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La próxima revolución industrial: el conocimiento
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Kike Vázquez

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La próxima revolución industrial: el conocimiento

¿Qué se necesita para progresar? En cada era de la humanidad la respuesta será probablemente distinta, hace 10.000 años el hombre diría que una revolución agraria,

¿Qué se necesita para progresar? En cada era la humanidad nos ofrece una respuesta distinta, hace 10.000 años el hombre diría que una revolución agraria es lo mejor, más recientemente probablemente la máquina de vapor o el petróleo fusen idolatrados, y ahora todo se basa en el capital. ¿Cómo se financian proyectos? ¿Cómo se levantan empresas? ¿Qué se necesita para progresar? Vivimos en la era del capitalismo y de la acumulación del capital como doctrina, pero ¿qué pasaría si éste fuese un dogma obsoleto como lo fueron los anteriores y estuviésemos caminando hacia algo nuevo?

Según Larry Summers, abanderado de la teoría del “estancamiento secular”, la respuesta a esta pregunta está clara: hoy por hoy el capital vale poco y las ideas valen mucho. O eso parece deducirse de su último discurso en la National Association For Business Economics (NABE) en Virginia (Larry Summers Nails The Radical Economic Implications of The Facebook-WhatsApp Mega-Deal” BI 26-02-2014), en donde pone como ejemplo la adquisición tecnológica más famosa del momento para ilustrarnos. Y es que Facebook ha pagado por WhatsApp un montante superior a lo que vale Sony según su capitalización actual en el mercado.

Volvamos a decirlo otra vez para asimilarlo bien, WhatsApp, una empresa que manda mensajitos entre móviles de forma casi gratuita, vale hoy por hoy más que la otrora todopoderosa Sony: la Sony del Walkman, de las TV, de la PlayStation… 19 mil millones frente a 18,2 mil millones de dólares. Podemos pensar que en Facebook simplemente se han vuelto locos y que WhatsApp no vale lo que han pagado por ella, podríamos pero, ¿cuál es la empresa con mayor capitalización bursátil del mundo? Apple con 469 mil millones de dólares, y Google no le anda muy lejos con 408 mil millones.

O una de dos, o todo el mundo se ha vuelto loco, que puede ser, o algo en el mundo sí ha cambiado. Sin embargo la pregunta que más inquieta a Summers no es que valoremos más unas cosas que otras sino lo siguiente, ¿cuánto ha invertido a lo largo de los años Sony para valer lo que vale? ¿Y WhatsApp, cuánto ha invertido WhatsApp? La primera miles de millones, la segunda casi nada. O lo que es lo mismo, en el mundo actual ya no es necesario invertir grandes sumas de dinero para ser exitoso, y de ahí que empresas como Apple o Google no sepan qué hacer con tanto dinero que generan, y de ahí que el inmovilizado material de las empresas estadounidenses se sitúe en niveles de obsolescencia no vistos desde 1958.

Summers no está solo. Mohamed El-Erian, quien recientemente ha abandonado PIMCO, también se pregunta algo similar en su último artículo (“Wallets Wide Shut” Project Syndicate 1-03-2014). ¿Por qué las empresas se dedican a aumentar su autocartera o a repartir dividendos beneficiando solo a la economía financiera, en lugar de invertir y beneficiar a la economía real, al empleo o a los salarios? Ofrece varias respuestas, de las cuales la mayoría son bastante comunes como la falta de demanda o la incertidumbre, pero una de ellas es bastante chocante para lo que estamos acostumbrados a oír: la innovación actual tiene poco que ver con la financiación y mucho con encontrar una “killer app”.

Summers y El-Erian, visiones contrapuestas en muchas cuestiones, razones varias para argumentar la realidad que vemos, pero con algo en común. Ambos observan un cambio en la actitud de las empresas, quienes se decantan por invertir poco y bien a pesar de que el capital es más abundante que nunca. Quizá tenga mucho que ver que hace 10.000 años la prioridad del hombre fuese la agricultura, que hace poco lo fuese la industria, y que ahora lo sea la tecnología, cuya principal necesidad no es ni el trabajo ni el capital como antaño, sino el conocimiento.

Puede parecer lejano, puede parecer que todo esto no nos afecta, pero solo hay que ver una empresa tan próxima a nosotros como Telefónica para ver que sí. Su Presidente, César Alierta, con motivo de la presentación de resultados que realizaron la semana pasada dio una rueda de prensa de lo más interesante. Cree que la regulación actual es asimétrica ya que mientras que las telecos invirtieron 60 mil millones en Europa, compraron espectro por 6 mil, pagaron numerosos impuestos y dieron empleo a 1,5 millones de empleados, las nuevas tecnológicas solo invirtieron 30 millones de euros, emplearon a 20 mil personas y no pagaron casi impuestos.

Dice que "Si ustedes creen que se va a digitalizar Europa con 30 millones de inversión, me lo explican, porque Telefónica se apunta a esto", reclama que “cada uno tenga los ingresos que le corresponden según los esfuerzos que ha hecho" y se pregunta “quién va a hacer las conexiones en Zambia o en Angola” en referencia al proyecto Internet.org. ¿Sabe quién va a hacer dichas conexiones Sr. Alierta? Cualquiera, si el proyecto es rentable sobrará capital para realizarlo, porque el capital es más abundante que nunca y todo el mundo sabe cablear. Si Vd. quiere retorno innove, si no innova nadie le va a pagar por su esfuerzo, al igual que Vd. no paga a sus empleados por su “esfuerzo” sino por sus resultados, ¿verdad?

Las telecos hoy en día tienen mucho capital y muy pocas ideas valoradas por los consumidores, han convertido su producto en un commodity solo diferenciado por el precio y ahora se preguntan por qué un servicio como WhatsApp creamillonarios mientras les birla los SMS. Simplemente porque WhatsApp ha pensado en el consumidor mientras las telecos pensaban en como su capital invertido tiene que ser obligatoriamente remunerado, simplemente porqueel consumidor quiere satisfacer una necesidad y le da igual el capital fijo que se inviertaen ello. ¿Tiene poco mérito lo que hacen Facebook, Twitter o WhatsApp? Pues solo hay que "copiarlo"y ofrecerun contenido que valoremos, si es que saben hacerlo claro…

A pesar de que el capitalismo estámás vivo que nunca, el mercado manda y los resultados dictan sentencia, parece que algo está cambiando. El capital está perdiendo protagonismo en favor de otro activo, el conocimiento, y son las empresas que aplican éste último correctamente quienes se están viendo beneficiadas con el cambio. Claro que, si esto es así, habrá que empezar a pensar también en las implicaciones que eso puede tener en el mundo que conocemos, por ejemplo en la calidady cantidad de empleo o en el crecimiento económico. ¿Demasiado precipitado? ¿Demasiado incierto? ¿O estaremos inmersos ya en una nueva “revolución industrial”?

¿Qué se necesita para progresar? En cada era la humanidad nos ofrece una respuesta distinta, hace 10.000 años el hombre diría que una revolución agraria es lo mejor, más recientemente probablemente la máquina de vapor o el petróleo fusen idolatrados, y ahora todo se basa en el capital. ¿Cómo se financian proyectos? ¿Cómo se levantan empresas? ¿Qué se necesita para progresar? Vivimos en la era del capitalismo y de la acumulación del capital como doctrina, pero ¿qué pasaría si éste fuese un dogma obsoleto como lo fueron los anteriores y estuviésemos caminando hacia algo nuevo?