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La nueva era de China
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Kike Vázquez

Perlas de Kike

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La nueva era de China

China no es un exitoso país emergente, China es una disrupción a nivel mundial, algo así como una Revolución Industrial. Su modelo de crecimiento lleva años

China no es un exitoso país emergente, China es una disrupción a nivel mundial, algo así como una Revolución Industrial. Su modelo de crecimiento lleva años y años sorprendiendo, consiguiendo la cuadratura del círculo, esto es, una cuenta corriente positiva, un crecimiento alto, un desempleo en mínimos, unas cuentas públicas saneadas y una inflación, teniendo en cuenta todo lo anterior, aceptable. Desde sus inicios la política económica a nivel mundial estudia cómo conseguir estos resultados, y la única conclusión a la que ha llegado es que estamos ante una disyuntiva imposible en la que debemos priorizar alguna de las variables… Imposible hasta que llegó China.

 

Es por ello que el escepticismo y la crítica son normales y esperables, siempre que algo sale de la nada rompiendo con lo anterior y alcanza lo que nadie había alcanzado recibe críticas y se le acusa de “bluff”, a veces con fundamento y otras veces sin él. En este caso China ya ha demostrado mucho, tanto como que a nivel de PIB ha superado a Japón y en años venideros probablemente supere a EE.UU., tanto como que ha girado el eje mundial de occidente a oriente, obligándonos a dejar de mirarnos el ombligo y enseñándonos nuevas formas de enfocar los negocios y la vida.

 

China no es un “bluff”, China se ha ganado un sitio en el mundo, pero aun cuando ha roto todos los esquemas establecidos y ha superado todos los obstáculos que se le han puesto delante, es posible que el efecto de la magia se haya terminado. La presente crisis no es “una más”, la presente crisis será con probabilidad la primera en donde el resultado posterior no será un mayor sino un menor crecimiento. Atrás queda la descolectivización del sector agrario, las SEZ, y las reformas “semiliberales”, estamos ante el punto de inflexión que dará entrada a una nueva era que priorice la calidad por encima de la cantidad. Una nueva China nos espera.

 

ACTUALIDAD

 

 

Como comentaba en mi último artículo sobre China, en mi opinión el repunte que se esperaba en la actividad era totalmente coyuntural debido a un estímulo insostenible en el tiempo. Ahora, tras el PMI manufacturero adelantado de HSBC, vuelve el miedo. El 49.6 marca contracción y corta la tendencia positiva, pero es que además enseña la patita de la debilidad en la demanda interna y vuelve a poner sobre la mesa el miedo a un “hard landing” que según Bank of America se situaba como el segundo mayor temor a principios de mayo entre los inversores institucionales, muy cerca de la crisis en la Eurozona.

 

No es lo único que preocupa, las discrepancias sobre su contabilidad nacional van en aumento. Si comparamos las exportaciones que China asegura tener con las importaciones que los países receptores justifican encontramos divergencias inexplicables, como por ejemplo a Hong Kong en donde las exportaciones aumentan 57% a pesar de las huelgas en el principal puerto de dicho país. Se especula que podría ser fruto de un macrofraude con el objeto de mover capitales no declarados, pero sea lo que fuere nadie se cree las cifras, y las correcciones al 14.7% oficial son generalizadas, por ejemplo RBS cree que las exportaciones han sido sobreestimadas en 9 puntos porcentuales.

 

Los malos datos macro, así como la incredulidad al respecto, han desatado una oleada de “profit warnings” por parte de los bancos de inversión rebajando al unísono sus perspectivas de PIB. PIB que estaría creciendo al 7,7% interanual, pero que, como siempre, existen motivos más que suficientes para no creer. Por ejemplo, según el NBS el output total en 2012 fue de 51,9 billones de yuanes, pero si vamos sumando una por una a todas las provincias nos encontramos que suma 57,6 billones, una diferencia del tamaño de Guangdong que algunos han llamado “el misterio de la provincia perdida. Aunque, ¿qué esperar de un país donde TODAS las provincias dicen crecer por encima de la media nacional?

 

 

Esta gráfica es el reflejo del primer trimestre de 2013, pero similar ejercicio podríamos hacer en 2012 y solo encontraríamos  a Shanghai y a Beijing creciendo un 7,5% y un 7,7% por debajo de la media nacional de 7,8%. Y si bien conocidas son las discrepancias entre lo que dicen unos y otros, cómo nosotros unos simples occidentales nos lo vamos a creer ¡cuando ellos mismos no se ponen de acuerdo! Discrepancia que además va en aumento, siendo de 2,7 billones de yuanes en 2009, en 2011 de 4,6 billones y de los mencionados 5,7 billones en 2012. La “provincia perdida” crece y crece…

 

FUTURO

 

Si bien, como dice el refrán, “no achaques a la maldad lo que puedes achacar a la estupidez”. Y sin llamarles estúpidos, ni muchos menos puesto que saben infinitamente más que yo, quizá estemos simplemente ante errores de medición, ante hacer la vista gorda, pero no ante un fraude consciente fruto de la maldad. O lo que es lo mismo, lo importante es la realidad, no los datos, lo importante es saber si las cosas van bien o si van mal independientemente de lo que digan las provincias o el gobierno central. Y he aquí lo que más me preocupa, y he aquí lo que ya a principios de 2011 me hizo ser tan pesimista con este país, y he aquí lo que me hace pensar en el no repunte de la economía actual, sino en una nueva era.

