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¿Para cuándo la guerra de comisiones en los fondos de gestión pasiva?
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Jesús García

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¿Para cuándo la guerra de comisiones en los fondos de gestión pasiva?

Este puede ser el año de la gestión activa, pero, sin duda, la gestión pasiva de fondos es el gran negocio de las megagestoras de inversión

Este puede ser el año de la gestión activa, pero, sin duda, la gestión pasiva de fondos es el gran negocio de las megagestoras de inversión de este país. No digamos los famosos Fondos de Inversión en Activos del Mercado Monetario (Fiamm), cuyas irrisorias rentabilidades son engullidas en una parte importante por las comisiones cobradas.

Unas comisiones milmillonarias, en tanto en cuanto se producen prácticamente a la sopa boba, dejando que el dinero crezca en el campo sin más, sin mover un dedo, y llevándose una cuantiosa comisión de gestión que, si simplemente alcanza el 1%, supone un tercio o más de la rentabilidad.

El patrimonio de los fondos de dinero suma 54.450 millones de euros. Hay 1,9 millones de partícipes, según datos de Inverco. Han caído las suscripciones netas de 2,3 millones, pero su rentabilidad suma el 1,17% y los de Renta Fija a largo y a corto aportan entre el 1,53% y el 1,90%. Fastuoso.

Esto, sin tener en cuenta que la inflación galopante, del 3,7% el año pasado, se traga esta y muchas otras rentabilidades. En cualquier caso, resulta impresionante que a estas alturas del curso, los famosos fondos de dinero sean centro del inversor amarrategui, que no arriesga lo más mínimo y que como resultado no tiene gestión alguna. No pierde, pero tampoco gana.

Igualito que en una mayoría de Garantizados, aunque siempre hay excepciones de gestoras que hacen bien su trabajo, que no son legión ni mucho menos, sobre todo en determinados segmentos. Es el deporte de jugar a tiro hecho con un inversor de corte conservador que ni exige servicio ni se queja de nada. Hablar en estos casos de comisiones de gestión es, en sí, una contradicción notable. La rentabilidad media de los Garantizados de renta fija es del 1,87% y la de los de renta variable, de un 3,90%. Si tenemos en cuenta las comisiones, apaga y vámonos.

La gran banca que ha entrado o va a entrar en esa curiosa guerra de comisiones abierta por el Santander y seguida por algunas cajas como Bancaja o la del Mediterráneo, deja amplias lagunas de su negocio sin tocar, para que los márgenes se resientan lo justo. La esperanza de que suban los tipos de interés cubre el resto, independientemente de que la subida tenga también un reflejo en los depósitos.

La verdadera guerra que los bancos y cajas de ahorro no acaban de iniciar es la del servicio a los clientes, la de la información positiva sobre los productos de ahorro que venden, así como su fiscalidad; la de rapidez en la compraventa de títulos y en la de participaciones en fondos de inversión.

Es normal que los bancos cobren comisiones, siempre y cuando ofrezcan servicios, pero estas comisiones no deben ser nunca abusivas y en determinados casos como en el de determinados fondos, simplemente lo son.

En una industria que mueve ya 245.886 millones de euros, con 8,4 millones de partícipes, tanto bancos como cajas obtienen una buena parte de las comisiones que engrosan sus márgenes. Dice Caixa Catalunya que las comisiones de los bancos son un 5,4% más altas que las de las cajas, aunque en ambos casos, curiosamente en 2005, se ha roto la racha de rebajas y se ha producido un repunte de la comisión media ponderada hasta el 1,106%.

Hace falta un baremo que cuantifique los servicios, un indicador que hable del valor añadido para los clientes bancarios, no sólo para los de mayores patrimonios, que hace tiempo tienen comisiones más bajas en sus operaciones bursátiles, de cambio de moneda o de gestión de sus fondos.

Lo dicho, ¿para cuándo una guerra de comisiones en los fondos de gestión pasiva?

Este puede ser el año de la gestión activa, pero, sin duda, la gestión pasiva de fondos es el gran negocio de las megagestoras de inversión de este país. No digamos los famosos Fondos de Inversión en Activos del Mercado Monetario (Fiamm), cuyas irrisorias rentabilidades son engullidas en una parte importante por las comisiones cobradas.