Los imperios contraatacan

Comienza una nueva batalla entre los dos gigantes de la tecnología que muy probablemente terminará beneficiando a los consumidores. A escasos días de anunciar un sistema operativo (Chrome OS) para competir con el de Microsoft, la compañía de Bill Gates contraataca con una versión gratuita de su popular Office, que previsiblemente será lanzada este año. Chrome por su parte saldrá a la luz en la segunda mitad del 2010.

 

Los caminos entre el dueño de Windows y el principal navegador de Internet se entrecruzan. Microsoft pretende extender sus tentáculos aun más en internet y Google establecerse como plataforma operativa para los PCs, hasta ahora monopolio del primero. Dentro de poco va ser difícil distinguir a que se dedica una y otra.

Está por ver como lograrán monetarizar sus distintas plataformas. Google lleva años tratando de hacer dinero con YouTube y lo único que ha logrado es perder muchos millones de dólares. Por el momento ambas compañías tienen las arcas bien llenas por lo que se prevé una dura y larga batalla.  Lo que si parece claro que el navegador está entrando en una nueva fase de su evolución. Microsoft está trabajando en Gazella, un nuevo prototipo que trata de ser, al igual que Chrome, una simbiosis entre sistema operativo y navegador.  Apple, con su Safari 4.0, pretender competir con los otros dos emulando el interface de iTunes.

Resulta interesante comprobar a meses escasos de cumplirse una década del pinchazo de la burbuja tecnológica que gran parte de las previsiones sobre internet se han cumplido con creces. Lo único que no ha calado ha sido los pronósticos de muchos gurus que, con sus nuevos paradigmas bursátiles, justificaban múltiplos estratosféricos.  El Nasdaq, que superó los 5.000 en marzo del 2.000, apenas está a 1.800 diez años después.

Sin embargo, la competencia en el sector tecnológico ha producido grandes dividendos para los usuarios: tanto internet, como los móviles, las pantallas planas, los MP3 y un largo etc están a años luz de los modelos lanzados al mercado hace pocos años. Cabe preguntarse que habría ocurrido con otros sectores, como el del automóvil, si las mismas reglas de juego se hubieran aplicado a ellos.