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Qué activos te protegen de la inflación y cuáles no
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Juan Gómez Bada

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Qué activos te protegen de la inflación y cuáles no

Hay activos que pierden valor real en subidas generalizadas de precios, hay otros que mantienen el poder de compra y hay inversiones que se benefician de entornos inflacionistas

Foto: La inflación afecta al poder adquisitivo del patrimonio de los inversores de manera desigual.
La inflación afecta al poder adquisitivo del patrimonio de los inversores de manera desigual.

Tras una década de políticas monetarias muy expansivas (tipos cero y fuertes compras de activos) en los países desarrollados, la inflación empieza a repuntar. El papel moneda se deprecia lenta pero continuamente respecto al resto de activos. Suben los costes de producción (salarios incluidos) de las empresas y poco a poco se van traduciendo en un incremento del precio de los bienes y servicios.

La inflación afecta al poder adquisitivo del patrimonio de los inversores de manera desigual. Hay activos que pierden valor real en subidas generalizadas de precios, hay otros que suelen mantener el poder de compra y hay inversiones que se benefician claramente de entornos inflacionistas. Veamos cuáles son.

[Cuando a las empresas les suben los costes]

Pierden valor los activos monetarios. Estos son todos aquellos valores representativos de deudas que se expresan en la divisa (euros, dólares, etc) que se deprecia. Es decir, pierde valor el dinero en efectivo, cuentas corrientes, depósitos, pagarés, préstamos, créditos, deuda pública, bonos privados y productos financieros que realicen ese tipo de inversiones (fondos de renta fija por ejemplo).

Teóricamente habría dos excepciones: los bonos flotantes y los bonos ligados a la inflación. Es decir, aquellos que al subir el nivel de los tipos de interés o de la inflación aumentan sus intereses. Sin embargo, en el entorno actual solamente aquellos con un riesgo muy elevado de impago ofrecen una rentabilidad real positiva. En otras palabras, si suben los tipos o la inflación no pierdes más valor del que pierdes ahora anualmente, pero sigues perdiendo.

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Tras una década de políticas monetarias muy expansivas, la inflación empieza a repuntar.

Por otro lado, en entornos inflacionistas suelen mantener el valor los activos no monetarios. Dentro de este grupo están los inmuebles, las acciones de empresas, las materias primas y los productos financieros que realicen este tipo de inversiones. El valor de estos activos depende de su utilidad. Si la divisa oficial de un país se deprecia pero la utilidad de los activos se mantiene, el precio aumenta preservando su valor real.

Por último, las inversiones no monetarias adquiridas con endeudamiento suelen beneficiarse de los entornos inflacionistas porque el valor real de las deudas (activo monetario para quien nos presta) disminuye al aumentar el nivel de precios. Es el caso de la compra de inmuebles con hipoteca o de acciones de empresas endeudadas (casi todas, unas más que otras). Cuando suben los precios el valor real del activo se mantiene y el del pasivo (deuda) disminuye.

Los inversores deben saber también que el objetivo del Banco Central Europeo es que haya una inflación cercana al 2%. Es decir, su propósito es que el valor de los activos monetarios sin intereses pierda un 2% anual de su poder adquisitivo. Es un nivel que incentiva la inversión y el emprendimiento sin generar desconfianza en la divisa.

Una inflación cercana al 2% incentiva la inversión y el emprendimiento sin generar desconfianza en la divisa

La pérdida de valor es pequeña en el corto plazo, pero a largo plazo es muy relevante. Un 2% de inflación reduce el valor del dinero en un 18% en 10 años y en un 45% en 30 años. Además, es muy probable que el BCE no consiga siempre el objetivo y los precios crezcan temporalmente a ritmos superiores.

Por estos motivos, los inversores a largo plazo deberíamos tener la inmensa mayoría de nuestro patrimonio en activos no monetarios. Solamente convendría invertir una parte significativa en activos monetarios cuando, asumiendo bajo riesgo de impago, los intereses sean claramente superiores a la inflación esperada o cuando haya motivos razonables para prever bajadas de tipos de interés. Estamos muy lejos de ambos supuestos.

Tras una década de políticas monetarias muy expansivas (tipos cero y fuertes compras de activos) en los países desarrollados, la inflación empieza a repuntar. El papel moneda se deprecia lenta pero continuamente respecto al resto de activos. Suben los costes de producción (salarios incluidos) de las empresas y poco a poco se van traduciendo en un incremento del precio de los bienes y servicios.

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