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Rumbo Inversor
Por
Si no inviertes en calidad, el tiempo corre en tu contra
Se nos olvida que aquellas que ofrecen productos y servicios de mejor calidad y/o menor coste acaban quedándose con los clientes de las compañías con peor propuesta de valor
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Las tentaciones en el mundo de las inversiones se suelen relacionar con historias de elevado potencial de crecimiento, modelos de negocio aparentemente disruptivos y nuevas tecnologías. Sin embargo hay otro cebo mucho más cotidiano, del que se habla menos y en el que habitualmente picamos los inversores.
Se produce cuando un activo ha caído mucho en bolsa y/o cotiza excesivamente barato respecto a sus magnitudes operativas o competidores. En ese momento tenemos la sensación de estar ante una ganga. Una oportunidad como pocas de ganar mucho dinero de una forma relativamente sencilla. Basta con esperar a que la cotización vuelva a los niveles anteriores o a que el mercado valore dicha empresa a múltiplos más normales.
Solemos invertir pensando que en esta situación el tiempo es nuestro aliado porque antes o después el mercado valorará la empresa que hemos identificado de la misma forma que las demás. Nada más lejos de la realidad.
Hay otro cebo mucho más cotidiano, del que se habla menos y en el que habitualmente picamos los inversores
Se nos olvida que con el tiempo todas las empresas evolucionan. Aquellas que ofrecen productos y servicios de mejor calidad y/o menor coste acaban quedándose con los clientes de las compañías con una peor propuesta de valor. Por ese motivo unos negocios crecen de manera sostenida y otros en el mismo sector se estancan o disminuyen sus ventas.
Es decir, cuando invertimos en compañías baratas con modelos de negocio mediocres, el paso del tiempo nos perjudica. Para obtener beneficios en este tipo de inversión necesitaríamos que el mercado valorase la empresa a un múltiplo similar al de otros competidores antes de que se deteriorasen las cuentas de la sociedad.
Por ello, es sorprendente que muchísimos inversores sostengan que invertir barato es su principal fuente de tranquilidad. En mi opinión, se duerme más tranquilo confiando en el modelo de negocio de las empresas en las que invertimos. Es cierto que los retornos tardan más en llegar, pero el tiempo va a nuestro favor y cuando las inversiones maduran, el esfuerzo realizado en el análisis del negocio suele dar sus frutos.
Las tentaciones en el mundo de las inversiones se suelen relacionar con historias de elevado potencial de crecimiento, modelos de negocio aparentemente disruptivos y nuevas tecnologías. Sin embargo hay otro cebo mucho más cotidiano, del que se habla menos y en el que habitualmente picamos los inversores.