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Ivan Dolz de Espejo

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No es lo mismo

Supongamos que hemos tomado la decisión de comprar un coche. Tenemos claro que queremos que sea cómodo para circular por ciudad, que consuma poca gasolina, que

Supongamos que hemos tomado la decisión de comprar un coche. Tenemos claro que queremos que sea cómodo para circular por ciudad, que consuma poca gasolina, que sea fácil de aparcar y que no sea excesivamente caro. Empezamos a informarnos a través de Internet de las mejores opciones, y creemos encontrar lo que queremos. Compramos una revista especializada donde se analiza el vehículo en cuestión, y llegamos a la conclusión de que es justo el que necesitamos, ya que se adapta a nuestras necesidades. Vamos al concesionario, con el dinero que tanto nos ha costado ahorrar para comprar el coche de nuestros sueños, y cuando se lo pedimos al vendedor, nos dice: “ese no lo tengo, pero tengo este otro que es lo mismo”. Pues no, no es lo mismo.

Una situación, sin duda, desagradable y extrapolable a la compra de la mayoría de bienes que podamos adquirir. Dicho comportamiento es demasiado frecuente en la compra de productos financieros. Debemos exigir un asesoramiento que no esté condicionado y que sea independiente.

Puede parecer una obviedad, pero analizando el comportamiento de muchísimos inversores, se percibe cierta “resignación” con la actitud de los bancos, como si este tipo de cosas estuviera en su propia naturaleza y no se pudiera hacer nada al respecto. Tendemos a hablar mal de las entidades financieras, pero luego nos cuesta una barbaridad cambiar de depositario por los trastornos que ello supone. Y esto, los bancos, lo saben. Por ello es muy frecuente que nos intenten vender productos estructurados a largo plazo, para tenernos atados si nos enfadamos por otro motivo.

Como ya anticipamos a finales de 2009, es especialmente en años como éste en los que la selección de producto se vuelve fundamental. En períodos de euforia o pánico, donde todo sube o baja, la aportación de los buenos gestores es prácticamente imposible. Es en años de indefinición, con rentabilidades de los índices cercanas a +/-10%, en los que encontramos acciones que superan el 50% su cotización, y otras que lo pierden. Años en los que los buenos asesores pueden y deben lucirse.

La diferencia en rentabilidad entre estar en los activos correctos es demasiado grande como para obviarla. No es lo mismo invertir en Alemania cuya situación económica es una de las mejores de Europa, y cuyo índice supera el +5% de rentabilidad, que en España con pérdidas acumuladas del -3.5% en 2010. Pero es que tampoco es comparable a invertir en Irlanda, cuyas reformas están dando ya sus frutos, lo que se deja notar en sus cotizaciones. Si encima los buenos gestores superan las referencias, estamos hablando de diferenciales superiores al 10% en un trimestre entre estar en un fondo semi-indexado de España o un buen fondo global, como Bestinfond, por poner un ejemplo (+7.87%). Pues no, mire, no es lo mismo.

Pero pídale usted a su banco que le compre Bestinver, a ver qué le dice… Lo mismo se podría decir de Carmignac Patrimoine, denostado por una parte importante de la banca española por supuestos problemas “de tamaño”, pero que deja en ridículo a los fondos mixtos de los que les critican, superándoles por más del 20% de rentabilidad en los últimos dos años. Estos “problemas de tamaño”, no los detecta ningún órgano regulador en Europa ni Citywire, que le otorga la mejor calificación como gestor, ni AllFunds en su due dilligence, ni Expansión, que les otorgó 5 premios a los mejores fondos de 2009. Carmignac Patrimoine no perdió dinero en 2008, en 2009 superó el +17%, y este año obtiene un +3.5% de ganancia. Pues no, tampoco es lo mismo.

Podríamos seguir con muchos más ejemplos. No va a ser lo mismo un fondo estático de renta fija que uno flexible que sepa adaptarse a los futuros movimientos de tipos (que, no lo duden, acabarán llegando), ni un fondo americano que cubra o no su divisa, ni todos los planes de pensiones son una porquería. Habrá unos que sí y habrá otros que no. Lo importante es localizar los buenos y que no nos pongan problemas a la hora de comprarlos.

Exijamos un buen asesoramiento. Directa o indirectamente, en el momento en que tenemos una cuenta en una entidad financiera, estamos pagando por ello aunque no lo veamos. Pero si no lo exigimos, y nos conformamos con lo que tenemos, la situación no mejorará. En nuestra mano está obligarles a que abran la mano, y que se transformen en arquitecturas abiertas reales para que tengamos a nuestra disposición a la gente que de verdad sabe hacer bien las cosas, que la hay, y mucha.

Porque no, por mucho que se empeñen, no es lo mismo.

 

Ivan Dolz de Espejo es director de GBS Finanzas Family Office

Supongamos que hemos tomado la decisión de comprar un coche. Tenemos claro que queremos que sea cómodo para circular por ciudad, que consuma poca gasolina, que sea fácil de aparcar y que no sea excesivamente caro. Empezamos a informarnos a través de Internet de las mejores opciones, y creemos encontrar lo que queremos. Compramos una revista especializada donde se analiza el vehículo en cuestión, y llegamos a la conclusión de que es justo el que necesitamos, ya que se adapta a nuestras necesidades. Vamos al concesionario, con el dinero que tanto nos ha costado ahorrar para comprar el coche de nuestros sueños, y cuando se lo pedimos al vendedor, nos dice: “ese no lo tengo, pero tengo este otro que es lo mismo”. Pues no, no es lo mismo.