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Vicente Varó

No Brain, No Gain

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¿Por qué estamos tan asustados?

Mimetizándose con Halloween, los días cercanos al 1 de noviembre, las bolsas asustaron a más de uno. Incluso algunos medios titulaban sus crónicas con frases como

Mimetizándose con Halloween, los días cercanos al 1 de noviembre, las bolsas asustaron a más de uno. Incluso algunos medios titulaban sus crónicas con frases como “Terror en las bolsas”, aunque la corrección en realidad había sido bastante exigua. Tanto, que la mayoría de índices occidentales ni siquiera llegaron a perder un 10 por ciento desde máximos, algo por otro lado muy comprensible cuando los mercados han subido más de un 50 por ciento desde mínimos.

Sin embargo, los nervios se dispararon.No me lo invento. Lo digo porque lo he visto, además de en los medios, los blogs y los foros, en la encuesta de sentimiento de mercado que publica la American Association of Institutional Investors (AAII). En la lectura del 5 de noviembre el nivel de pesimismo se disparó: los inversores bajistas se elevaron hasta el 55 por ciento y los que esperaban subidas apenas superaron el 20 por ciento.

¿Sabéis desde cuándo no se veían unas lecturas tan extremas?Piensa un poco. Un poco más. Ahora piensa todavía un poco más teniendo en cuenta que en la relación entre esta encuesta y los mercados suele funcionar bastante bien la teoría de la opinión contraria, aunque con excepciones. ¿Ya lo tienes? Pues efectivamente, estos niveles no se daban desde los mínimos del mercado en marzo, desde los días en los que se desató el gran rebote de 2010.

En concreto, desde la lectura del 5 de marzo, sólo unos días antes de los mínimos.Y como aquella vez, el inversor asustado se ha vuelto a equivocar en su visión del mercado. En EEUU, desde Halloween, las bolsas han protagonizado otro estupendo rally alcista que les ha llevado a nuevos y frescos máximos, por encima de los 10.300 puntos en el caso del Dow Jones.

En el caso del Ibex 35 del mercado español, el del viernes pasado fue el mejor cierre semanal, cerca de los 11.900 puntos, después de haber rebotado como un misil desde los 11.200.¿Por qué estamos tan asustados? Yo, que como saben quienes me leen llevo ya bastantes meses como uno de los bloggers más optimistas del panorama financiero, reconozco que con la caída de octubre también temblé. En mi soledad ante las pantallas, habría vendido toda mi cartera.

Sin embargo, decidí mirar más alla de mis sensaciones y, tras un par de conversaciones interesantes con profesionales, me di cuenta de que estaba siendo presa de mi lado irracional y de hecho aproveché para comprar más acciones. Las charlas que os digo las tuve con dos gestores con los que comparto visión de que la recuperación de la economía global está en marcha.

Uno de ellos me dijo: “Mucha gente dice que lleva tiempo esperando una caída para entrar en el mercado, y ahora, que ha llegado esa ansiada caída para comprar más barato, el inversor particular se asusta y en vez de comprar, vende”. Así de real. Así de cierto. Es increíble lo dominados que estamos por nuestros miedos y nuestras emociones.Mirando al futuro, veo que según en este tipo de encuestas de sentimiento, no estamos ni mucho menos en zona de preocupación de la tendencia alcista.

Aquí todavía no se ha subido el inversor particular, sólo los grandes bancos de inversión, como han demostrado con sus buenos resultados del último trimestre. Además, el inversor particular que se ha lanzado, como es mi caso, todavía tiembla en cuanto la bolsa cae más de un 2 por ciento un día. En este caldo de cultivo, rara vez se ha dado una corrección contundente. Claro que puede pasar, porque el futuro nunca será como el pasado, pero yo creo que al rally aún le quedan piernas

Mimetizándose con Halloween, los días cercanos al 1 de noviembre, las bolsas asustaron a más de uno. Incluso algunos medios titulaban sus crónicas con frases como “Terror en las bolsas”, aunque la corrección en realidad había sido bastante exigua. Tanto, que la mayoría de índices occidentales ni siquiera llegaron a perder un 10 por ciento desde máximos, algo por otro lado muy comprensible cuando los mercados han subido más de un 50 por ciento desde mínimos.

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