 

El crecimiento chino es excesivamente intensivo en RECURSOS, en DESIGUALDAD y en DEUDA.

 

 

Aunque China ha mejorado mucho a lo largo de los años, y aunque trata de seguir haciéndolo cada día, su crecimiento es tremendamente poco eficiente en lo que a recursos se refiere. Quizá por eso tienen esa fama de voraces, quizá por eso tienen esos acuerdos a lo largo del mundo, desde Australia a Sudamérica pasando por África, quizá por ello han provocado uno de los mayores ciclos alcistas de materias primas de los últimos tiempos… lo que es una obviedad es que la losa de no ser suficientemente productivos energéticamente es muy grande y resulta una enorme desventaja para seguir alcanzando los ratios de crecimiento de antaño.

 

Por otra parte la desigualdad es masiva en China, así como masivos son los escándalos que se publican sobre personas relacionadas con el poder, y así como masiva es la riqueza que acumulan las élites, no solo por el famoso artículo del NYT sobre Wen Jiabao sino por todos ellos. Crecer con desigualdad es lo fácil, pero no lo sostenible, la desigualdad tiene un límite y cuando se alcanza las hormiguitas no dan más de sí y dejan de pedalear.

 

En el caso de China, una mayoría trabajadora ha permitido el enriquecimiento rápido y absoluto de unos pocos, gracias a un crecimiento del PIB irreprochable y en el que todos, en mayor o menor medida, recibían algo. ¿Qué ocurrirá si no pueden aumentar la desigualdad para aumentar el crecimiento porque esa vía ya ha sido explotada? ¿Qué pasará si las hormiguitas creen que nunca llegará ya la hora de su triunfo? ¿Qué pasaría si esas élites acaudaladas, que son quienes realmente poseen la mayor parte de los ahorros, deciden irse con su patrimonio a otra parte descapitalizando el país?

 

Y ojo, la desigualdad es inevitable, inherente al ser humano y propia del sistema capitalista. El problema surge cuando a través de las barreras, la corrupción, el amiguismo, los cárteles y la burocracia se crea un grupo de elegidos totalmente desligado de la meritocracia. Así como todos somos distintos, también es cierto que no somos tan distintos, y las excesivas desigualdades no son justificables en ningún sistema en donde las anteriores variables no sean las protagonistas. Y es por ello que la vorágine de crédito vivida no ha sido igual para todos.

 

La productividad marginal de la deuda es cada día menor, existen diversas estimaciones pero todas coinciden en una cosa, la magia de la deuda se ha terminado, el endeudamiento ya no sirve como fuente de crecimiento, son necesarias reformas estructurales. Siendo como es la deuda un velo que cubre todos los defectos y que permite crecer aun cuando la sostenibilidad no lo permite, parece que el efecto está terminando porque los problemas empiezan a hacerse visibles. Y aunque aparentemente las cifras no lo digan, las reiteradas omisiones por parte de los gobiernos locales sobre sus obligaciones totales, el estimar que se superará a EE.UU en deuda corporativa en 2016, y un “shadow banking” descontrolado, hacen dudar.

 

Me dejo para el final quizá lo más importante, y es que aunque no se menciona a menudo existe algo sobre lo que debemos pararnos a pensar, podemos llamarle el “know how”. Se pregunta el gran M. Pettis, cómo es posible que los países ricos se recuperen tan rápido tras una guerra aun cuando han sido arrasados, y cómo es posible que aun con los recursos necesarios a los pobres les cueste tanto subir en el organigrama global. Pues parece que la riqueza de las naciones no depende de los bienes o el capital, parece que se lleva dentro, y parece que es nuestra cabecita quien la mide. De hecho será este “know how”, con sus vicios y virtudes, quien realmente decida dónde estará China el día de mañana.

China no es un exitoso país emergente, China es una disrupción a nivel mundial, algo así como una Revolución Industrial. Su modelo de crecimiento lleva años y años sorprendiendo, consiguiendo la cuadratura del círculo, esto es, una cuenta corriente positiva, un crecimiento alto, un desempleo en mínimos, unas cuentas públicas saneadas y una inflación, teniendo en cuenta todo lo anterior, aceptable. Desde sus inicios la política económica a nivel mundial estudia cómo conseguir estos resultados, y la única conclusión a la que ha llegado es que estamos ante una disyuntiva imposible en la que debemos priorizar alguna de las variables… Imposible hasta que llegó China.