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Pesadillas y sueños del lobby inmobiliario
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Jesús García

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Pesadillas y sueños del lobby inmobiliario

El lobby inmobiliario, los 14 por la excelencia, se superan a sí mismos. Se crecen estos días ante la adversidad de los medios de comunicación y

El lobby inmobiliario, los 14 por la excelencia, se superan a sí mismos. Se crecen estos días ante la adversidad de los medios de comunicación y su escasa capacidad de contraste. Sueñan con precios de vértigo en la vivienda, tipos más bajos y otras excelencias, lejos de cualquier pesadilla.

Han convencido al presidente del Gobierno para que en un drible increíble le pida a las cajas que abran el grifo del crédito a las inmobiliarias ¿Pueden pedir más? Pero si como cuenta Cinco Dias, los créditos de las cajas a las inmobiliarias han crecido hasta junio un 50, ¿De qué se quejan? Bueno, han conseguido además el apoyo casi incondicional del Ministerio de Vivienda.

La última generación de grandes fortunas de este país, surgida del boom del ladrillo, del periodo más amplio de especulación inmobiliaria de la historia económica española, necesita la ayuda del Gobierno.

Hemos leído estos días incluso que la crisis inmobiliaria debería considerarse como una cuestión de Estado. Y algo peor el Ministerio de Vivienda está preocupadísimo y dispuesto a ayudar a las promotoras que tengan dificultades. Así se amplía el parque de alquiler. Ya te digo.

Su preocupación resulta de todo punto innecesaria si, como decía Fernando Martín, presidente de Fadesa, ayer por la mañana, los precios de la vivienda se van a disparar si no se liberaliza más suelo y los tipos de interés van a bajar. Si es así como él dice, todo volverá a su ser, a las inmobiliarias en el país de las maravillas. Ha debido ser un arrebato de optimismo o un vaticinio del genio del ladrillo que nos hace pensar si llevará razón y lo vivido en los últimos meses ha sido un mal sueño.

Él mismo ha ofrecido datos sobre la caída de la promoción de viviendas en un 60% en el último trimestre, al tiempo que idealista.com subrayaba que han aumentado los plazos para vender los pisos y la estadística oficial, aunque Vivienda esté planteándose dejar de publicarla, dice que los precios de los pisos han dejado de crecer, incluso que han caído en 13 comunidades.

Quizá consiga Martinsa que el Gobierno liberalice el suelo o que sus colegas de otras inmobiliarias suelten parte del suelo que tienen amarrado desde hace años esperando a que los excedentes resulten estratosféricos.

Fernando Martín podría ponerse en contacto con esa otra inmobiliaria española que acapara sólo en Madrid 11 millones de metros de suelo o esa otra que en Alicante ostenta otros cinco millones de metros cuadrados. Por supuesto, tres veces los 6,3 millones de metros que el Ministerio de Vivienda tiene en desarrollo para la promoción de 21.400 viviendas, el 80% protegidas.

Nadie desea que el sector inmobiliario, ni el constructor entren en crisis, sobre todo por que representan alrededor del 18% del PIB y una parte importante de la creación de empleo. Quizá sólo estemos asistiendo a un ajuste lógico tras un lustro de euforia, con avances en el precio del suelo del 500% y de la vivienda del 130%.

Los buenos gestores, que mantienen sus ratios de apalancamiento sostenidos y no se han lanzado a hacer promociones como si la demanda fuera eterna, no tienen por qué estar preocupados.

Los que han actuado como fondos de capital riesgo y se han acostumbrado a comprar empresas apalancando hasta el 90 por ciento de la compra, pignorando acciones y haciendo diabluras quizá tengan motivos para estar preocupados. No sería de recibo que pidieran la ayuda del Gobierno para taponar sus heridas cuando solo han revertido a la sociedad una ínfima parte de sus ganancias. O se es liberal para todo a no se es liberal.

Respecto a las tesis de Fernando Martín para explicar que los tipos de interés van a bajar sería buenos consultar los comunicados del BCE y las declaraciones de Trichet, que ha paralizado la subida de tipos precisamente por la crisis crediticia internacional. Pero no mezclemos cosas.

La realidad del sector inmobiliario español- llamémosle crisis o no- pasa por limar las distorsiones de precios, los excesos de endeudamiento y la pléyade de especuladores. Los buenos, los excelentes, no deberían estar tan preocupados ni denotar semejantes dosis de nerviosismo hablando de cuestiones de Estado y tratando de aparecer cómo víctimas, entre otros de la prensa, empeñada en que se acabó la fiebre del sector entendida como hasta ahora.

El lobby inmobiliario, los 14 por la excelencia, se superan a sí mismos. Se crecen estos días ante la adversidad de los medios de comunicación y su escasa capacidad de contraste. Sueñan con precios de vértigo en la vivienda, tipos más bajos y otras excelencias, lejos de cualquier pesadilla.