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El gobernador del Banco de España clama en el desierto sobre las participaciones de las cajas
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Jesús García

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El gobernador del Banco de España clama en el desierto sobre las participaciones de las cajas

Caruana iba al Congreso a hablar de presupuestos y se topó con el Estatut. El Gobernador del Banco de España, jefe de la supervisión y de

Caruana iba al Congreso a hablar de presupuestos y se topó con el Estatut. El Gobernador del Banco de España, jefe de la supervisión y de la inspección del sistema financiero español, advierte serios riesgos para el sistema, conflictos de interés, posible fragmentación y, por si fuera poco, problemas de eficacia en la supervisión financiera, con la aparición de este documento.

Vamos, un desastre si se pone en marcha el famoso Estatut, tal y como aparece reflejado, por ejemplo, en el artículo 120, en el que se plantea que tanto el banco emisor como el ministerio de turno dejen de tener la competencia exclusiva en la supervisión. Sin duda, estaríamos ante una situación en la que, de hecho, los políticos tendrían capacidad de decisión sobre la mitad del sistema financiero español.

Da miedo, más allá de que ahora, con el actual modelo de cajas de ahorro, las corporaciones locales y comunidades autónomas ya tratan de influir en estas entidades, que se han convertido en el sustento de la escasa industria española que persiste. En torno a las cajas se han constituido los grandes grupos industriales españoles, después de que los bancos abandonaran sus carteras a favor de sus inversiones y agujeros en Latinoamérica.

Pues bien, Caruana no sólo ha mostrado su preocupación sobre el intervencionismo que plantea el Estatut y los peligros para la economía española, sino que, además, ha vuelto a poner el dedo en la llaga de las participaciones de control en empresas cotizadas que, según él, deberían autolimitarse. Si hiláramos muy fino, cabría plantear que estamos ante una crítica directa a La Caixa, que es la que mayores participaciones de control mantiene y que va camino de aumentarlas, sobre todo si llegara a su fin la OPA de Gas Natural sobre Endesa.

Estima Caruana que las cajas deberían autolimitarse, “algo que desgraciadamente no es lo que observamos”. No ha puesto en duda, sino todo lo contrario, la capacidad de los gestores para valorar los riesgos, aunque insiste en sus temores a que la presencia política en los órganos de gobierno traiga consigo prioridades en las que la racionalidad económica no prime.

Es el peligro latente desde hace años, con un modelo en el que los gestores tratan de evitar la contaminación política, pero difícilmente pueden sustraerse a esa dura realidad que ha hecho de estas entidades motivo incluso de enfrentamiento en el ámbito electoral y político. Ahí está, sin ir más lejos, la famosa caja vasca, semienterrada por obra y gracias de los distintos partidos políticos en liza.

Lo peor es que Caruana se lanza a las declaraciones públicas, quizá porque su capacidad para acabar con esta situación se limita a clamar en el desierto. Las cajas, habitualmente, responden también en público, pero ni se autolimitan, ni se muestran comedidas en esto de tomar participaciones industriales. Y mientras que los mercados vayan bien, todo va viento en popa, pero en el momento en que las Bolsas se tuerzan por alguna distorsión monetaria, entonces se recordarán las advertencias de Caruana, aunque quizá haya dejado de ser gobernador del Banco de España.

Caruana iba al Congreso a hablar de presupuestos y se topó con el Estatut. El Gobernador del Banco de España, jefe de la supervisión y de la inspección del sistema financiero español, advierte serios riesgos para el sistema, conflictos de interés, posible fragmentación y, por si fuera poco, problemas de eficacia en la supervisión financiera, con la aparición de este documento.

Jaime Caruana