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¿Necesitamos más información para invertir mejor? ¿Seguro?
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Vicente Varó

No Brain, No Gain

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¿Necesitamos más información para invertir mejor? ¿Seguro?

La semana pasada se generó una interesante conversación en este post en Unience, la red social de inversores de la que soy community manager. El debate

La semana pasada se generó una interesante conversación en este post en Unience, la red social de inversores de la que soy community manager. El debate partía de un comentario de un usuario, que pedía más transparencia a las gestoras de fondos, comentaba este inversor que le gustaría conocer más sobre los activos en los que ponen su dinero, más ratios de los fondos, más información sobre la persona que gestiona la cartera…

 

Desde ahí se generaron dos debates paralelos en el mismo post. Por un lado, la conveniencia o no de que un gestor desvele sus principales posiciones en cartera, por el riesgo de que eso puede llevarle a desvelar “su fórmula mágica” y eso le afecte negativamente en su gestión. Y por otro lado, surgió otra dimensión de la conversación que a mí me parece aún más interesante.

La plantearé así a modo resumen: ¿Necesitamos más información para tomar mejores decisiones de inversión o, más bien al contrario, corremos el riesgo de tener demasiada información y que eso nos reste capacidades de tomar las decisiones correctas en cada momento?

Para intentar aportar un poco más de luz voy a darle de nuevo, por segunda semana consecutiva, espacio en este blog a Eduard Punset. Les va a parecer que me voy un poco por las ramas al principio, pero enseguida verán hasta donde quiero llegar.

En este capítulo de redes, absolutamente recomendable para quien no lo viera, se dice que si nuestro cerebro inconsciente fuera un ordenador sería capaz de procesar 11.000.000 de bits de información en cada segundo, mientras que nuestro cerebro consciente tan sólo sería capaz de procesar la ridícula cantidad de 50 bits por segundo como máximo.

Para llevar esto a la práctica, en el capítulo se pone el ejemplo de una pareja que va a comprar un piso. La voz en off dice: “Lo miras, lo remiras y en poco rato tu cerebro inconsciente ha hecho un completo análisis y ya sabes si te gusta o si vivirías allí, mientras tu comprobabas los acabados y la distribución de las habitaciones. En 10 minutos de exploración tu inconsciente ha almacenado 6.000 millones de bits de información. Si tuvieses que confiar en tu consciencia no irías tan rápido”.

¿No? ¿Cuánto tardarías? Ojo al dato, que diría el amigo García: “Sabiendo al ritmo al que funciona (tu cerebro consciente) deberías dedicarle 40 años de tu vida antes de alcanzar el número de bits necesarios para tomar una decisión”. Si por casualidad se te ha quedado la misma cara que a mí cuando escuché este dato, la siguiente pregunta es ¿Y qué hago?

¿Qué puedo hacer para intentar que no siempre tome las decisiones de inversión mi inconsciente por mí? ¿Consumir menos información? ¿Intentar tener menos exposición a datos? No lo creo. Yo creo que el primer paso es ser consciente de esta limitación, aunque no sabría explicar cómo de práctico resulta esto, la verdad.

Y el segundo paso sería precisamente tomarse unos cuantos años para definir un proceso de inversión, para estudiar bien en qué debemos fijarnos y cómo antes de tomar decisiones de inversión. No sé si 40, como en el vídeo de redes, pero sí unos cuantos. Y si no tienes ese tiempo, dedicarle al menos un buen tiempo a buscar un profesional del asesoramiento y fijarte específicamente en que haya hecho ese camino, en que tenga un proceso que le permita disminuir el peso de lo irracional. Que sepa seleccionar la buena información y desechar la mala. Y, para eso, en mi opinión y aunque pueda resultar paradójico en parte, cuanta más información mejor.

La semana pasada se generó una interesante conversación en este post en Unience, la red social de inversores de la que soy community manager. El debate partía de un comentario de un usuario, que pedía más transparencia a las gestoras de fondos, comentaba este inversor que le gustaría conocer más sobre los activos en los que ponen su dinero, más ratios de los fondos, más información sobre la persona que gestiona la cartera…