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97.000 personas atadas a su plan de pensiones hasta que la muerte las separe
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Juan Gómez Bada

Rumbo Inversor

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97.000 personas atadas a su plan de pensiones hasta que la muerte las separe

La normativa impide que los beneficiarios de los planes de empleo puedan cambiar de plan aunque la relación laboral haya terminado

Foto: Concentración en defenesa de las pensiones en las escalinatas del Congreso. (EFE)
Concentración en defenesa de las pensiones en las escalinatas del Congreso. (EFE)

Ese es el número de beneficiarios de planes de pensiones de empleo a 31 de diciembre de 2016 según Inverco. Más de dos millones, número de partícipes actuales, estarán en la misma situación cuando se jubilen.

El mes pasado un jubilado, antiguo empleado de una de las empresas más grandes del país, me indicó que estaba muy descontento con el rendimiento de su plan de pensiones. Quiere que el capital que ha acumulado se gestione mejor mientras no disponga de él.

No le pude ofrecer alternativas. No puede movilizar sus derechos a otro plan de pensiones. La única opción que tiene para cambiar la gestión es rescatar la totalidad de golpe. En tal caso pagaría a Hacienda muchísimo más de lo que le correspondería disponiendo en forma de renta, debido a la progresividad del IRPF. Esta persona ha asumido que su capital estará toda su vida en ese producto y verá desde la barrera cómo otros planes ofrecen una rentabilidad superior.

Las cantidades invertidas en fondos de inversión y planes de pensiones individuales se pueden traspasar a otros fondos o planes gestionados por cualquier entidad sin costes financieros (comisiones de traspaso) ni peaje fiscal a Hacienda. No es el caso de los planes de empleo.

Estos vehículos de ahorro colectivo tienen mucho sentido. Las empresas promueven estos planes de pensiones para sus empleados, realizan gran parte de las aportaciones y negocian con las entidades gestoras las condiciones de manera colectiva. Gracias al elevado volumen suelen conseguir unas comisiones significativamente inferiores a las que los particulares obtienen en los planes individuales.

La única opción que tiene un jubilado para cambiar la gestión de su plan de pensiones es rescatar la totalidad de su inversión de golpe

El inconveniente principal es la falta de libertad. Deben invertir en el plan que indique su empresa y no podrán movilizar sus derechos consolidados hasta que finalice la relación laboral. En el caso de prejubilación la relación laboral no se da por terminada. Cuando se alcanza la jubilación sí acaba la relación laboral, pero el capital en el plan tampoco se puede movilizar a otro porque en ese momento el partícipe se convierte en beneficiario. La normativa impide que los beneficiarios de los planes de empleo puedan cambiar de plan aunque la relación laboral haya terminado y a pesar de que los beneficiarios de los planes individuales sí puedan traspasar el capital acumulado a otros planes.

A esta situación hay que añadir que los planes de empleo no están exentos de conflictos de interés. Habitualmente la empresa promotora (o grupo empresarial) y los sindicatos, ambos presentes en las comisiones de control de estos productos, son accionistas de las entidades gestoras de planes de pensiones a las que deciden entregar el mandato de gestión. ¿Les importará más la rentabilidad que obtienen los trabajadores o el beneficio de la entidad gestora?

Muchas empresas de todos los sectores se las ingenian para hacer prisioneros a sus clientes para que les sea difícil marcharse a la competencia y así obtener de ellos unos márgenes de beneficio más altos. En este caso no tienen que esforzarse, hay cadena perpetua regulatoria.

Ese es el número de beneficiarios de planes de pensiones de empleo a 31 de diciembre de 2016 según Inverco. Más de dos millones, número de partícipes actuales, estarán en la misma situación cuando se jubilen.

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