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Tu primera acción, como tu primer amor
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Vicente Varó

No Brain, No Gain

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Tu primera acción, como tu primer amor

Las crías de los gansos se pegan a lo primero que ven cuando salen del huevo, como descubrió Konrad Lorenz, premio Nobel en 1973. ¿Cómo se

Las crías de los gansos se pegan a lo primero que ven cuando salen del huevo, como descubrió Konrad Lorenz, premio Nobel en 1973. ¿Cómo se dio cuenta Lorenz? Porque él fue lo primero que vieron unos ansarinos en uno de sus experimentos y desde entonces no se querían separar de él.

Al parecer el ser humano también tiene una estructura mental similar a la hora de tomar determinadas decisiones. La primera experiencia que tenemos sobre algo acaba marcando nuestras decisiones futuras sobre esa materia o actividad. Y eso sucede aunque en el resultado de aquella primera ocasión fuera clave la aleatoriedad. Esto se entiende muy fácil con las cuestiones amorosas. 

Todo el que ha tenido un primer amor sabe que éste nunca se olvida, para bien o para mal. Y eso sucede a pesar de que esta primera relación probablemente se dio por pura aleatoriedad. Un día coincidiste con esa chica o chico en un lugar y prendió una mecha, pero no fue una decisión tomada tras un proceso racional. Es decir, no estudiaste primero con detalle si tus características encajaban con las de la otra persona y entonces te diste cuenta de que la integración podía tener sentido. 

¿Ocurre esto mismo con las acciones? Me gustaría conocer vuestra opinión, pero yo creo que existe ese peligro. Habitualmente, la primera acción en la que uno invierte no se toma tras hacer un análisis exhaustivo de las compañías cotizadas y cuál obtiene una relación rentabilidad-riesgo más atractiva. Más bien se suele comprar ese título porque un amigo o familiar te ha dicho que se está forrando con ella o porque has leído en un periódico o a un analista que tiene un potencial interesante.

Y, sin embargo, pese a ser una decisión tomada muy superficialmente, puede que sea la que estructure la relación entre tu mente y la inversión en acciones. Desde mi punto de vista, no importa tanto que hayas invertido más o menos dinero (“total, es poco dinero”), sino cómo tomas esa primera decisión.

Si lo haces para intentar acertar con una acción, te será muy difícil liberarte de esa forma de tomar decisiones. Muchos inversores tienen una versión casinesca del mercado porque sus primeras decisiones las tomaron intentando forrarse con acciones de Terra, Jazztel y similares. Y para ellos liberarse de estos prejuicios a la hora de gestionar su patrimonio resulta ahora complejo.

Todas estas pautas de comportamiento, relacionadas con las teorías de conductismo aplicadas a las finanzas, desmontan las teorías de los mercados eficientes. Pero es que, después de lo visto en esta última crisis, es más fácil creer en el Ratoncito Pérez que en los mercados eficientes.

 

Las crías de los gansos se pegan a lo primero que ven cuando salen del huevo, como descubrió Konrad Lorenz, premio Nobel en 1973. ¿Cómo se dio cuenta Lorenz? Porque él fue lo primero que vieron unos ansarinos en uno de sus experimentos y desde entonces no se querían separar de él.