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Juan Gómez Bada

Rumbo Inversor

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¿Qué te ata a tus inversiones?

En esta columna siempre he defendido la inversión a largo plazo, pero no menos importante es hacer un seguimiento de las inversiones

Foto: Foto: EFE.
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Tengo un familiar que nunca vende las acciones que compra en bolsa, siempre acude a las ampliaciones de capital y presumía de irle muy bien. Sus inversiones se revalorizaban más que el Ibex 35 y en muchas de ellas había recuperado el capital invertido vía dividendos. Este criterio de inversión le ha funcionado durante más de dos décadas. Sin embargo, últimamente no puede presumir tanto.

Una de sus posiciones era Banco Popular: desde la compra en la década de los noventa, llegó a acumular fuertes plusvalías y una valoración muy considerable. Su criterio le ha llevado a perderlo todo en este caso. Además, en gran parte de los valores de su cartera hace mucho que no obtiene las rentabilidades de antaño. En esta columna siempre he defendido la inversión a largo plazo, pero no menos importante es hacer un seguimiento de las inversiones. Los directivos, accionistas y modelos de negocio han cambiado mucho respecto a hace una, dos o tres décadas.

Lo que en su día fue bueno, llega otro momento en que no lo es. A largo plazo, todo cambia

Su criterio es peculiar, pero la parálisis en la gestión del patrimonio es muy común. Hay muchísimos inversores que no hacen cambios por motivos fiscales, por iliquidez, porque se trate de herencias sin repartir, porque ni se plantean vender los títulos heredados, por estructuras societarias, etc. Se quedan atrapados en unos activos que sus padres, abuelos o ellos mismos compraron por unos motivos que ya no están.

Habitualmente, las consecuencias son nefastas. No se suele tener en cuenta el ciclo de vida de las inversiones. Lo que en su día fue bueno, llega otro momento en que no lo es. A largo plazo, todo cambia.

Pierden el miedo a perderlo todo porque la decisión de inversión no fue suya y no tienen previsto disponer a corto plazo de esa parte del patrimonio

Los dos motivos principales por los que muchos inversores no hacen cambios son no tener que decidir (ni cuándo vender ni en qué invertir el dinero recibido) y los costes (de transacción y sobre todo fiscales). Habitualmente, estos inversores, por conservadores que sean, pierden el miedo a perderlo todo porque la decisión de inversión no fue suya y no tienen previsto disponer a corto plazo de esa parte del patrimonio.

El primer motivo de parálisis se podría solventar delegando la gestión en alguien con buen criterio que haga el esfuerzo de analizar las inversiones. El segundo se evitaría eligiendo activos traspasables sin coste ni peaje fiscal como los fondos de inversión. Si se encuentra atado a algún activo, tenga en cuenta que el no decidir suele ser en estos casos la peor decisión y pagar los costes por cambiar, la mejor inversión.

Tengo un familiar que nunca vende las acciones que compra en bolsa, siempre acude a las ampliaciones de capital y presumía de irle muy bien. Sus inversiones se revalorizaban más que el Ibex 35 y en muchas de ellas había recuperado el capital invertido vía dividendos. Este criterio de inversión le ha funcionado durante más de dos décadas. Sin embargo, últimamente no puede presumir tanto.

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