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¿Pueden enseñarnos a invertir nuestros hijos?
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Juan Gómez Bada

Rumbo Inversor

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¿Pueden enseñarnos a invertir nuestros hijos?

Las nuevas generaciones son las que más rápido han aprovechado las ventajas del avance tecnológico, y son quienes instruyen a sus padres para realizar todo tipo de operaciones por internet

Foto: Foto: Corbis.
Foto: Corbis.

El conocimiento se transmite normalmente de padres a hijos, de veteranos a aprendices. Es ley de vida. Ha ocurrido siempre y seguirá siendo así. El enorme valor de la experiencia es irrefutable. Sin embargo, a veces se producen fuertes cambios en determinados ámbitos y los jóvenes se adaptan más rápido que sus mayores. Un ejemplo es la tecnología. Es habitual que los hijos muestren a sus progenitores cómo utilizar determinados dispositivos o aplicaciones de última generación.

No obstante, hay momentos como el actual en que los cambios no solo se ven en los últimos cachivaches, sino que se transforma la manera en que nos relacionamos con los demás. Evoluciona la forma que tenemos de interactuar tanto con conocidos como con cualquier empresa que nos ofrezca un bien o servicio. En estas situaciones, los jóvenes enseñan a los mayores a buscar la información que necesitan, a comprar por internet, a manejar las redes sociales, etcétera.

En el ámbito financiero también están cambiado los hábitos. Cada vez menos personas utilizan las sucursales de las entidades. Las nuevas generaciones son las que más rápidamente han aprovechado las ventajas del avance tecnológico, pero también son quienes están instruyendo a sus padres para realizar todo tipo de operaciones por internet (apertura de cuentas, transferencias, contratación de tarjetas, seguros, fondos, etcétera).

El mejor ejemplo que puedo aportar es el de Avantage Fund, el fondo que dirijo. Invierten en él muchas parejas de padres e hijos. Normalmente, ha sido el hijo el que ha decidido invertir primero y después se lo ha recomendado al progenitor. En otras ocasiones, la inversión se ha realizado de manera simultánea pero siempre siendo el hijo el que ha 'descubierto' el fondo a través del boca a boca o internet, y el progenitor quien después de informarse lo ha considerado una buena inversión. Hay una tercera variante en la que los hijos, sin invertir ellos, se lo proponen a sus padres para mejorar la gestión del patrimonio familiar.

Este fondo no se vende entregando fuertes comisiones de venta a los gestores comerciales, asesores o banqueros privados que lo recomienden (manera tradicional), sino que es directamente el inversor el que lo descubre, aprecia las diferencias en calidad con otros productos similares y decide invertir en él. Si no existiese internet para que los potenciales partícipes puedan conocer el producto, compararlo con otras alternativas y contratarlo, este modelo de negocio no podría prosperar porque el fondo no llegaría a los inversores. En este caso, y en otros muchos, la tecnología está permitiendo mejorar la rentabilidad de los productos de inversión.

La tecnología está permitiendo mejorar la rentabilidad de los productos de inversión

Los criterios por los cuales tomamos las decisiones de consumo o inversión siguen siendo parecidos, pero ahora tenemos mucha más información disponible y la posibilidad de acceder directamente (con menos intermediarios) a mejores productos y servicios. Sin embargo, muchas veces no sabemos cómo aprovecharlo. Deberíamos fijarnos más en cómo toman las decisiones las generaciones más jóvenes que nosotros. Estas habilidades en lugar de transmitirse de padres a hijos, están pasando de hijos a padres.

El conocimiento se transmite normalmente de padres a hijos, de veteranos a aprendices. Es ley de vida. Ha ocurrido siempre y seguirá siendo así. El enorme valor de la experiencia es irrefutable. Sin embargo, a veces se producen fuertes cambios en determinados ámbitos y los jóvenes se adaptan más rápido que sus mayores. Un ejemplo es la tecnología. Es habitual que los hijos muestren a sus progenitores cómo utilizar determinados dispositivos o aplicaciones de última generación.

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