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Fondos de inversión: un sector en ebullición
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Juan Gómez Bada

Rumbo Inversor

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Fondos de inversión: un sector en ebullición

La mayor competencia efectiva está provocando que bajen los costes, mejore la calidad, aumenten las opciones de inversión y sea más sencilla la comparación

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La chispa se encendió en la primera década de este siglo, cuando se publicaron diversos informes que demostraban que a largo plazo las rentabilidades medias de los fondos eran inferiores a la media de los mercados en los que invertían. Los estudios variaban ligeramente de un país a otro, pero las conclusiones eran prácticamente las mismas. El mensaje caló entre muchos de los profesionales del sector, que comenzaron a pensar en soluciones.

Las comisiones de gestión que soportan los fondos se convirtieron en la explicación más lógica al mal resultado. Parecían demasiado elevadas comparado con el valor aportado. Por ello, aparecieron los fondos low cost con carteras idénticas a la composición de los índices sean cotizados (ETFs) o no.

El patrimonio de este tipo de fondos no han dejado de crecer desde su lanzamiento porque el argumento comercial es fácil de explicar y entender. A pesar de los conflictos de interés, la falta de control sobre los directivos de las empresas y la indefensión de los inversores en los mercados de capitales, cada vez más ahorradores invierten sin que nadie realice un análisis de las inversiones. La obsesión es reducir lastre y se ha decidido prescindir incluso del timón del barco. Pasará tiempo hasta que los partícipes descubran que navegan a la deriva.

La nueva generación de plataformas de fondos permitirá que vayamos a una arquitectura universal

El combustible es el desarrollo de las tecnologías de la información. Internet nos permite acceder a una mayor oferta de productos y comparar sus características. Todavía estamos pasando de la venta de fondos de la gestora del banco comercializador (arquitectura cerrada) a fondos de varias gestoras (arquitectura abierta). La nueva generación de plataformas de fondos permitirá que vayamos a una arquitectura universal. La tecnología permite que cualquier inversor pueda comprar cualquier fondo desde cualquier entidad. Los clientes pueden informarse y decidir dónde invertir antes de dirigirse a su entidad financiera. Si ésta no le ofrece lo que quiere se marcharán a la competencia.

Por otro lado, cada vez habrá mayor transparencia. Tanto desde el punto de vista regulatorio para mejorar el asesoramiento y comercialización (Mifid 2), como para saber cómo y dónde se invierte el dinero. En Internet, hay comunidades de inversores y redes sociales donde se puede acceder a mucha información que antes no estaba disponible o era más difícil de conseguir (informes, cartas a los partícipes, criterios de inversión, carteras de valores, etc). Además, la Red permite que cualquiera pueda seguir de manera gratuita desde cualquier lugar las conferencias de quienes deciden la política de inversión de los fondos e incluso hacer preguntas en directo. Si alguien quiere probar, el próximo martes a las 19:30 será la conferencia anual de Avantage Fund. En definitiva, la transparencia permite que los inversores cuenten con más herramientas para decidir dónde invierten y que aumente la exigencia sobre la gestión.

El mango de la sartén está ya en las manos del inversor

En esta situación, se van a evaporar los beneficios de las entidades que menos valor aportan a sus clientes. La mayor competencia efectiva está provocando que bajen los costes, mejore la calidad, aumenten las opciones de inversión y sea más sencilla la comparación. El mango de la sartén está ya en las manos del inversor.

Por ello, cuando vuelvan a sacar dentro de unos años los informes de rentabilidad a largo plazo quizás las conclusiones sean otras. Por último, sería de agradecer que en los próximos estudios cuando calculen la rentabilidad que un inversor podría haber obtenido por su cuenta incluyan los costes en los que incurren los fondos (cánones, corretajes, horquillas de compra y venta, comisiones bancarias, impuestos nacionales, retenciones en origen irrecuperables sobre dividendos de valores extranjeros, tasas, etc) y que ellos también deben pagar. Sé que complica el cálculo pero a largo plazo suponen mucho dinero.

La chispa se encendió en la primera década de este siglo, cuando se publicaron diversos informes que demostraban que a largo plazo las rentabilidades medias de los fondos eran inferiores a la media de los mercados en los que invertían. Los estudios variaban ligeramente de un país a otro, pero las conclusiones eran prácticamente las mismas. El mensaje caló entre muchos de los profesionales del sector, que comenzaron a pensar en soluciones.

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