Es noticia
Los bancos, ante la prueba más dura
  1. Mercados
  2. Lleno de Energía
Daniel Lacalle

Lleno de Energía

Por
Daniel Lacalle

Los bancos, ante la prueba más dura

Los 'stress trest' son una prueba de resistencia, ya que analizan si ante un cambio drástico las entidades conservarían el 10% de capital que tienen de media

“Stress tests are like Cuban universities, everyone passes, but the title is worth nothing”.

Si algo nos han demostrado los episodios recientes de sorpresas negativas de algunos bancos europeos -desde Portugal a Francia o Alemania- es que la banca europea aún no ha solucionado sus problemas. Confundimos el importante ejercicio de transparencia y mejora llevado a cabo desde 2012, con una solución mágica a un problema creado durante una década de exceso. Es imposible cuando los préstamos de difícil cobro aún alcanzan la cifra de 932.000 millones en toda Europa, siendo el 7,6% del total de préstamos en la eurozona, según Price Waterhouse Coopers.

Cuando hablamos de las pruebas de resistencia bancaria ("stress tests"), muchos analistas los miran como notas definitivas, y no como realmente son: un análisis dinámico de circunstancias que cambian constantemente. Y, desde luego, no son infalibles, como se ha demostrado en tantas ocasiones (Dexia, las cajas, los bancos chipriotas, etc.).

Es un análisis que utiliza una metodología común para todos los países, en el que se analiza el impacto sobre el capital de un banco de distintos eventos de riesgo.

El gran público tiende a pensar en los bancos como "entes que acumulan depósitos y ganan mucho dinero", y no es así. Siempre nos fijamos en los beneficios (pérdidas y ganancias contables), y no en la caja y el balance.

Un banco, por cada euro que recibe de depósitos suele endeudarse hasta unas 25 veces. Pero ese depósito, en realidad, es un préstamo, no está durmiendo en una caja fuerte.

Por cada euro que la entidad concede de crédito, las reglas bancarias le permiten usar más o menos capital dependiendo del riesgo que se asuma para dicha operación. Si le presta a una empresa muy segura y de baja probabilidad de impago, el porcentaje de capital requerido es muy bajo. El resto es deuda. Esos préstamos, si funcionan generan un beneficio, y durante la vida del mismo el banco genera el margen entre lo que le cuesta el dinero y lo que consigue por prestarlo... si se lo devuelven. Si no, el balance se deteriora aceleradamente.

Pues bien, cuando las cosas van mal, ese “capital” se reduce muy rápidamente. Por eso, la gente no entiende como en 2007 un banco podía tener unos coeficientes de solvencia y liquidez razonables y en 2008 estar al borde de la quiebra. El ciudadano no percibe lo rápido que puede desaparecer dicho porcentaje de capital cuando los préstamos de supuesto bajo riesgo pasan a ser incobrables en cadena. Tanto que pueden dejar al banco sin recursos.

Lo que busca una prueba de resistencia es analizar si ante un cambio drástico las entidades conservarían el 10-11% de capital que hoy tienen de media.

Los stress test buscan un difícil doble objetivo. Por un lado, analizar el impacto en unas estructuras financieras tan frágiles de eventos como una recesión, pérdidas en las carteras de bonos soberanos, depreciación agresiva de monedas, etc. Por otro lado, los stress test intentan ser lo suficientemente justos para que no salga un ejercicio inútilmente negativo que ponga en peligro la confianza en las instituciones. Es decir, una cosa es ser estricto y no aprobar a todos los alumnos -que no ayuda a nadie como vimos en las pruebas de resistencia ridículas de 2011-, y otra cosa es suspenderlos a todos, algo que hunde a la clase y la reputación del profesor.

La banca española parte de la ventaja del viejo mal alumno que se enmienda y pasa a la primera fila a hacer el examen delante del maestro, para que nadie sospeche que copia. La reforma financiera ha sido clave, y los ejercicios de transparencia y ampliaciones de capital de los últimos tres años han ayudado enormemente. El hecho de que todo el mundo sepa, con luz y taquígrafos, las dificultades que aún tienen -no lo neguemos- ha hecho que el proceso de estabilización haya sido eficaz. Han mejorado solvencia y reducido el riesgo sistémico.

Un problema de préstamos de difícil cobro, mora del 13% y alta exposición a préstamos a las administraciones públicas no se soluciona en dos años, pero los depósitos se han estabilizado y se han vendido grandes paquetes de activos inmobiliarios tóxicos. Eso no hace a la banca “totalmente saneada”, sino fuera de la UVI usando un símil hospitalario. Pero aún está en planta, como todo el sistema financiero europeo.

