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Conthe, la información privilegiada, el borrador de misiva y la censura pura y dura
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Jesús García

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Conthe, la información privilegiada, el borrador de misiva y la censura pura y dura

Los reguladores europeos, que en los últimos 20 años han mostrado una ineficacia sin igual y una dejadez palmaria en la auténtica lucha contra la información

Los reguladores europeos, que en los últimos 20 años han mostrado una ineficacia sin igual y una dejadez palmaria en la auténtica lucha contra la información privilegiada, pretenden ahora -repentinamente- ponerle coto y de paso grapar una venda en la boca de la prensa.

Entre la directiva de abuso de mercado y las misivas borrador de Manuel Conthe en España, la prensa va camino de dedicarse a vender sellos.

Por si no fuera poca la dependencia de los medios de sus respectivas empresas- muchas de ellas con intereses controvertidos- y la escasa información real que publican debido entre otras cosas a la cerrazón de las compañías cotizadas que aplican una política de nula o tibia información importante al periodista y al público en general, ahora viene la CNMV y con su nueva costumbre de las cartas de recomendaciones pretende establecer una especie de censura previa en las presentaciones a periodistas.

¿Intenta acaso la CNMV que los periodistas le demos por escrito las preguntas al CEO de turno se las prepare y nos las responda? Si ya es complicado que te contesten algo coherente o relevante cuando las preguntas son incisivas mucho más si resulta por escrito.

Llegados a este punto lo mejor es que les enviáramos las cuestiones por mail, ellos las respondieran en la web y así ni siquiera sería necesario celebrar la conferencia o road show para ahorro de costes de todos. Vamos, una ocurrencia del supervisor a las que ya empieza a tenernos acostumbrados.

Podrían aplicarse semejantes criterios para los ministros de turno que dicen lo que les viene en gana- y así llevan haciéndolo los últimos 30 años- en sectores regulados como el eléctrico o el energético o el azucarero, con efectos directos sobre la cotización de las empresas y sin embargo aparecen exentos de toda obligación.

Hay que recordarle al señor Conthe que incluso ha habido un tiempo no muy lejano en el que el supervisor que se sentó en su sillón ha llegado a recomendar la compra de eléctricas como sector seguro.

Es simplemente absurdo plantear que la información relevante de una compañía, considerando como tal la que tienen efectos reales sobre el devenir presente y futuro de la empresa se produce única y exclusivamente en los foros con los analistas o los periodistas.

Es cierto que hasta ahora a los analistas se les da más información que a los periodistas y que estos tienen más que los inversores. Y por ello hay que diferenciar la necesidad de cumplir con las obligaciones de información de las empresas con la incapacidad de la CNMV para hacérselo cumplir. La solución no puede ser poner puertas al campo de la información, de la libertad de expresión.

Si la carta borrador se llevara a efecto, los periódicos deberían limitarse a publicar notas de prensa. Sería el sueño de los gabinetes de comunicación y la ruina del periodismo o al menos de los medios libres.

Información publicable, señor Conthe, es todo aquello relevante que las empresas no quieren que se publique, que se sepa, y sin este tipo de información no se habrían conocido en España los grandes escándalos de la democracia que las diferentes CNMVs y supervisores descubrieron tarde mal y nunca o simplemente tardaron en difundir.

Si la CNMV quiere acreditar en las reuniones con periodistas y analistas a funcionarios, muy bien, está en su derecho, pero probablemente sería mejor dedicarlos a investigar los grandes fiascos, las manipulación de acciones, los grandes movimientos anteriores y posteriores a las OPA y los auténticos difusores de información privilegiada.

La información privilegiada siempre -señor supervisor- hay que buscarla en los consejos de administración, en los consejos de dirección, en los intocables auditores, en la administración pública. Ellos son los que manejan la auténtica información de la compañía y no en las filtraciones siempre interesadas a la prensa y no digamos a los analistas, sobre todo cuando todavía no han quedado claras las dependencias reales de éstos de las cuentas de resultados de sus brokers y sus gestores y relaciones con las cotizadas por mucho que en los informes a pie de página se diga que “no nos responsabilizamos de...”.

La CNMV debería aplicarse el cuento y publicar como hechos relevantes sus opiniones y particulares criterios sobre las OPA y no su simple autorización. Debería también hacer público un criterio unánime, estándar sobre las suspensiones de cotizaciones cuya discrecionalidad raya el mal gusto y definir hecho relevante de una vez por todas para que las empresas grandes y pequeñas no se choteen del supervisor como han hecho en los últimos años.

En fin, que el borrador de marras trata de establecer una especie de censura previa a los periodistas que iría en contra de la libertad de expresión, consagrada en nuestra Constitución, últimamente tan ninguneada por unos y otros.

Lo dicho, lo que nos faltaba es publicar sólo las notas de prensa de las grandes y pequeñas compañías. La CNMV ha vuelto a estar sembrada con esta carta borrador puesta a consulta a todas luces increíble en una democracia madura.

Los reguladores europeos, que en los últimos 20 años han mostrado una ineficacia sin igual y una dejadez palmaria en la auténtica lucha contra la información privilegiada, pretenden ahora -repentinamente- ponerle coto y de paso grapar una venda en la boca de la prensa.

Manuel Conthe