a desafíos económicos estructurales mayores que los de Estados Unidos), mientras que el renminbi, el otro candidato, no ha hecho grandes progresos como moneda utilizada en las transacciones internacionales en los últimos años (a pesar de la inclusión de esta moneda por parte del FMI en la cesta de divisas de los SDRs en 2016) .

Y, finalmente, está la fábula de que la inflación, siempre es un fenómeno (o “externalidad”) a evitar, no importa las circunstancias económicas o el país en cuestión. Aunque esta fábula tiene un argumento mucho más extenso como para poder explicarla completamente, cabe recordar que, como ha afirmado el economista Michael Pettis recientemente, la inflación es simplemente un fenómeno de redistribución de la riqueza, ya sea de unos sectores económicos a otros (de empresas a hogares), de unos países a otros, o de unas clases sociales a otras (los que tienen activos frente a los que no los tienen).

Tras tres décadas de un experimento sin precedentes en el que la función de la distribución de la riqueza ha acabado más asimétrica que nunca, junto con unos niveles de deuda en niveles históricos, cabe preguntarse al menos si algo de inflación no sería deseable, ya que solucionaría en parte los dos problemas anteriores a la vez. Sin embargo, y siguiendo con las dinámicas de la distribución del ingreso, una inflación producida por el aumento del precio de las materias primas (y que fuese trasladada al consumidor final), no tendría el efecto positivo descrito, con lo que, por así decirlo, no toda inflación vale, sino aquella producida por un aumento de los salarios.

En definitiva, los próximos meses serán cruciales para el devenir de la inflación. Aunque, queridos lectores, la situación económica actual pueda tener numerosos desafíos que les quiten el sueño, espero haber explicado por qué las tres fábulas anteriores no deberían ser uno de esas preocupaciones.

Javier Lopez Bernardo, Phd, CFA, es miembro de CFA Society Spain.

Fábula, definición RAE: f. Breve relato ficticio, en prosa o verso, con intención didáctica o crítica frecuentemente manifestada en una moraleja final, y en el que pueden intervenir personas, animales y otros seres animados o inanimados.