Perlas de Kike
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La estabilidad se fue para nunca más volver
¿Recuerdan aquellos tiempos donde se extendió la creencia de que habíamos entrado en una “nueva era” de estabilidad perpetua? La presente crisis financiera mató cualquier atisbo
¿Recuerdan aquellos tiempos donde se extendió la creencia de que habíamos entrado en una “nueva era” de estabilidad perpetua? La presente crisis financiera mató cualquier atisbo de vida existente en dicha idea, pero puede que haya que ir más allá. Según se infiere por las últimas declaraciones realizadas en Jackson Hole, la realidad podría ser exactamente la contraria: no solo no viviríamos en un mundo de estabilidad sino que las crisis financieras reiteradas serían el estado normal de las cosas. No hablamos de un simple “ciclo económico”, a todas luces lógico, sino de algo similar a un “ciclo financiero” en donde la crisis sería inherente al sistema monetario actual.
¿Por qué se produce esto? Comencemos con un ejemplo que seguramente a todos nos sonará: nuestro país. ¿De quién es la culpa de la crisis? Lanzar este tipo de pregunta es garantía de éxito; que si los políticos, que si la corrupción, que si los bancos, que si el euro… Todo el mundo parece tener claro que existen errores "internos", y es cierto, los hay, pero también hay una parte externa, o lo que es lo mismo, ¿quién puso el dinero para permitir la vorágine?
Para que una burbuja pueda estallar no solo se necesita demanda, también deuda, y es aquí cuando las miradas se dirigen al BCE. La política monetaria del banco central en los años de gestación de la burbuja fue terriblemente laxa para los países periféricos, y por la contra fue totalmente apropiada para el eje franco-alemán, por aquel entonces víctima de un “pequeño constipado”. Este hecho fue tradicionalmente achacado al escaso poder que tenemos en el seno de la Unión si bien puede existir otra variante hasta el momento poco contemplada: la política monetaria podría haber sido demasiado laxa, pero no por favorecer a la “Europa Core”, sino por la laxitud existente a nivel mundial y por el ritmo que marcaba la batuta de la Reserva Federal.
Y este es precisamente uno de los debates planteados en Jackson Hole, el hasta qué punto los países son independientes para establecer su propia política monetaria o se ven influenciados por la Reserva Federal, y en una segunda derivada se deduce que si fuese la Reserva Federal quien tiene en realidad la batuta de las políticas monetarias entonces las crisis se producirían una tras otra. Lógicamente la Reserva Federal establecerá su política para favorecer sus propios objetivos internos y no pensando en terceros, por lo que dichos países serían víctimas de una laxitud que no les corresponde, financiando así todas las burbujas que la demanda permita y haciendo explotar cualquier debilidad interna. Llamémosle Eurozona, llamémosle emergentes… llamémosle a la Reserva Federal el banco central del mundo.
¿Por qué se produce esto? Pues según plantea Helene Rey, de la London Business School, CEPR y NBER, en un paper llamado “Dilema, no trilema: el ciclo financiero global y la independencia en la política monetaria” preparado para Jackson Hole, tras la caída de Breton Woods se creyó que los países se enfrentaban a un “trilema”: con libertad de movimiento de capitales, la independencia monetaria solo es posible con tipos de cambio flotantes. Ya no, o al menos eso es lo que sostiene Helene, ya que en su opinión ahora habría una nueva variable a tener en cuenta: un “ciclo financiero global”.
Cierto es que no se pueden comparar casos como el nuestro, en donde sea esta teoría correcta o no ya hemos cedido nuestra soberanía monetaria y por tanto nos exponemos a sufrir dicho efecto, con las salidas de capitales de los emergentes en la actualidad, con la crisis de los tigres asiáticos… Todo es distinto, pero también todo podría tener un denominador común, verse los efectos incrementados por una liquidez global procíclica, excesiva y agresiva que fomenta las crisis. Hemos avanzado en las políticas monetarias no convencionales paliativas, pero seguimos exactamente igual que al principio en lo que a evitar desastres financieros se refiere. ¿Soluciones? La más obvia es aceptar que los controles de capital tienen un papel mucho más importante en las finanzas modernas de lo que habíamos creído, como así reconoció el FMI. Si bien resulta inviable y contraproducente aplicar unos controles tan volátiles como la liquidez, por lo que la solución en mi opinión tendrá que venir por una limitación del endeudamiento en la fase alcista del ciclo. ¿Problema? Que si bien resultaría relativamente sencillo en el sistema bancario, sería bastante complicado por el desconocimiento existente en el otro creador de endeudamiento y liquidez: el “shadow banking system”. Hoy por hoy no hay solución. El Financial Times lo resume en un fantástico artículo al respecto con la siguiente frase: “El mundo está condenado a un ciclo sin fin de burbujas, crisis financieras y colapsos cambiarios. Acostúmbrense”. Parece que nuestra arquitectura global tiene muchas ventajas, entre otras cosas ha conseguido un desarrollo económico sin precedentes, pero también tendría, si los planteamientos que se comentan en este artículo son correctos, inconvenientes que deben conocerse, debatirse y solucionarse. En caso contrario ya sabemos cuál será nuestro futuro: ser víctimas del ciclo financiero global.
¿Recuerdan aquellos tiempos donde se extendió la creencia de que habíamos entrado en una “nueva era” de estabilidad perpetua? La presente crisis financiera mató cualquier atisbo de vida existente en dicha idea, pero puede que haya que ir más allá. Según se infiere por las últimas declaraciones realizadas en Jackson Hole, la realidad podría ser exactamente la contraria: no solo no viviríamos en un mundo de estabilidad sino que las crisis financieras reiteradas serían el estado normal de las cosas. No hablamos de un simple “ciclo económico”, a todas luces lógico, sino de algo similar a un “ciclo financiero” en donde la crisis sería inherente al sistema monetario actual.