Las pruebas de resistencia de 2014 serán muy exigentes y asumirán, entre otros riesgos:

  • Un escenario adverso de caída del PIB de Europa del 0,7% en 2014, -1,5% en 2015, además de una caída del 21% en el precio de las casas, con aumento de inflación.
  • Perdidas en la cartera de bonos soberanos por quitas o aumentos de la prima de riesgo. Aumentos de 150 puntos básicos en las primas europeas o de 200 en la de EEUU. Asume un 6,5% de quita en España, por ejemplo, 6% en Francia o 7,6% en Italia y 4,4% en Alemania en los bonos a 5 años.
  • Posible depreciación del 25% de las monedas húngara y polaca, y 15% de la checa, rumana o croata.

A pesar de que puedan parecer estimaciones agresivas, el impacto esperado en los bancos es relativamente pequeño. La banca española se ve fundamentalmente afectada por el análisis de caída del PIB, al tener préstamos considerados más cíclicos -muchos de ellos expuestos a Latinoamérica-, y por el impacto en su cartera de bonos soberanos. Pero no parece que en el escenario adverso ninguno de los grandes bancos vaya a tener problemas para superar un 6% de capital.

Sin embargo, no olvidemos que estos ejercicios son teóricos y, como todo, la realidad suele mostrar efectos inesperados. Pero el ejercicio es importante.

Ahora no esperemos que el crédito se vaya a disparar porque los bancos pasen el examen teórico de la UVI. Siempre que salen los resultados me preguntan “¿Van a empezar los bancos a prestar?”.

Aunque el nivel de crédito privado ha empezado a recuperarse lentamente, con un crecimiento esperado de 0,5% al sector privado -unos 4.400 millones de euros en 2014-, la Unión Europea sigue siendo, con mucha diferencia, el sistema más bancarizado de la OCDE.

  • La banca europea es el instrumento más intervenido, regulado y controlado por los estados de la OCDE. No sólo el peso de la banca pública, sino por la nefasta intervención en procesos de desinversión y compra, lo que ha empujado a prestar a toda costa; sin olvidar el “crowding out”, por el que los estados acaparan el crédito que se niega a familias y empresas, incentivando la compra de deuda soberana a través de la regulación, como explicaba aquí.
  • En Europa la banca financia el 80% de la economía real, mientras en Estados Unidos es alrededor del 30%.
  • Los activos totales de la banca de la eurozona suponen el 349% del PIB de la misma. Una reducción de un 12% desde 2008. Una cifra muy superior a la de EEUU o Japón (gráfico cortesía de Merrill Lynch). Si bien es cierto que parte de ello se explica porque los bancos europeos tienen mayores depósitos, es un sistema bancario hipertrofiado.
  • La expansión de crédito adicional no es la panacea, ya que olvidamos de dónde venimos… Un brutal crecimiento del crédito desde 2001, como muestra el gráfico. Morgan Stanley estima que los bancos europeos han vendido o refinanciado entre un 20 y un 25% de los 700.000 millones de préstamos de difícil cobro que exigía la regulación que solucionasen con urgencia en 2014.

La banca no puede soplar y sorber a la vez. No puede fortalecer su balance, evitar tomar riesgo excesivo y a la vez prestar como si fuera 2008 solo porque pensamos que el crédito es la solución. Primero porque no pueden y segundo porque no deben.

Los stress tests de 2014 no son iguales que los de 2011. La banca europea ha mejorado. Se espera que los préstamos de difícil cobro se reduzcan en 2014 mientras el beneficio operativo suba un 4,2% después de tres años de caída. El riesgo sigue existiendo, pero ya no es tan grave como en 2011. Pero forzar a prestar es un gran peligro.

Como explicaba en “El Plan Draghi no arregla Europa”, todas las inyecciones de liquidez no solucionan un problema clave. ¿Dónde ponemos todo ese dinero? Europa cuenta con una sobrecapacidad industrial media del 25%. Cuando le pregunté en la CNBC a un alto directivo del BCE donde pensaban que se iban a invertir los 400.000 millones de euros del TLTRO, no supo darme un solo sector clave para invertir tal cantidad de dinero.

El crédito vuelve, pero esperemos, por nuestro bien, que no alcance los niveles de 2004-2010. Como decía Von Mises: “Nadie puede esperar que un argumento lógico cambie el fervor semi-religioso de aquellos que creen en la salvación a través del gasto y la expansión de crédito”. Me temo que, a base de tipos de interés negativos, inyecciones de liquidez y estímulos, queremos volver a la burbuja de crédito antes de que la banca europea recupere su fortaleza. Luego, cuando pinche, culpamos al ‘libre mercado’. Y tan panchos.

“Stress tests are like Cuban universities, everyone passes, but the title is worth nothing”.

Unión Europea Monedas Transparencia