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Enrique Benito

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Alemania gana fuelle en las negociaciones de la unión bancaria

La victoria de Ángela Merkel en las elecciones alemanas no ha dado sino más poder a una Alemania que ya salió muy reforzada de las negociaciones

La victoria de Ángela Merkel en las elecciones alemanas no ha dado sino más poder a una Alemania que ya salió muy reforzada de las negociaciones de los ministros de finanzas en Vilna la pasada semana, donde se debatió intensamente el proyecto de la unión bancaria. Y todo ello a pesar del revés que los servicios jurídicos del Consejo habían dado a la posición alemana apenas días antes.

Pero vamos por partes. Recordemos que la nueva unión bancaria se asienta sobre tres pilares fundamentales: un supervisor bancario único, papel que será adoptado por el Banco Central Europeo (BCE), la creación de un mecanismo unificado para liquidar los bancos con problemas (dejando muy claro cómo y quién paga la cuenta), y el establecimiento de un seguro de depósitos paneuropeo.

El pasado 12 de septiembre, el Parlamento Europeo aprobó los nuevos cimientos sobre los que se asentará el nuevo papel del BCE como supervisor único (sistema conocido como Single Supervisory Mechanism o SSM). Aunque gran parte del acuerdo ya estaba prácticamente cerrado, todavía quedaban algunos hilos sueltos en temas de gobierno y separación entre la política monetaria y la nueva función inspectora, que se han cerrado exigiendo una mayor transparencia al BCE hacia el Consejo y ParlamentoEuropeo.

Tras la creación de un supervisor único, las negociaciones se centran ahora en la instauración de una autoridad que se encargue de cerrar los bancos insolventes, dentro del Mecanismo Único de Resolución de entidades o SRM, por sus siglas en ingles. Si consideran la cuenta acumulada en rescates bancarios (340.000 millones de euros y creciendo), se pueden imaginar la importancia del asunto.

El sistema centralizado que la Comisión Europea propuso en julio apuntaba al estableciendo un nuevo fondo de restructuración cuyos costes serian asumidos posteriormente por el resto de entidades (algo similar a lo que ocurre en la actualidad con los depósitos que están asegurados). Sin embargo, la propuesta dejaba el poder de decisión sobre cuándo y cómo reestructurar una entidad en manos de la misma Comisión. Y esto plantea dos problemas clave.

Primero, Merkel y Schäuble se resisten a una centralización de poderes sin realizar cambios en los tratados europeos, argumentando que el actual marco legal no permitiría imponer cuotas a las entidades para proveer un fondo de rescate común, algo a lo que el BCE y la Comisión se oponen. Segundo, dado el preponderante papel de la Comisión en temas de regulación y competencia, se teme que concentre demasiado poder y que se materialicen posibles conflictos de intereses.

Gracias al Financial Times, hemos tenido acceso a la conclusión de los servicios jurídicos sobre este asunto. ¿Resultado? Una de cal y una de arena para la Comisión. Un fondo de restructuración centralizado es posible sin modificar tratados, pero únicamente si se logra aplicar de manera homogénea en los estados miembros y se introduce mediante un mecanismo que respete su hegemonía presupuestaria. Y el problema es que la actual propuesta de la Comisión no cumpliría con esta última premisa, especialmente durante los 10 años en los que se financiaría el fondo de restructuración hasta alcanzar el nivel de fondos considerado necesario. Particularmente controvertido es el sistema de votación por mayorías absolutas que planteó la Comisión, que podría no respetar la susodicha hegemonía, dada la dificultad con la que se encontrarían los estados a la hora de vetar las propuestas que pudieran ir contra sus intereses.

Está claro que un sistema con mayorías unánimes no puede funcionar, haya o no cambo de tratados. Bastante lío se cuece en Bruselas como para lograr que todos se pongan de acuerdo. Berlín lo sabe y, jugando con una opinión legal que en principio iría en su contra, ya ha conseguido el apoyo de nuestro país, además del de Reino Unido y Suecia. Al otro lado de la mesa todavía siguen el BCE, Francia e Italia empeñados en una solución basada en el marco legal actual.

La necesidad de alcanzar una solución que contente a todos, al más típico estilo europeo, se hace incipiente, y más ahora que Merkel ha recibido el espaldarazo que necesitaba en las elecciones. Entre las dos posiciones propuestas -mantener el poder de decisión y los fondos financieros en cada estado miembro o centralizarlos en un organismo donde no se puedan tomar decisiones- existen numerosas soluciones intermedias. Se me ocurren líneas de crédito centralizadas, modificaciones del actual fondo de rescate (el European Stability Mechanism o ESM), o soluciones donde los países puedan mantener su hegemonía, pero únicamente sobre ciertas entidades. No nos olvidemos, además, de que al BCE todavía le queda un papel por jugar en la solución final.La complejidad legal y práctica del problema es innegable. Aunque la victoria de Merkel nodebería cambiar el equilibrio de las negociaciones, sí debería ayudar a alcanzar una solución más rápidamente.

La victoria de Ángela Merkel en las elecciones alemanas no ha dado sino más poder a una Alemania que ya salió muy reforzada de las negociaciones de los ministros de finanzas en Vilna la pasada semana, donde se debatió intensamente el proyecto de la unión bancaria. Y todo ello a pesar del revés que los servicios jurídicos del Consejo habían dado a la posición alemana apenas días antes.

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