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Montilla, entre la rebelión eléctrica de Galán y el desafío político de Maragall
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Jesús García

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Montilla, entre la rebelión eléctrica de Galán y el desafío político de Maragall

Si el Gobierno del PP representó para los eléctricos un periodo de caos regulatorio, intervencionismo constante y falta de entendimiento institucional por la inexistencia de un

Si el Gobierno del PP representó para los eléctricos un periodo de caos regulatorio, intervencionismo constante y falta de entendimiento institucional por la inexistencia de un Ministerio de Industria y la presencia de un secretario de Estado, José Folgado, que “aprendió algo del sector al final de su mandato”, según el consejero delegado de una gran eléctrica, el Ejecutivo del PSOE ha supuesto el remate total. La larga mano de José Montilla ha conseguido paralizar durante casi un año el sector con el famoso libro blanco. Y cuando los operadores sacaban esperanzas de la nada, surgió la OPA de Gas Natural sobre Endesa que enfrentó a todos contra todos, dinamitó UNESA y ha obligado a una extraña convivencia que la legislación heredada, mezclada con las nuevas aportaciones socialistas, ha echado por tierra.

También se han producido profundos cambios en la forma de hacer del sector con la llegada de Galán, un hombre curtido en la competencia de las telecomunicaciones, un desconocido que ha chocado con la idiosincrasia y los vicios eléctricos de toda la vida. Galán llegó como un elefante en una cacharrería y ahora lucha a brazo partido él solito contra el sistema. La convivencia se hace insostenible porque el dibujo de mercado de Montilla y los suyos echa por tierra las previsiones de las eléctricas y además puede poner en peligro el futuro de Iberdrola. De ahí la rebelión. Además, el entorno ha cambiado radicalmente con el altísimo precio del crudo, el tirón en paralelo del gas, el combustible de las centrales de ciclo combinado y el coste añadido de las emisiones de CO2, que han hecho incompatible el sistema de convivencia entre un mercado libre mayorista y uno minorista regularizado.

Iberdrola, que genera mucho menos de lo que distribuye, ha provocado el desplome durante los dos últimos días de la semana pasada del mercado de producción, el conocido pool. Ha decidido no hacer compras de electricidad por encima del precio tasado por decreto, que es de 33 euros por megawatio hora, lo que provocó una caída de precio a la mitad de lo habitual al tiempo que una parte importante de la energía producida por las centrales se quedaba sin comprador. Vamos, un shock del mercado eléctrico provocado por la actuación legal de Iberdrola mientras que Industria pedía a la CNE una investigación.

Ha sido Industria la que, tras la OPA de E.ON de 21 de febrero, se decidió a elaborar un decreto que toca de lleno a Endesa, Fenosa y Cantábrico -que son las que más contaminan por sus plantas de carbón, porque les obliga a restar los ingresos de los derechos de emisión- y también a Iberdrola -al limitar a 42,35 euros el precio de la energía que venden las generadoras a las distribuidoras-. Si a esto se le suma el déficit tarifario de 3.800 millones en 2005, y que en 2006 amenaza con superar los 6.500 millones de euros, la situación de las eléctricas parece más complicada aún, igual que la de Montilla, sobre todo tras esta jugada de Iberdrola que exige una regulación del sector cuanto antes y que pide claridad a Industria sobre la liberalización o no del mercado.

El caso es que las previsiones realizadas por las eléctricas para este año están en vilo gracias a los movimientos de Montilla y a que las empresas han trabajado sobre un escenario distinto a aquel por el que ahora están rodando. Esto en el ámbito eléctrico, porque en el político también Montilla encuentra resistencias para saltar a la arena de las candidaturas a la Generalitat toda vez que Maragall planta cara como el que no quiere la cosa con declaraciones poco afortunadas, pero directas, relacionadas con el origen de cada cual. “Charnegos, no gracias”, parece ser la consigna.

Si Montilla se va, puede dejar empantanado el sector sin que se sepa quién defenderá la OPA de Gas Natural sobre Endesa, ni siquiera en qué quedará la esperada nueva regulación, aunque todo es susceptible de mejorar. Iberdrola juega sola pero con gran fuerza y aplaudida por el mercado de valores, lo que no esta nada mal. Montilla mantiene abiertos ambos frentes, el político y el ministerial, un tanto desbordado por los acontecimientos. Y en los dos casos, las decisiones no pueden esperar. No valen medias tintas.

Si el Gobierno del PP representó para los eléctricos un periodo de caos regulatorio, intervencionismo constante y falta de entendimiento institucional por la inexistencia de un Ministerio de Industria y la presencia de un secretario de Estado, José Folgado, que “aprendió algo del sector al final de su mandato”, según el consejero delegado de una gran eléctrica, el Ejecutivo del PSOE ha supuesto el remate total. La larga mano de José Montilla ha conseguido paralizar durante casi un año el sector con el famoso libro blanco. Y cuando los operadores sacaban esperanzas de la nada, surgió la OPA de Gas Natural sobre Endesa que enfrentó a todos contra todos, dinamitó UNESA y ha obligado a una extraña convivencia que la legislación heredada, mezclada con las nuevas aportaciones socialistas, ha echado por tierra.

José Montilla Ignacio Sánchez Galán