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Menuda tropa de autistas y majaderos en la toma de posesión de Julio Segura
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Jesús García

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Menuda tropa de autistas y majaderos en la toma de posesión de Julio Segura

Vengan y vean. En Castellana, 19. Primer piso. Espectáculo asegurado. Cordón detonante para los pollos, descalificaciones, tensión, manos temblorosas, sonrisas irónicas y comunicados, muchos comunicados.

Vengan y vean. En Castellana, 19. Primer piso. Espectáculo asegurado. Cordón detonante para los pollos, descalificaciones, tensión, manos temblorosas, sonrisas irónicas y comunicados, muchos comunicados.

Los máximos ejecutivos del órgano supervisor se despellejan por las esquinas. Son capaces de ponerse en ridículo, lanzar metonimias, silogismos aristotélicos y comunicados y más comunicados, que dibujan el patetismo de la institución y sus actores.

Es vergonzoso verlos tirarse los trastos a la cabeza porque ponen en entredicho el buen hacer que se le supone a la institución. Si la imagen de la CNMV había sido pasada por la turmix con el escándalo Gescartera, ahora está siendo despedazada en plaza pública para escarnio de los propios actores.

Manuel Conthe, el dinamitero. Ha llegado, ha respondido con una bomba bajo el trasero de Carlos Arenillas, ha asistido al acto de toma de posesión de Julio Segura y se ha ido con viento fresco. Solbes, que separaba a Conthe y Arenillas, no daba crédito en su silencio conspicuo. Una vez más en silencio ante la desmesura.

Arenillas, con los pelos de punta, escuchaba a Segura, que ha tenido uno de los peores días de su trayectoria profesional. Que uno tome posesión y en su propia casa le estén levantando las enaguas de la vergüenza es insoportable, increíble y provoca rubor. Esto sí que es para ponerse rojo y no sólo lo de la cenita de marras.

Acusa de nuevo Manuel Conthe a Carlos Arenillas de servir de correa de transmisión de la Oficina Económica de La Moncloa en el caso FG, en enero de 2005. Un dossier contra el presidente del BBVA, contra Francisco González, al que le intentaron buscar las vueltas en la venta de su empresa FG Inversiones a Merrill Lynch.

El caso fue archivado pero mostró a las claras el modo chapucero que se le venía encima a la clase empresarial. Sólo era el principio y Manuel Conthe quedó retratado como presidente de la institución después de que Arenillas le mostrara la documentación sobre esa venta en su casa. Una documentación que también tenía un redactor de la Cadena Ser.

Cabe preguntarse por qué Conthe no dimitió entonces y armó la marimorena si realmente constató que la oficina de Moncloa y Arenillas actuaban compinchados. Pero no lo hizo, archivó el asunto y a partir de entonces empezó a torcerse la relación hasta terminar como lo ha hecho de modo peripatético.

“Sólo a un majadero se le ocurriría pensar que las decisiones mejores son las tomadas de forma autista”, dice Segura. Manuel Conthe habla de la teoría financiera de la cucaracha: “Cuando se ve una cucaracha hay que tener cuidado porque a lo mejor no está sola”. Conthe ve una mezcla indebida de vínculos personales con funciones públicas en lo relativo al dossier contra FG.

Mientras tanto, la CNMV hace el enésimo comunicado y no niega que Arenillas conociera el dossier de Moncloa sobre el citado asunto. Sigue el ventilador dando vueltas y salpicando a unos y otros atornillados al sillón, sin que la dimisión aparezca en el lenguaje de estos comunicados.

En las redacciones de los medios de comunicación se empiezan a echar a suertes las comparecencias relacionadas con la CNMV. El espectáculo, el circo resulta gratuito. Menos mal que sólo no estamos jugando el prestigio de la institución que debe velar por los derechos y obligaciones de los accionistas y vigilar la marcha recta del mercado.

Es un hecho singular. La policía se echa a sí misma los perros. Luego nos quejamos de las comparaciones del Financial Times sobre los signos de italianización preocupante de los mercados españoles.

Conthe -que ha tenido el valor de dimitir-, Segura y Arenillas van camino de pasar a la historia como los que acabaron de una vez por todas con el prestigio de la institución. Todos juntos la mataron y ella sola se murió.

Vengan y vean. En Castellana, 19. Primer piso. Espectáculo asegurado. Cordón detonante para los pollos, descalificaciones, tensión, manos temblorosas, sonrisas irónicas y comunicados, muchos comunicados.

Santiago Segura