Es noticia
La amenaza proteccionista
  1. Mercados
  2. La Columna
José Luis Pérez Estévez

La Columna

Por

La amenaza proteccionista

Hasta ahora las amenazas proteccionistas se han quedado en sólo eso, amenazas. Las campañas “Buy American” o las palabras del ministro Sebastián pidiendo el consumo de

Hasta ahora las amenazas proteccionistas se han quedado en sólo eso, amenazas. Las campañas “Buy American” o las palabras del ministro Sebastián pidiendo el consumo de productos nacionales están todavía lejos de las barreras comerciales levantadas por el acta Smoot-Hawley que en 1930 precipitó la Gran Depresión.

 

Pero las cifras de paro no dejan de subir y muchos gobiernos se están enzarzando en una peligrosa espiral devaluadora que no presagia nada bueno. El banco central suizo lleva meses vendiendo su moneda frente al dólar y el euro.  El australiano está haciendo lo propio frente el dólar americano. El Riskbank está comprando moneda extranjera en detrimento de la corona sueca. También el Banco de Japón, el BCE, El Banco de Canadá o el de Nueva Zelanda han mostrado de una forma u otra su preocupación por la fortaleza de sus respectivas divisas.

Si para salir de la crisis los países recurren a la devaluación en lugar de mejoras en la productividad y la innovación tenemos un gran problema. Los llamados desequilibrios globales, donde unos ahorran mucho y otros gastaban demasiado no se pueden solucionar exacerbando aun más los desajustes. China, uno de los principales países ahorradores, está llevando a cabo una expansión fiscal a través de la inversión no el consumo, lo que no soluciona el problema de fondo.  Japón, otro país netamente ahorrador, tiene tal deuda que no podrá soportar por mucho tiempo una fiscalidad demasiado generosa. Alemania ha dejado claro en varias ocasiones que no está muy por la labor de cambiar su modelo, criticando abiertamente al BCE su política demasiado expansiva.

Resulta difícil imaginar que el principal país consumidor, Estados Unidos, esté dispuesto a continuar gastando para mantener los puestos de trabajo en los países exportadores mientras sus ciudadanos los siguen perdiendo. La tasa de ahorro en este país, que ha pasado del 0% al 6% en poco más de un año, va camino del doble dígito.

Si el comercio internacional cae en una espiral devaluadora el resultado será el incremento del proteccionismo. Las autoridades monetarias han demostrado en estos meses que han aprendido las lecciones de los años 30 siendo muy pro-activas con sus programas de estímulo. Si ahora no evitamos caer en una espiral proteccionista, todas estas medidas no habrán servido de mucho.

Hasta ahora las amenazas proteccionistas se han quedado en sólo eso, amenazas. Las campañas “Buy American” o las palabras del ministro Sebastián pidiendo el consumo de productos nacionales están todavía lejos de las barreras comerciales levantadas por el acta Smoot-Hawley que en 1930 precipitó la Gran Depresión.