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Alarma en las bolsas emergentes con el petróleo ardiendo en su salsa especulativa
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Jesús García

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Alarma en las bolsas emergentes con el petróleo ardiendo en su salsa especulativa

La salud de hierro que muestran las grandes bolsas de valores de la India y de China está fundamentada sobre un los raíles de un tren

La salud de hierro que muestran las grandes bolsas de valores de la India y de China está fundamentada sobre un los raíles de un tren que puede descarrilar en cualquier momento.

Cada vez que los extranjeros ven la posibilidad de que se establezcan límites a su libre albedrío inversor huyen a gran velocidad. La estrechez de unos mercados dominados por media docena de operadores y con empresas de una carga estatal excesiva provoca estampidas variadas que por ahora no tienen efectos reales sobre el resto de mercados.

Los especuladores viven en un constante sobresalto por que la inseguridad jurídica forma parte intrínseca de bolsas como las chinas, con una divisa trabada artificialmente por un gobierno dispuesto a intervenir cada vez que le viene mal un comportamiento extraño de un valor o simplemente no le gusta quien compra.

En un mundo desarrollado y de activos y operaciones sofisticadas sobreviven estos mercados estatalizados, donde la opacidad es norma habitual y nada es lo que parece, pero ofrecen siempre interesantes oportunidades para los operadores acostumbrados al riesgo múltiple.

Estos mercados se han mostrado totalmente ajenos a la crisis del crédito. El dinero corre a raudales en China, la India y, cómo no, en los países árabes y en Rusia. Estos últimos además cuentan con ingresos extras por la vía del oro negro. Otro mercado global controlado por el cartel y otra media docena de países.

La escalada del precio del crudo desde los 40 dólares hasta casi los 90 en los dos últimos años ha tenido como propulsor al elemento especulativo- un extraño vuelo hacia la calidad de las materias primas- y a las crecientes tensiones en Oriente Medio. Los movimientos de tropas turcas en la frontera iraquí son la última excusa para el disparo del precio del petróleo.

La caída del dólar, propiciada por las autoridades americanas dispuestas a compensar por la vía de las exportaciones la ralentización de una economía que tocada por el sector inmobiliario empieza a resentirse en el ámbito del consumo, está socavando las arcas de los países exportadores. Y qué mejor que empujar los precios, ya sea por tensiones geopolíticas, por huracanes que no llegan o simplemente por que los inventarios han caído en Estados Unidos.

Los bancos centrales, que están embarcados en salvar los mercados interbancario del desierto de la desconfianza, miran de reojo esta nueva situación que podría dar al traste con sus intenciones de seguir a la baja con el precio del dinero. La cosa se complica, aunque la caída ayer del índice Sensex de Bombay fue sólo un susto, un episodio que podría repetirse en una zona del mundo que últimamente sólo aporta alegrías bursátiles.

Mientras, las bolsas viven la vida loca después de que la Reserva Federal americana recortara el precio del dinero. Hace semanas que buscan los máximos históricos ajenos a los coletazos de una crisis crediticia que según las autoridades americanas irá para largo.

Sin embargo, no parece que la restricción del crédito haya tenido efectos a corto plazos sobre las empresas cotizadas, aunque todas y cada una de ellas se vean obligadas a pagar más en la refinanciación de sus deudas.

Ahora mismo estamos viendo una foto fija de los balances de los bancos de inversión americanos, con algunas muescas que podrían agrandarse en los próximos meses. Lo veremos a lo largo de 2008.

El asunto es que las distorsiones de los mercados se multiplican. Es difícil que con un petróleo al borde de los 100 dólares se puedan cumplir los presupuestos de algunas de las naciones desarrolladas. De todos modos, en los mercados manda el cortísimo plazo. El que venga detrás que arree. Ahora nadie se atreve a perder el tren de las bolsas que vuelve a circular a punto de romper la barrera del sonido.

La salud de hierro que muestran las grandes bolsas de valores de la India y de China está fundamentada sobre un los raíles de un tren que puede descarrilar en cualquier momento.

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