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Cuando invierta, ¡no se tape los ojos!
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Juan Gómez Bada

Rumbo Inversor

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Cuando invierta, ¡no se tape los ojos!

Los mercados financieros son suficientemente amplios como para que siempre haya oportunidades de inversión. Invierta en lo que tenga sentido, pero nunca con los ojos cerrados

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A pocos meses del estallido de la crisis de crédito de 2007, en un corrillo de gestores españoles antes de una reunión en las oficinas de un banco de inversión americano en Madrid, nos estábamos preguntando quién estaba invirtiendo en los productos estructurados apalancados de crédito que ofrecían la mayoría de entidades. Eran activos que habían ido muy bien en 2006 debido al estrechamiento de los diferenciales (primas de riesgo de crédito).

Entonces un inversor contestó: “¡Nosotros! Llevamos ya más de un año con ellos”, dijo medio presumiendo. Hay que tener en cuenta el contexto: eran los productos estrella y quien los había comprado hacía tiempo que estaba obteniendo elevadas plusvalías. En ese momento otro gestor le preguntó: “¿No os dan miedo? Los diferenciales de crédito están en mínimos históricos.”

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Su respuesta no es fácil de olvidar: “Hemos decidido que lo mejor es invertir y cerrar fuerte los ojos. A la larga funciona”. En ese momento comenzó la reunión y no dio tiempo a realizar más preguntas. A aquel gestor, que no lo conocía de antes, no me lo volví a encontrar en ninguna otra reunión.

Esa sorprendente forma de invertir me recuerda a la situación actual. Hay muchos inversores que no quieren ver qué activos están comprando. Cuanto más opacos sean los productos financieros mejor. La asignación de activos (asset allocation) más habitual consiste en hacer paquetitos con su patrimonio y cada paquete lo invierten en un concepto abstracto sin querer saber qué hay detrás.

Se invierte una parte en “Renta Fija gubernamental” sin ser plenamente consciente de que se están comprando bonos con rentabilidades negativas. En “Bonos High Yield” sin darse cuenta de que se invierte en activos con rentabilidades muy bajas y con elevado riesgo de impago. En “bonos subordinados financieros” sin saber que son bonos perpetuos (sin vencimiento) y cuyo pago de intereses es voluntario por parte de los bancos.

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En “ETFs o fondos indexados de renta variable” sin mirar el nivel al cual se invierte. Los grandes índices bursátiles están cerca de máximos históricos y la coyuntura económica dista mucho de estar en su mejor momento. En “Capital Riesgo” sin conocer a qué precios están invirtiendo. Los fondos de capital riesgo ofrecen actualmente por las empresas que compran precios mucho más elevados de los que pagarían otras compañías del sector. Lo habitual es lo contrario porque son las empresas de la industria las que pueden obtener sinergias de costes y/o ingresos con la compra de competidores, proveedores o clientes.

En definitiva, se invierte masivamente en productos con nombres bonitos, pero las inversiones que hay detrás no son atractivas. ¿Le suena? Durante la crisis de crédito se culpó a las entidades financieras que vendieron los activos financieros que aparentaban ser mejores de lo que eran. Políticamente queda peor culpar al que perdió el dinero, pero no debemos olvidar que quienes deliberadamente decidieron mirar para otro lado fueron los inversores. Muchos de ellos, profesionales poco comprometidos con los productos que gestionaban.

Termino destacando que los mercados financieros son suficientemente amplios como para que siempre haya oportunidades de inversión. Actualmente hay muchas compañías cuyas cotizaciones han bajado o no han subido en el último año, pero cuyas ventas no dejan de crecer. Tienen modelos de negocio que van bien, cada vez más clientes y una mayor cuota de mercado. Invierta en lo que crea que tiene sentido, pero nunca con los ojos cerrados.

A pocos meses del estallido de la crisis de crédito de 2007, en un corrillo de gestores españoles antes de una reunión en las oficinas de un banco de inversión americano en Madrid, nos estábamos preguntando quién estaba invirtiendo en los productos estructurados apalancados de crédito que ofrecían la mayoría de entidades. Eran activos que habían ido muy bien en 2006 debido al estrechamiento de los diferenciales (primas de riesgo de crédito).