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José María Cuevas y el arte de escupir al cielo
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Jesús García

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José María Cuevas y el arte de escupir al cielo

El presidente de la patronal, José María Cuevas, está legitimado como el que más para criticar la labor de este y de cualquier otro Gobierno, aunque

El presidente de la patronal, José María Cuevas, está legitimado como el que más para criticar la labor de este y de cualquier otro Gobierno, aunque con otros no lo haga. Está en su derecho de pasárselo muy bien en un desayuno informativo mientras le jalean, de disfrutar de sus propias bromas, hacer chistes malos e incluso de usar artillería contra el diálogo social, la política “populista” del Ejecutivo o la reforma fiscal.

Cuevas, distendido, irónico, sarcástico, risueño, se ha explayado y, cosas de la vida, quizá influido por ese apoyo masivo de su organización patronal en las últimas elecciones, se le ha ido la mano.

Pocas veces en tan poco tiempo se hacen tantos estropicios. Cuevas ha sacado el tarro de las esencias, pero, paralelamente, se le ha destapado el de las desavenencias. El desprecio de sus planteamientos es para reflexionar.

Ha conseguido soliviantar de una tacada, en maestra carambola, a una parte de los empresarios vascos, si no a todos, y a una mayoría de empresarios catalanes, con especial incidencia en los de Gas Natural.

“En el empresario vasco yo distingo los que se consideran perseguidos y que, a pesar de eso, tienen la valentía de continuar allí su actividad empresarial y, lógicamente, hacia ellos se dirige el apoyo fundamentalmente de la CEOE y del resto de los empresarios españoles, pero también tengo que decir que hay otra parte del empresariado vasco que sí que está absolutamente convencido de que el proceso que se está desarrollando es el mejor, que la búsqueda de la paz es lo mejor, y que lo mejor que podemos hacer en la CEOE –es decir los de Madrid, porque nos llaman así- es callarnos la boca y dejarles a ellos solitos”. Todo en 38 segundos, suficiente para que Confebask criticara la nula sensibilidad de Cuevas hacia las “victimas empresariales que, día a día, viven en sus carnes la amenaza de la coacción, la violencia y el chantaje”.

Cuevas en estado puro, metido en un jardín del que ha salido malparado, pero no contento con esto tuvo una sobredosis de pujaltismo y, como si fuera el líder de la oposición, cargó contra la OPA, que “no se sabe si la hace Gas Natural, Montilla o Conthe”, y que consideró una “OPA a la Catalana”.

“Lamentable”, “impropio”, “deslegitimador”, “ofensivo”, son algunas de las calificaciones de Gas Natural en su nota rechazando las declaraciones de Cuevas y minutos después las patronales catalanas, Fomento del Trabajo y Pimec, pidieron por escrito al susodicho una “rectificación inmediata”.

José María Cuevas es, se supone, el representante de los empresarios españoles, aunque ha conseguido en pocos segundos, en el transcurso de un divertido desayuno, socavar algunos de los cimientos de su organización que tantos años ha costado construir. Igual le importa un bledo. El arte de escupir al cielo tiene estas cosas.

El presidente de la patronal, José María Cuevas, está legitimado como el que más para criticar la labor de este y de cualquier otro Gobierno, aunque con otros no lo haga. Está en su derecho de pasárselo muy bien en un desayuno informativo mientras le jalean, de disfrutar de sus propias bromas, hacer chistes malos e incluso de usar artillería contra el diálogo social, la política “populista” del Ejecutivo o la reforma fiscal.

José María Cuevas