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La crisis, el nuevo año y los Reyes Magos… (del medio y lejano oriente)
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Daniel Galván

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La crisis, el nuevo año y los Reyes Magos… (del medio y lejano oriente)

Aunque no sirve de nada echar la vista atrás y ser pesimistas en este momento, en el año que ahora acaba una de las cosas que

Aunque no sirve de nada echar la vista atrás y ser pesimistas en este momento, en el año que ahora acaba una de las cosas que más nos han sorprendido ha sido el mimetismo mostrado por algunos empresarios y parte de la clase política sobre las causas de la crisis. Decir algo como “viene de fuera, nada se puede hacer” o “realmente es una crisis inmobiliaria” fue querer engañarnos a nosotros mismos a unas alturas de la película donde, desgraciadamente, todo el mundo se dio cuenta de que el “ambiente de alarmismo injustificado” sobre nuestra economía era bastante tangible y de que pensando en voz alta no se dañaban las expectativas ni se era antipatriota, sino que solamente se ponía sobre la mesa la realidad de algo que debería haberse atenuado con medidas a tiempo. Está dentro de la lógica pensar en cierta recuperación durante la primavera del próximo año pero, si les soy sincero, creo que la coyuntura actual durará probablemente un par de años más.

 

Muchos echamos de menos en 2008 un mayor número de estos mal llamados “empresarios antipatriotas”; desgraciadamente, sí abundaron gestores faltos de reflejos para acometer los cambios estructurales y estratégicos precisos en tiempo de crisis. Son muchas las compañías -generalmente familiares- que acuden actualmente a entidades como la nuestra en busca de un médico que ayude a diagnosticar y curar todos sus achaques: refinanciación de deuda, redacción de un nuevo plan estratégico o ampliación de capital para dar entrada a socios financieros minoritarios que ayuden en estos duros años de travesía en el desierto. Aunque muchas veces existe solución, es descorazonador ver casos donde la tardanza del enfermo en ser consciente de su situación hace muy difícil transmitirle un mensaje de que existe cura.  

Paralelamente al cambio de ciclo, aparece la posibilidad de operaciones corporativas. Algunos tienen la percepción de que el mercado de fusiones y adquisiciones está poco activo, nada más lejos de la realidad. Existen muchas compañías con el cartel de “se vende”, pero resulta más complicado que antes cerrar transacciones, ya que, entre otras cosas, se ha reducido el grifo de la deuda para financiar adquisiciones, los múltiplos de compra también, y sólo están ciertamente activos a nivel doméstico grupos con vocación claramente oportunista.

Recientemente, un conocido empresario afirmaba sentirse muy decepcionado con las que hasta ahora habían sido sus fuentes de financiación, que renombraba como “los tiesos” (la banca) y “los hibernados” (private equity), y, tras más de 30 años de trabajo, se planteaba tirar la toalla y ofrecer una participación, o incluso el 100% de su negocio, a esos grupos inversores extranjeros de China, India o fondos soberanos del Golfo, tan de moda actualmente. “¿Cómo se contacta con ellos?, son gente con liquidez que podrían hacerme una buena oferta”.

Es conveniente desmitificar esta aureola de nuevos Reyes Midas que rodea a ambos, y muy especialmente a los fondos soberanos, ya que hasta ahora se han limitado a mirar en España oportunidades ligadas al real estate y sectores tradicionales como energía o química. En cuanto a las empresas de India o China, lo que buscan es comprar redes comerciales y know-how en compañías muchas veces con apuros, donde ellos son posiblemente el único potencial comprador industrial, aparte de los distressed funds.

Entonces, ¿dónde está la solución al problema para muchos empresarios? Pues, al margen de la venta de activos y de intentar opciones más o menos exóticas, lo que cobra fuerza es la fusión entre competidores para conseguir sinergias y economías de escala, que permitan ser competitivos en este entorno desfavorable. Ya lo dice el proverbio chino: “Hasta una hoja de papel pesa menos cuando dos la levantan”. El candidato obvio para esto son las compañías en manos del capital riesgo, muy apalancadas y sin vocación industrial a largo plazo; también hay casos de empresas familiares sin un buen relevo generacional, que pueden ver la fusión como una solución más correcta en la psicología de sus fundadores, frente a la simple venta a múltiplos bajos.

Creo que es conveniente transmitir un mensaje de optimismo y pensar que lo peor de este annus horribilis ha pasado. Son momentos de cambio, en los que nadie sabe pronosticar si la reactivación en el tejido empresarial se producirá antes o después, pero sin duda los que sepan actuar con astucia saldrán reforzados. Está claro, pues, que la clave pasa por nosotros mismos más que por salvadores extranjeros, o por esperar milagros de entidades financieras que nunca llegan.

Por tanto, la receta incluye grandes dosis de trabajo, positividad y astucia, y sobre todo, no confundirse: a la hora de creer en los Reyes Magos de Oriente sólo existen unos, los de siempre, y que nunca nos han fallado, aunque lleguen en camello y no estén cargados de petrodólares.

Feliz Navidad a todos.

Por Daniel Galván, Vicepresidente de GBS Finanzas

Aunque no sirve de nada echar la vista atrás y ser pesimistas en este momento, en el año que ahora acaba una de las cosas que más nos han sorprendido ha sido el mimetismo mostrado por algunos empresarios y parte de la clase política sobre las causas de la crisis. Decir algo como “viene de fuera, nada se puede hacer” o “realmente es una crisis inmobiliaria” fue querer engañarnos a nosotros mismos a unas alturas de la película donde, desgraciadamente, todo el mundo se dio cuenta de que el “ambiente de alarmismo injustificado” sobre nuestra economía era bastante tangible y de que pensando en voz alta no se dañaban las expectativas ni se era antipatriota, sino que solamente se ponía sobre la mesa la realidad de algo que debería haberse atenuado con medidas a tiempo. Está dentro de la lógica pensar en cierta recuperación durante la primavera del próximo año pero, si les soy sincero, creo que la coyuntura actual durará probablemente un par de años más.