Caruana prepara su partida a Washington y se despide con un portazo en las narices de Solbes

Decía recientemente el presidente de una conocida entidad que “el que piense que el Banco de España o los organismos reguladores son independientes es un iluso”. Y cada día no hace más que confirmarse.

No ha tardado el Partido Popular en cargar la artillería preparada por el Fondo Monetario Internacional y el Banco de España para sacudir la badana a la política económica del Gobierno ZP.

Por eso el PP quiere negociar sea como sea -por que siempre ha sido así- el nombre del subgobernador del banco emisor para que compense las posiciones del Gobernador que será nombrado -si es posible con consenso- por el Ejecutivo. La patita de Miguel Ángel Fernández Ordóñez asoma, aunque la candidatura de Soledad Núñez tiene muchos adeptos, entre ellos, dicen, el propio ZP.

Caruana lleva unos meses dando auténtica tralla al Ejecutivo cada vez que ve algo que no le gusta. Ha dado la sensación de que existía un Banco de España independiente. Uff, un sueño. Puso los cuartos al aire al Estatut por su inaceptable intervencionismo y dio capones a diestro y siniestro cuando decidió hacer públicas en el Senado las supuestas investigaciones del Banco de España sobre el crédito de La Caixa al PSC. Entonces se tiraron de los trastos a la cabeza Caruana y Solbes, aunque luego hicieron las paces.

No quedó ahí la cosa sino que el Banco de España alertó de nuevo sobre el hinchado precio de la vivienda, la “moderada” reforma fiscal, los escasamente exigentes presupuestos y, lo que faltaba, el remate, la “muy tímida reforma laboral”.

Jaime Caruana ha rizado el rizo y ha criticado en los últimos meses una por una todas las reformas, cambios, modificaciones y decisiones económicas importantes del Gobierno ZP. Es realmente sano ese ejercicio de crítica desde dentro porque sin duda ayuda a que se vean las enaguas y los desequilibrios de la economía española, que son muchas, pero la crítica parece -no digo que lo sea- un mensaje modelado desde las filas de la oposición.

En el mundo económico y político no hay casualidades. No lo es que Rodrigo Rato, como gerente del Fondo Monetario Internacional, en el informe sobre España critique la posibilidad de que la CNE pueda poner trabas a la oferta de E.ON. No es de recibo que un organismo internacional se inmiscuya en asuntos internos. Aunque pueda tener razón.

No se ha atrevido nunca a hacerlo por ejemplo con Alemania, sin ir más lejos en la fusión que dio como resultado E.ON. No ha dicho nada de la última fusión eléctrico gasista modelada por el Gobierno francés y mucho menos de la negativa del Gobierno Bush a una empresa de emiratos árabes se hiciera con los puertos americanos, no digamos la posición de los estadounidenses frente a las intenciones de una petrolera china por comprar una de las joyas del sector.

Lo de Jaime Caruana en su discurso ante el Consejo de Gobierno del Banco de España tiene algunas coincidencias más con el FMI en los asuntos relacionados con la reforma laboral del gobierno y el despido. Ya decíamos ayer que el FMI y Caruana defienden las tesis de CEOE, organización que, por cierto, en este caso sí firmó la reformita de marras.

Nos alegramos de que Caruana haya encontrado tan pronto trabajo en el FMI. Rato le colocó en el Banco de España y ahora lo hace en el Fondo. Su currículum es impresionante, pese a estos arranques.

Jaime Caruana se va dando un portazo en las narices de Solbes, pero lo hace, desde mi punto de vista, de un modo impropio. Manca fineza, independientemente de la indubitable existencia de desequilibrios profundos en nuestra económica, que comparto casi al cien por ciento. Las formas le han podido y tenía razón en una buena parte del fondo. Así ocurre cuando a los gobernadores los nombran los políticos. Lo que decía el banquero, un iluso el que crea en la independencia.