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Los 'pagafantas' de la bolsa
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Vicente Varó

No Brain, No Gain

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Los 'pagafantas' de la bolsa

Yo también he sido un ‘pagafantas’. Lo confieso. Por eso, sonreí cuando vi que se había hecho una comedia sobre este personaje, al que en la

Yo también he sido un ‘pagafantas’. Lo confieso. Por eso, sonreí cuando vi que se había hecho una comedia sobre este personaje, al que en la web promocional de la película de Borja Cobeaga definen así: “Dícese del chico que se enamora de una chica que lo ve como un amigo y que, en vez de enrollarse con ella, se tiene que contentar con pagarle las fantas”.

El ‘pagafantas’ es capaz de hacer lo que sea con tal de estar cerca de ella, aunque nunca logrará su objetivo y su vida durante este tiempo será una continua decepción. Este personaje tiende a modificar mentalmente la realidad para adaptarla a su visión, y cae en comportamientos totalmente irracionales.  Si piensan esta última frase aplicándola a las acciones, se darán cuenta de que no sólo hay ‘pagafantas’ del amor, también de las bolsas.

El ‘pagafantas’ bursátil se enamora de compañías cotizadas. Como ocurre en el caso chico-chica, el inversor la conoce, la idealiza y establece una relación con ella, en este caso, comprando sus acciones. A continuación, empieza a dedicarle parte de su tiempo, cada vez más. Ese mismo día mira cómo se está comportando la acción cada rato, vuelve a hacerlo al cierre, por la noche busca noticias, al día siguiente consulta más información…

Su amor por la acción cada vez es mayor. Empieza a despreciar los comentarios negativos de expertos sobre el valor (“Imposible, yo la conozco bien y sé que no es de esas”) y despreciar las positivas; no quiere escuchar las conversaciones con otros amigos o contactos que han hecho dinero comprando y vendiendo otros títulos (“Sí, pero esta relación mía es de largo plazo”); y, lo peor de todo, no quiere vender aunque las cosas vayan mal (“Estoy convencido de que esta empresa vale más dinero. No la voy a vender”).

El ‘pagafantas’ bursátil incluso se inventa teorías conspiratorias, como que la acción es tan buena que los directivos quieren tirar el precio por los suelos para comprar ellos más, o que es una confabulación judeomasónica de los especuladores bajistas (esta excusa sirve para todo. Si usted se tropieza por la calle, también puede decir que es culpa de los especuladores bajistas) o de los hedge funds. Además, les perdona que durante un tiempo no presenten buenos resultados ni paguen dividendos: “Es que el mercado está muy difícil”.

Todo esto lo hace porque ha decidido apartar al cerebro, dejar el juicio en un segundo plano, y guiarse por los sentidos. Se ha implicado tanto a nivel sentimental que no puede salir de la espiral. Cuesta mucho más decir que te has equivocado cuando hay sentimientos en juego que cuando no. Y si la bolsa ya es complicada de por sí, si encima nublamos nuestra capacidad racional el resultado puede ser desastroso.

¿Qué hacer para evitar ser un ‘pagafantas’ bursátil? Primero, pensar en las acciones como lo que son, cuotas alícuotas del capital social de una empresa… Esta definición les quita bastante encanto. Segundo, evite dedicarle a una sola acción demasiado tiempo de su vida. Tercero, en cuanto le aparezcan por su mente teorías conspiratorias párese a pensar, probablemente está cayendo en un amor no correspondido. Cuarto, escuche todas las opiniones y recomendaciones sobre la acción, las buenas y las malas

Y quinto, y sólo para los más descarados, atienda a este consejo que una vez le dieron a un amigo que se había convertido en un ‘pagafantas’ de Endesa: “Las acciones no son para enamorarte de ellas, sino para beneficiártelas e ir a por otras”. Da para otra comedia. O quizá un drama.

Yo también he sido un ‘pagafantas’. Lo confieso. Por eso, sonreí cuando vi que se había hecho una comedia sobre este personaje, al que en la web promocional de la película de Borja Cobeaga definen así: “Dícese del chico que se enamora de una chica que lo ve como un amigo y que, en vez de enrollarse con ella, se tiene que contentar con pagarle las fantas”.