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Mercados de capitales públicos y privados: la unión hace la fuerza
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Mariano Colmenar

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Mercados de capitales públicos y privados: la unión hace la fuerza

El auge de los fondos de capital privado está más que justificado y respaldado por su papel como proveedores de capital y 'know-how' estratégico

Foto: Campana de la Bolsa de Nueva York. (Reuters)
Campana de la Bolsa de Nueva York. (Reuters)

Hace pocas semanas, WeWork, el gigante mundial de ‘co-working’, sorprendía a los mercados al anunciar su desistimiento en la tan esperada salida a bolsa. Ello venía principalmente provocado por una discrepancia significativa entre el valor asignado a la compañía por parte de sus accionistas (47.000 millones de dólares) y el precio que los grandes fondos de inversión estaban dispuestos a pagar, por debajo de los 20.000 millones, en parte debido al cuestionable modelo de gestión de su CEO y fundador, Adam Neumann.

Esta noticia, unida al mal sabor de boca que han dejado otras recientes incorporaciones al parqué, como es el caso de Uber, Lyft o Peloton, ha creado cierta polémica entre algunos expertos bursátiles. Estos cuestionan la idoneidad de los mercados públicos (cotizados) para compañías con un alto componente tecnológico cuyas necesidades de inversión y costes de adquisición de clientes merman su capacidad de generar beneficios, haciéndolas menos aptas para las carteras de los inversores tradicionales. Para ellos, este tipo de compañías debería permanecer en manos de fondos de capital privado ('private equity' en sus distintas categorías) cuyo horizonte de inversión, a más largo plazo, les permite mantener su inversión en compañías con periodos de maduración más largos en el tiempo.

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El auge de los fondos de capital privado está más que justificado y respaldado por su papel como proveedores de capital y 'know-how' estratégico, el cual ha sido un fuerte revulsivo para la financiación de las empresas y la generación de empleo, especialmente en un periodo de escasa financiación bancaria tradicional. Desde el punto de vista inversor, las altas rentabilidades obtenidas han incrementado el flujo de inversión hacia este tipo de activos hasta alcanzar más de seis billones de dólares en fondos bajo gestión. Además, su baja correlación con otros activos financieros hace que estos activos sean idóneos de cara a una óptima diversificación en las carteras de inversión.

Sin embargo, desde la perspectiva de los propietarios de las compañías, la aportación de capital privado puede que no sea siempre la mejor opción, especialmente en los casos en que la empresa tenga una buena gestión y una agenda estratégica definida. En estos casos, la financiación de proyectos a través de una variedad de inversores en los mercados cotizados puede resultar más atractiva para el empresario que la entrada de un fondo de capital privado, la cual, en muchas ocasiones, conllevará una pérdida de control, con todo lo que ello significa para los accionistas de la empresa.

Los mercados cotizados han sido determinantes para el desarrollo de las compañías y la economía


Desde la aparición del primer mercado cotizado allá por el siglo XV hasta los sistemas actuales de 'trading' por algoritmos y de alta frecuencia ('high frequency trading'), los mercados cotizados han sido determinantes para el desarrollo de las compañías y de la economía en su conjunto. Entre sus principales ventajas, podríamos destacar las siguientes:

  1. Son plataformas eficientes para financiar planes de expansión corporativa mediante la emisión de acciones o deuda (uno de los principales objetivos de WeWork en su salida a bolsa era levantar capital y emitir deuda por un total de 10.000 millones de dólares).
  2. Una mayor visibilidad ante sus principales 'stakeholders' y mayores exigencias de información mejoran la transparencia y el gobierno corporativo de las empresas (las dudosas prácticas del Sr. Neumann no salieron a la luz hasta que WeWork emitió su 'prospectus' de incorporación a bolsa).
  3. La incorporación a un mercado cotizado proporciona liquidez a la empresa y a sus accionistas (muchos empleados de WeWork podrían haber monetizado sus 'stock options' tras una salida a bolsa).

Los mercados de capitales públicos y privados están destinados a convivir en buena armonía, si bien con una adecuada adaptación regulatoria

Para algunos, el alto nivel de intangibles en las compañías tecnológicas, cuya inversión en I+D es mayor que la realizada en activos fijos, hace que gran parte de su valor no esté reflejada en sus balances. Ello, unido al hecho de que algunas pasen años 'quemando caja' antes de ser rentables (en caso de que algún día lleguen a serlo), hace que estas empresas sean más difíciles de valorar y por tanto más aptas para inversores privados. Sin embargo, como se ha visto a lo largo de los ciclos bursátiles, los cambios de paradigma, como el que viven en la actualidad algunos sectores económicos, acaban siendo asimilados por la comunidad inversora, la cual, tras un periodo de 'price discovery', aprende a discriminar entre los mejores y peores modelos de negocio. Sirva como ejemplo la Compañía de las Indias. Fundada en 1602 con un modelo de negocio disruptivo y de alto riesgo, fue la primera OPV de la historia, y a pesar de muchas fluctuaciones en su valoración llegó a ser muy rentable, permaneciendo cotizada durante más de 200 años.

Como conclusión, los mercados de capitales públicos y privados deberían estar destinados a convivir en buena armonía, si bien con una adecuada adaptación regulatoria, fiscal y administrativa que permita su expansión y solapamiento en el ciclo de vida de las empresas. De esta manera, los mercados privados acabarán siendo más transparentes y accesibles a todo tipo de inversores, dando lugar a unas valoraciones más en sintonía con las exigidas por los mercados cotizados.

Hace pocas semanas, WeWork, el gigante mundial de ‘co-working’, sorprendía a los mercados al anunciar su desistimiento en la tan esperada salida a bolsa. Ello venía principalmente provocado por una discrepancia significativa entre el valor asignado a la compañía por parte de sus accionistas (47.000 millones de dólares) y el precio que los grandes fondos de inversión estaban dispuestos a pagar, por debajo de los 20.000 millones, en parte debido al cuestionable modelo de gestión de su CEO y fundador, Adam Neumann.

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