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Argumentos de rechifla de ZP y Rajoy con la subida de la luz y la inseguridad de Pizarro de fondo
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Jesús García

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Argumentos de rechifla de ZP y Rajoy con la subida de la luz y la inseguridad de Pizarro de fondo

Los coletazos de la brisa primaveral han debido dejar en las meninges de algunos políticos el poso de unas hormonas alocadas por el tiempo cambiante. Escuchar

Los coletazos de la brisa primaveral han debido dejar en las meninges de algunos políticos el poso de unas hormonas alocadas por el tiempo cambiante. Escuchar en sesión de control a ZP y Rajoy enzarzarse con la subida de la luz y abandonar por momentos el lanzamiento del terrorismo como arma de destrucción masiva del contrario debería ser objeto de alegría, pero lejos de ello provoca cierta desazón.

Zapatero se queda tan campante al insistir en que los ciudadanos están de enhorabuena porque la subida de la luz estará en línea con el IPC “para que las familias españolas no pierdan poder adquisitivo”. Es que nadie le ha dicho que ya ha subido dos veces este año: un 2,8% en enero y un 1,8% el mes pasado y que el IPC terminará 2007 en torno al 3%, según las previsiones de su propio ministerio de Economía. Suele ser habitual que los habitantes de La Moncloa, después de unos años, se crean sus propias medias verdades.

Mariano Rajoy, como ve que empieza el verano, argumenta en contrario y le espeta que el motivo de la subida de la luz se debe a las OPAs. “En el primer año ustedes subieron el precio de la luz. Es verdad que lo subieron poco por que había una OPA sobre Endesa que usted apoyaba públicamente. Eso dio lugar a que los precios fueran bajos y las OPAs baratas, pero después hubo alguien, E.On, que presentó un precio mayor. A usted no le gustaba E.On y promovió otra OPA a la que fueron dos actores y ahora usted le paga los favores”.

Unos argumentos y otros resultan de rechifla por su simplicidad y denotan una altura política de tasca de barrio.

Pues bien, horas antes de este debate, por llamarlo de algún modo, Manuel Pizarro se mostraba en la que puede ser su penúltima junta de accionistas más nervioso de lo habitual. Denunciaba Pizarro la inseguridad jurídica y se refería a la necesidad de que uno pueda ir por la calle y no le sigan, no le espíen, no le graben. Algo recurrente en la historia empresarial española por lo menos en los últimos escándalos. Informes confidenciales, pinchazos, seguimientos eran una constante en las dos últimas décadas. Basta recordar la intervención de Banesto, la suspensión de pagos de Torras o el caso Ibercorp. Eran otros tiempos ¿O no?

En el Congreso Rubalcaba negaba la mayor. “He hablado personalmente con Pizarro y me ha creído” subrayaba mientras que el turolense insinuaba en junta de accionistas justamente lo contrario.

Los espías debían pasar por allí a juzgar por lo ocurrido. El asunto está siendo el broche de oro de una OPA en la que todo ha sido posible. Desde la intervención descarada del Gobierno hasta la capacidad de Pizarro para poner en jaque el sistema con un PP que nunca estuvo a la altura de las circunstancias por sus quebradizos argumentos.

Pues bien, Pizarro mostró ayer cierta resignación. Pese al buen comportamiento de la acción que pasó de 18 a 40 euros en el ínterin de las distintas OPAs, ahora se ha tenido que plegar a la realidad de los propietarios que empiezan a tener representantes en el consejo de administración. Para más recochineo, en algunos casos como independientes.

La lucha toca a su fin. El Gobierno se ha salido con la suya tras una serie de episodios de trapisonda empresarial y política dignos de un mal guión de tebeo. Lo malo es que la pugna se ha producido en la que hasta ahora era la primera eléctrica española. Una muestra palmaria del efecto que produce la política cuando interviene en el mundo empresarial. De desastre primaveral y vergüenza ajena.

Los coletazos de la brisa primaveral han debido dejar en las meninges de algunos políticos el poso de unas hormonas alocadas por el tiempo cambiante. Escuchar en sesión de control a ZP y Rajoy enzarzarse con la subida de la luz y abandonar por momentos el lanzamiento del terrorismo como arma de destrucción masiva del contrario debería ser objeto de alegría, pero lejos de ello provoca cierta desazón.

Manuel Pizarro